Salvagusto Allenchet: La fusión que traería la alegría a Chile

11 Septiembre 2015

"Allenchet no existe, es una tontería para hacer reír, pero su valor es real. La gente necesita creer en un Chile mejor, que no se conseguirá votando por el mal menor, o esperando que haya un milagro y nos toque un presidente bueno".

Nacho Berath >
authenticated user Corresponsal

Nota: Esta es una columna de realidad-ficción, sobre todo ficción. Tómesela con humor (o con Armonil).

Llega un nuevo 11 de septiembre y mi hija cumple trece, el tiempo se pasa volando y la veo hacerse señorita. Pero no me referiré a ella, sino a que los izquierdistas y derechistas se pelearán a botellazos, piedras, rayos laser y magia negra. Pero este tipo de cosas no pasaría, si hubiésemos tenido un líder entregado al equilibrio entre la sabiduría, la paz y la armonía. Aquella fusión se le conoce como el gran líder Don Salvagusto Allenchet.

Expertos sociólogos que me encontré trabajando en el Burger King, me contaban que tanto la izquierda como la derecha no representaban nada bueno para el país por sí solas, y en las manos equivocadas, combinadas sale peor. Pero si el centro estuviese liderado por la imagen de Allenchet, la gente del país tendría una mejor evolución y destino. Juan Andrés Salfate, estudioso del tema de Allenchet, describe al líder cómo: “Una persona que ama a Estados Unidos, pero quiere educación y salud gratuitas. Garantizaría igualdad para todos, pero sólo en derechos, pues permitiría las deudas si se quiere comprar un Tablet en cuotas”.

Por lo escuchado, el mundo sería igual que ahora, con internet, felicidad extrema. No existirían flaites ni violencia. Los animales no estarían en peligro de extinción y al proteger nuestros recursos, nos convertiríamos en potencia mundial. Aprenderíamos a cuidar la naturaleza, a no ser unos guatones cochinos sin dientes, a no ser superficiales (valga la contradicción) y por si fuera poco, todos los demás países querrían venir a vivir aquí, pero si hacen algo malo irían presos, pues la delincuencia ya no sería nuestro deporte nacional.

Los extremos son los que han llevado a Chile de ser la copia feliz del edén, a ser el calco imperfecto de un cáncer. Pasamos a ser orgullosos de nuestro folklore, a ser fetichistas de todo lo que defeca Estados Unidos. Allenchet no existe, es una tontería para hacer reír, pero su valor es real. La gente necesita creer en un Chile mejor, que no se conseguirá votando por el mal menor, o esperando que haya un milagro y nos toque un presidente bueno. Mucho menos tirarle piedras a las casas de la gente pobre, ni saquearlos. Como ciudadanos debemos olvidar las asperezas y luchar por vivir en un país más limpio y educado, brillante como el cristal. Pero, en lo personal, mejor no me haga caso, tal vez exagero y el país estaba bien y yo estoy mal. Si es así, permítanme encerrarme en un manicomio.