Opinión: La Escuela Tierra

Opinión: La Escuela Tierra

09 Mayo 2015

Todo hombre se halla en la escuela de vida Tierra y debería aprovechar las horas de clase, el día. Los componentes básicos del día –los instantes, segundos, minutos y horas- son para cada uno de nosotros de gran importancia.

Juan Lama Ortega >
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Todo hombre se halla en la escuela de vida Tierra y debería aprovechar las horas de clase, el día. Los componentes básicos del día –los instantes, segundos, minutos y horas- son para cada uno de nosotros de gran importancia.

¡Vive el instante!; pues allí adonde se dirige el hombre con sus sensaciones y pensamientos, va una parte de su conciencia; allí afluye también la energía de su alma y su energía física, y allí se va formando el contenido de sus sensaciones y pensamientos. Recordemos que todas las almas en los ámbitos de purificación, todas las almas encarnadas y sus envolturas –los hombres- reciben permanentemente informaciones que corresponden a su estado de conciencia. El día habla a cada hombre en su propio lenguaje –y todos pueden por ello comprender el día también en su propio lenguaje.

Sin embargo, el lenguaje del día de otro no puede comprenderlo cualquiera –salvo que haya grabado en sí mismo algo igual o similar, que sea activado al mismo tiempo por el computador universal o el computador causal-. Entonces es posible que dos personas se encuentren para hablar o purificar juntas lo que ese día, es decir en el ahora, está previsto para ellas. Repito. Todo se mueve conforme a leyes férreas –tal como los astros, también el computador causal, en el que la ley de siembra y cosecha está grabada. El graba todo lo que el hombre produce de negativo, e irradia remitiendo de vuelta, para cada hombre individualmente y también para cada alma en los lugares de purificación, lo que está indicado para ese día concreto.

El computador causal no impone al hombre un destino de un día al otro. Alma y hombre son exhortados una y otra vez por la ley eterna, el computador universal, a través del computador causal, antes de que suceda lo que el hombre mismo ha grabado en el computador causal. Antes de que, por ejemplo, se produzca una enfermedad u ocurra un golpe del destino, alma y hombre reciben muchos impulsos, advertencias e indicaciones. Quien vive en el instante, percibe estas advertencias y avisos. Dios, nuestro padre eterno, nos exhorta y avisa a través del computador causal. En el alma de quien entonces elimina con El a tiempo lo reconocido, se transforma parcial o totalmente lo que eventualmente habría caído en breve sobre él. También en el computador causal se borra eso entonces parcial o totalmente.

Asimismo, cuando existe una causa grave y el hombre tiene que cargar todavía con algunos efectos, porque esto sirve a la purificación posterior de su alma, puede estar seguro de que si a pesar de todas las contrariedades confía en Dios y se arrepiente de lo reconocido, pide perdón y perdona, tendrá que cargar sólo con una parte de esta causa grave, en forma de efecto. Pero quien no vive el instante y por eso no reconoce su conducta errada ni trabaja en ella, tendrá que cargar luego con todo el efecto –en el momento en que el computador causal irradie toda la causa, en forma de efecto.

Tengamos presente que lo que puede purificar un hombre en la Tierra, al alma con frecuencia sólo le es posible en largos “ciclos de luz”; pues en los lugares de purificación “los relojes funcionan de otra manera”. Allí no hay ni día ni noche, y las condiciones de luz son muy diferentes, de manera que también la irradiación entre el computador causal y el alma transcurre de otra manera.

Cuando el cuerpo terrenal fallece, esto es registrado por el computador universal y el computador causal. Lo que el computador causal ha grabado llega entonces como efecto al alma en grandes intervalos, ya que él se ajusta ahora únicamente a los “ciclos de luz”.

El refleja al alma desencarnada sus causas y el sufrimiento  motivado por ellas, en imágenes. Esto significa que en el alma desencarnada las causas creadas actúan con mucha más intensidad, ya que el alma misma tiene que vivir dentro y sobre su cuerpo de alma, todo lo que de sufrimiento ha ocasionado a su prójimo.

En el cuerpo terrenal habría tenido la posibilidad de dejar de lado faltas y pecados en el curso de días –en cambio, como alma desencarnada en los lugares de purificación, bajo determinadas circunstancias tan sólo es capaz de ello en largos inimaginables sufrimientos.

Como ser humano, el alma habría podido expiar más de una carga en el cuerpo físico; los dolores habrían sido más pequeños, pues más de una enfermedad o dolor puede experimentar alivio mediante remedios naturales o mediante tranquilizantes. En el reino de las almas, sin embargo, no hay medios para aliviar; allí nada puede ser amortiguado –pues el alma tiene que soportar el sufrimiento que ella ha causado a otros hasta que reconozca y se arrepienta de corazón. Y en tanto que el alma en la Tierra, en el cuerpo físico, recibe múltiples ayudas de la mano misericordiosa de Dios, en el reino de las almas no sólo siente dolores –de modo similar a como sucede en el cuerpo físico-, sino que también siente dolores y el sufrimiento de aquellos a quienes ha causado sufrimiento, dolor, penas o preocupaciones.

Al mismo tiempo tiene que ver y padecer en su cuerpo de alma las consecuencias de todo el alcance de su yo humano –y también lo que de ese modo ha producido en otros. El computador causal graba los datos y además los trae al cuerpo de alma en forma de imágenes que llevan en sí mismas dolor y sufrimiento. Estas imágenes adquieren en sus detalles viveza en el alma desencarnada. Ella siente en sí misma el sufrimiento de su propio yo y a la vez el sufrimiento que ha causado a otros.

Quien reflexione seriamente sobre esto y se hace consciente de ello, se sentirá motivado por ello y aprovechará su vida terrenal –el instante, los segundo, los minutos, las horas: los componentes básicos del día; pues son dones de la gracia de Dios. Quien vive en los componentes básicos –en los instantes-, se vive y se experimenta a sí mismo y paulatinamente empieza a vivir correctamente.

Sin embargo, quien no vive el instante, porque ocupa sus pensamientos con cosas inútiles –como por ejemplo con el pasado o con el futuro- o se inmiscuye en cosas que sólo competen a sus semejantes, es vivido por lo que él ha emitido en sensaciones, pensamientos palabras y obras.

Radio Santec

Juan Lama Ortega

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