La batalla por Aysén

La batalla por Aysén

08 Marzo 2011

Hoy lo que se pretende hacer con Aysén es una abominación que no se puede permitir en un Estado de Derecho vigente, en una democracia plena, activa y participativa, en que una transnacional pretenda destruir lo más preciado del territorio.

Andrés Gilmore >
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La batalla por Aysén comenzó en el momento en que el primer colono entró al territorio a principios del siglo pasado desde la Argentina y decidió que éste sería su lugar para vivir y proyectarse, basándose en esa decisión se podría decir que en ese instante comenzó la batalla por Aysén. Ha sido una ardua tarea desde esos tiempos y en cada momento de su historia ha tenido sus incertidumbres y sus peculiaridades, pero lo que vivimos hoy con la posibilidad de que HidroAysén destruya ese camino recorrido, con la intención de represar los ríos Baker y Pascua y la construcción de cinco represas, es sin duda, algo de vida o muerte para el territorio, que marcará los destinos de mucha gente y sin duda de concretarse el proyecto, destruirá todo lo construido en una región de excepción, que se merece el respeto y el reconocimiento, por su significancia y su proyección. 

En los comienzos de la colonización la vida fue dura y literalmente fue una batalla por la sobrevivencia contra el medio, el clima, la falta de preparación, de apoyo y de herramientas para tan importante y desesperada empresa. Aysén territorio de inviernos largos y veranos cortos, que fue domada por gente que salió del latifundio del sur del país, que vio en el territorio una oportunidad una esperanza de comenzar, que marcaron a fuego y para siempre la vida de estos aventureros, que en pos de ello transformaron sus vidas en leyendas.

En contra partida, estos aventureros fueron seducidos y regalados en vida por la hermosura de sus paisajes, sus interminables montañas, los faldeos de las montañas de lenga, sus campos de hielos, sus ríos y lagos de aguas limpias y puras, con hermosos coigües en sus orillas, que hacen que sea tan especial este Aysén y que tantos a pesar de su dureza y su difícil ubicación, caigan cautivados por sus escenarios y sus atributos, pero por sobre todo por la esperanza de tomar el paraíso perdido de la Trapananda de Aysén, como se conoce en Aysén el paraíso perdido.

La  gran batalla en sus comienzos  se dio en pos de consolidar el territorio en su forma y asentar las bases de su identidad cultural, haciendo del territorio una propiedad nacional y más aun, una vía chilena y consolidarlo como algo nuestro, con carácter e idiosincrasia de una región chilena habitada por chilenos.

Esa batalla la dieron “los que llegaron primeros”, como son reconocidos los primeros hombres y mujeres que se adentraron en el territorio, en busca de su destino en Aysén, que entraron desde la Argentina en pos de su futuro y de una esperanza cierta, que todo hombre tiene la oportunidad de un futuro mejor si tiene la oportunidad y las ganas.

Lograron su objetivo e hicieron del territorio algo consistente, con identidad propia, reconocible y sustentable, con una cultura especial, mezcla de chileno y argentino, que es igual a un aisenino completamente diferentes de las dos nacionalidades, pero con trazos reconocibles fusionados, que permitió a las generaciones futuras marcar la diferencia y consolidar su futuro, obteniendo la gran oportunidad de salir adelante y  consolidarse como personas de bien, cuando no tenían nada y lo querían todo.

Aysén desde esos comienzos se asentaron las bases económicas del desarrollo y su forma, creando las condiciones adecuadas y logrando el reconocimiento del Estado de Chile, que les fue otorgado oficialmente  en el año 1970, año en que los colonos recibieron sus títulos de dominio y pasaron de “colonos” a “pobladores” reconocidos, pero no solo en teoría, si no a través de la demostración práctica que se la podían, logrando un desarrollo importante en lo económico y lo social, basado en la crianza de ovejas y vacunos, con sus sub-productos, llegando a posicionar a la región en los años ‘50, ‘60, ‘70 y ‘80 del siglo pasado, en uno de los mayores centros productores de lana y ganado de engorda para consumo del país, transformando a Aysén en una economía estable y de proyección.

Estas generaciones de hijos de colonos que dieron su batalla, por ellos mismos, pero que a la vez proyectaron el territorio y lo transformaron en región, lograron un punto de desarrollo de gran vitalidad, que posibilitó una interesante calidad de vida, que sorprende a los días de hoy, por su perspectiva y su alta proyección económica.

A mediados de los noventa, empresarios espontáneos que basados en las ganas y el amor por Aysén y su forma de vida, comenzaron el desarrollo del turismo de intereses especiales, como una alternativa viable de consolidación económica y social que ha permitido posicionar a la región, involucrando a la población en general en esta actividad, que consolidó a Aysén al día de hoy y ha permitido hacer una reconversión estable y de calidad en la gente de Aysén y que ésta estuviera al alcance de todos.

A esta batalla se ha incorporado otra más importante y que es de una trascendencia vital para la sobrevivencia del territorio y su forma de vida y de concretarse, nos podría destruir, que ha sido la intervención de la empresa HidroAysén y su intención de represar los ríos Baker y Pascua.

Esta batalla como se le ha denominado en Aysén, a esta altura se ha transformado en una guerra por la sobrevivencia y es, sin duda, la más fundamental que se tenga conocimiento en la historia del territorio, desde los mismos tiempos de la colonización y es aun más importante que la misma colonización, porque marcará nuestro destino en uno u otro camino, entre la depredación y la extinción de lo que conocemos hoy en Aysén.

Hoy la proposición de HidroAysén implica la intervención de nuestros ríos y la destrucción que con ello conlleva, negando el respeto por Aysén y su medio ambiente y su calidad de vida, que marcará en caso de salir airosos, un precedente vital ante lo que consideramos como un desarrollo que respete la premisa fundamental, de que no puede existir justicia social, sin justicia ambiental.

En Aysén hoy no se tiene confianza en los procesos de evaluación y del Estado de Derecho reinante, que aunque el artículo 19 en el inciso número 8 de la constitución, resguarda y asegura a toda persona el derecho a vivir en un medio ambiente limpio y saludable y que el Estado velará por ello. Hoy lo que observamos en Aysén es una falta de respeto total por nuestra cultura y por nuestros procedimientos, que hacen que Aysén, su cultura y su gente, no tengan una validez económica y social ante el país y menos el respeto que se merece como región poblada y consolidada con una proyección clara y consecuente.

Hoy lo que se pretende hacer con Aysén es una abominación que no se puede permitir en un Estado de Derecho vigente, en una democracia plena, activa y participativa, en que una transnacional pretenda destruir lo más preciado del territorio, como lo es su calidad escénica y medio ambiental y por consiguiente, la calidad de vida de los pobladores y su derecho a desarrollarse bajo los preceptos de vida que respeta su cultura y sus procedimientos y más aun, que esta empresa sea propietaria de los derechos de agua contra todo sentido común y estratégico de país, de la independencia de todo país de la pose de un bien como el agua, que sin duda hoy es estratégico. Hoy la problemática y la crisis energética que vivimos en el país, es una oportunidad real de hacer las cosas bien y marcar un precedente en la forma en como queremos que se haga nuestro desarrollo de país, que tenga la capacidad de ver mas allá y lo que nosotros en Aysén vemos desde lejos, el gobierno no es capaz de ver desde cerca.