La Unión Demócrata Independiente es, sin lugar a dudas, el partido de mayor crecimiento en la nación. Comenzó su vida democrática en 1989, eligiendo a 11 diputados con el 9,82% de los votos a nivel nacional y hoy, 20 años después, domina las decisiones de esa cámara con los 37 diputados obtenidos a partir del 23,04% de los votos a nivel nacional en la última elección parlamentaria. Esto último no es cosa del azar o un buen cálculo para esa elección particular, pues durante toda la última década, más de un tercio de los diputados en la cámara baja han pertenecido a sus filas (31 en 2001; 33 en 2005).

Entonces, la ausencia de un candidato de sus filas en la pasada elección presidencial, sólo se explica por la necesidad inmediata de triunfo, es decir, Sebastián Piñera estaba tan bien posicionado en las encuestas, que llevar un candidato propio podría haber afectado la opción de la coalición, de tal manera, que seguramente se hubiese repetido el escenario del 2005. Sin embargo, la coalición por el cambio ganó la presidencial y ahora el gremialismo no dejará pasar otra posibilidad de competir por la administración del ejecutivo.

Siendo seguro que en la papeleta del 2013 tendremos un UDI, la pregunta que se deben estar haciendo sus miembros es quién y cómo.

Candidatos sobran, pero el favorito desde siempre es Lavín. El ministro de educación se encuentra en la plataforma perfecta para pensar en una candidatura, y además, vive un gran momento: cumplió la difícil tarea del retorno a clases para el total de los estudiantes en la fecha puesta por el Presidente, y aunque el caso Karadima opacó la propaganda del logro, su aprobación ciudadana -78% en la última encuesta Adimark- subirá en una de las carteras más complicadas. De todos modos, aunque el preferido Lavín falle y sus probabilidades decaigan, nombres no faltan: Longueira, Matthei, Van Rysselberghe o hasta Zalaquett podrían ser cartas con posibilidades si se trabaja bien durante estos cuatro años, pero de lo último nace lo más importante ¿cómo se trabaja bien?

La respuesta tiene relación directa con el gobierno actual, la relación de la UDI con el presidente y sus ministros será la directriz que pavimente el camino del futuro candidato de la coalición. Por lo tanto, la decisión de esa directriz, comienza ahora con la segunda elección interna del partido.

Los candidatos Kast y Coloma representan posturas diferentes, y por ende, un trato dispar hacia el gobierno. Mientras Coloma representa una figura más sumisa y complaciente ante las propuestas del ejecutivo (estilo que promueve, también, el senador Larraín), José Antonio Kast, que ya discrepó durante la campaña con el ahora presidente, es partidario de una postura más radical y consecuente a los valores fundacionales del partido, estilo que probablemente los aleje del mandatario.

La decisión no es sencilla y pareciera tener un alto grado de especulación sobre la gestión y aprobación del presidente en particular y su gobierno en general. Si Piñera y sus ministros lo hacen bien, y se instala una percepción de cambio respecto a los gobiernos de la Concertación, Coloma es el camino. Pero si la intensa búsqueda por el centro político del presidente, sobrepasa la tolerancia de los electores de derecha y el gobierno no demuestra, en la práctica, la ideología, la respuesta a cómo levantar el mejor candidato para el 2014, es Kast.