Niñez y calidad del aire

Niñez y calidad del aire

09 Febrero 2021

Los niños están expuestos a la contaminación atmosférica, tanto al aire libre como en espacios cerrados. Chile aparece, en el Reporte Mundial de Calidad del Aire 2018, entre los cinco países con peores índices de contaminación.

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El niño es considerado un indicador ambiental sensible. A tal idea invita a pensar el psicopedagogo y dibujante italiano conocido por sus libros sobre el papel de los niños en el ecosistema urbano Francesco Tonucci cuando señala que, si en una ciudad se observa niños que juegan y pasean solos, significa que la ciudad está sana; si no es así, es que la ciudad está enferma. Una ciudad donde los niños están por la calle es una ciudad más segura, no sólo para ellos sino también para todos los ciudadanos. Su presencia activa en ella anima a los pares y aleja el riesgo que suponen los automóviles y otros peligros externos. 

Es por ello que, cuanto hablamos de desarrollo infantil, la contaminación del aire no constituye un factor secundario. De acuerdo con UNICEF, para la primera infancia el impacto de la contaminación del aire interior (en las viviendas u otros espacios cerrados) es claramente mayor a lo que ocurre en edades posteriores. Así, en el mundo, para los menores de 5 años se estima en alrededor de 531.000 las muertes asociadas a contaminación del aire interior, y en 127.000 aquellas asociadas a contaminación del aire exterior.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 3.8 millones de personas mueren prematuramente cada año por la contaminación de aire doméstico (2016). Este tipo de contaminación interna se debe principalmente al uso de queroseno y combustibles sólidos como madera en estufas contaminantes, hogueras y braceros, siendo las mujeres y los niños los más expuestos. Pero también está la contaminación externa, derivada principalmente de la combustión de combustibles fósiles, los procesos industriales, la incineración de residuos, las prácticas agrícolas y los procesos naturales como los incendios, las tormentas de polvo y las erupciones volcánicas

Los niños están expuestos a la contaminación atmosférica, tanto al aire libre como en espacios cerrados. Datos de dicha organización internacional evidencian que la contaminación del aire tiene varios efectos en la niñez. Solo por nombrar algunos, vale destacar la posibilidad de nacimientos prematuros o de bajo peso, menor desarrollo neural, asma e infecciones respiratorias, algunos tipos de cáncer y deterioro de la salud en la etapa adulta, entre otros. 

A su vez, históricamente se ha presentado una vinculación entre contaminación del aire intradomiciliario y pobreza, por el uso de leña como combustible para calefacción y cocina. A nivel mundial, se ha observado una tendencia hacia una disminución de la contaminación intradomiciliaria -propia principalmente de países de ingresos medios y bajos. Sin embargo, se observa un aumento de la contaminación del aire exterior y otras formas de contaminación asociadas al crecimiento inorgánico de las ciudades. 

Si traemos la realidad precedente a Chile, constatamos que, en el en el Reporte Mundial de Calidad del Aire 2018, aparece entre los cinco países con peores índices de contaminación (junto con Perú México, Brasil y Colombia). Entre las capitales con peor calidad del aire, Santiago ocupa el lugar 20 (mientras Lima el 20; Ciudad de México el 30 y Bogotá el 44). Además, de las diez ciudades más contaminadas, nueve son chilenas. En nuestro país, para el año 2020, 87,4% de niños, niñas y adolescentes viven en zonas urbanas presentándose, de esta forma, como particularmente expuestos a la contaminación externa. 

Si bien en Chile hemos logrado ciertos avances, sigue siendo un grave problema. La maratón electoral por el número de elecciones que se registrarán durante el año 2021, además del histórico proceso constituyente en curso, se convierten en un momento apropiado demandar, exigir e impulsar propuestas en conjunto con la ciudadanía, con el objetivo de mejorar la calidad del aire para todos pero, principalmente, para los niños, los más afectados.  

Por Donatella Fuccaro Tellechea, Experta Hay Mujeres en gestión ambiental de territorios.

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