Desde hace algunos años y con el alza de los combustibles fósiles, las estufas a leña han proliferado por la ciudad y eso está claro. Lamentablemente los daños que hacen al ambiente y a las personas que viven en el entorno se están agravando cada vez más, llegando al punto que a las 8:30 pm se puedan ver más de 6 fumarolas en menos de una cuadra. Mucho se critica la contaminación de santiago pero ¿Cómo andamos por casa? (literalmente).
La mayoría de la gente en Rancagua lava en las casas y cuelga la ropa en sus patios, pero en el invierno esto se hace cada vez menos posible, la razón no es precisamente la humedad del ambiente, sino que el olor producido de la mala combustión de leña que en muchos de los casos esta húmeda, lo que es pésimo para una buena combustión. Pese a la tecnología, una mala combustión de madera provoca la expulsión al ambiente de CO (monóxido de carbono) gas, altamente tóxico para el ser humano.
Si al uso irresponsable de la madera se suma el “no muy frecuente” análisis de los niveles de contaminación en la región, y la nula divulgación de estos a la ciudadanía, nos topamos no sólo con el problema de la contaminación, sino que con ciudadanos que contaminan, y ni siquiera son informados para entrar en razón.
Por eso, la próxima vez que prenda su estufa pregúntese si es realmente necesario, si la madera que adquirió esta seca y revise si el largo de la “chimenea” es apropiado, de este modo su vecino no tendrá que preocuparse del humo que “gentilmente” usted le obsequia.
En los ochentas Rancagua era la cuidad de las antenas, esperemos que no se transforme en la ciudad de las chimeneas.
Fotos de Claudio Martinez