La importancia de terminar con el pasado

La importancia de terminar con el pasado

06 Octubre 2012

Quien ha superado el pasado no siente cómo se le van los años, envejece, pero jamás será viejo. Esta persona no echará de menos la juventud, porque vive sus ideas conscientemente, también sus días y años.

Juan Lama Ortega >
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Los animales no saben de su edad ni tampoco saben del envejecer, ¿por qué? Porque no forman un pasado en el que las decepciones, amarguras y los miedos conforman la imagen futura y con ello la vejez. Ellos viven en el presente, en el espíritu de la naturaleza. Nuestro cuerpo se marchita, envejece, pero se hace viejo sólo a raíz de nuestros deseos, de los pensamientos contrarios a la ley divina, y a causa de nuestros miedos y preocupaciones por nuestra vida. Quien ha superado el pasado no siente cómo se le van los años, envejece, pero jamás será viejo. Esta persona no echará de menos la juventud porque vive sus ideas conscientemente, también sus días y años, no con temor por el mañana, ni con miedo por lo que podría surgir aún de un pasado con cosas pendientes de solucionar.

Cuando más sentido ha tenido nuestra vida en la Tierra, tanto más jóvenes seguimos siendo, hasta haber alcanzado incluso una edad avanzada. A aquel que madura hacia el otoño de su existencia, se le recomienda echar una mirada retrospectiva, para con Cristo, con Su fuerza que ayuda y está siempre presente, terminar con el pasado, con todo aquello que hoy le ocupa todavía y entregarle así su juventud pasada al gran Espíritu eterno.

Una actividad espiritual conduce a tener energía de acción hasta una edad avanzada, porque el cerebro permanece activo y es irradiado por la fuerza de vida creativa. A más tardar en la mitad de nuestra existencia terrenal deberíamos preguntarnos: ¿Cuánto nos hemos esforzado a lo largo de nuestra vida, en procurar alcanzar lo humano, es decir lo externo, lo material o por el contrario cuánto la interiorización, una conciencia espiritual más elevada? Esta decisión es de vital importancia, pues justamente entre los 35 y 42 años es posible hacer un nuevo y fundamental cambio de vida...”

Las siguientes preguntas nos dan indicaciones sobre nuestro modo de pensar y comportarnos: ¿Por qué permanecemos en  pensamientos más en el pasado que en el presente?, ¿qué esperamos del futuro? Cuan a menudo dice un anciano: “Estoy muerto de cansancio”, o bien “Ya no puedo más, ya no quiero más” y se deja llevar como un anciano decepcionado del mundo. Mientras más pensemos así, le damos a nuestro cuerpo la programación de marchitarse, de rendirse ante la vejez, de modo que la persona envejece irremediablemente y por último se hace vieja. Quien ha seguido siendo joven en el interior, como persona mayor es considerado y paciente, especialmente con la juventud, pues él mismo ha experimentado que se debe dejar libre a la juventud para que siga su  propio rumbo de vida.

Otra regla espiritual interna básica es no ponerse jamás los zapatos del ayer, esto es de retroceder, es decir jamás mirar hacia atrás, sino solo hacia adelante, también en la conciencia de que Dios nos espera en lo profundo de nuestra alma, que Cristo desea abrirnos el portal hacia la vida interna, que podemos traspasar a través de Su conducción y Su fuerza. También es importante poner cuidado en el aspecto externo. Sin un cuidado externo la imagen interna de la juventud no puede desarrollarse ni tampoco se la puede conservar viva. En lo externo podemos acentuar la imagen interna tanto como nos parezca conveniente. Las siguientes frases nos podría ayudar en nuestra vida: “Una postura erguida es una señal de sinceridad frente a sí mismo y a sus semejantes / Las  personas con una postura sincera (erguida) son casi siempre los que sobresalen en las conversaciones. Observémonos a nosotros mismos”. 

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