Regionalización: el silencio de los inocentes

Regionalización: el silencio de los inocentes

15 Diciembre 2013

El colmo del centralismo se está definiendo en estos instantes en Valparaíso y cuando acabamos de elegir directamente los Consejos Regionales, estos órganos representativos del poder regional PERDERÁN casi todo su valor.

Fernando Verdugo >
authenticated user Corresponsal

El ser repetitivo es un defecto, qué duda cabe, pero apuesto a que el trasfondo de una repetición puede invalidar el “pecado natural”.

Por ejemplo cuando el motivo es que la causa regionalista, esa que no constituye partido político, sino programa de gobierno, bien merece la pena pelear, sobre todo si el clamor nace y se reproduce desde la provincia.

Sucede que este Gobierno impulsa en el parlamento una ley que cambia algunos aspectos de la Ley de Gobierno y Administración Regional, la que rimbombantemente ha sido anunciada como una “profundización” de la regionalización, un “nuevo impulso” a las regiones, pero que esconde un centralismo que poda dramáticamente el poder de decisión regional.

Que se entienda, no sólo no lo deja igual, sino que termina con potestades que hacen toda la diferencia en el tener o no capacidad de decisión regional.

Una primera arista, tal como lo señalara en nuestra anterior columna “El poder de las regiones después de la elección”, que ratifica lo que escribiera a fines del año 2012 en la columna de El Rancahuaso, “Elección de los COREs, o cómo el voto pierde valor”, se trató de la elección de los Consejeros Regionales. Toda la culpa de los males de la deficiente regionalización y el excesivo centralismo, pareció estar ligado a la generación por elección indirecta de los CORE.

Por ello se decidió dar un primer paso forzado en el proyecto de ley del Gobierno y aprobar la elección directa de los Consejeros Regionales, calzando provincias, obligando a “hermanar” campañas con los parlamentarios, dejando en una posición incómoda a aquellos candidatos que no contaban con “padrinos o madrinas”.

Ahora el parlamento discute los “otros” artículos que implican, ni más ni menos que, retirar poderes a los Consejos Regionales y entregárselos a los Intendentes, quienes por definición representan a la Presidencia de la República en los territorios regionales y no al revés. Por lo tanto, con cada nuevo poder esquilmado a los Consejos Regionales a favor de los Intendentes, se le entrega mayor potestad al Ejecutivo, que desde Santiago podrá imponer sus términos en áreas tan variadas y vitales como la definición de los Anteproyectos Regionales de Inversión, los Proyectos de Presupuesto de la Inversión Regional, los Planes de Ordenamiento Territorial (imaginen a esos frenéticos técnicos y expertos santiaguinos, definiendo el ordenamiento territorial regional). Así mismo, el vicario del Poder Ejecutivo central definirá solo ante sí (y el Poder Ejecutivo) la Estrategia de Desarrollo Regional!

Así como lo lee.

El colmo del centralismo se está definiendo en estos instantes en Valparaíso y cuando acabamos de elegir directamente los Consejos Regionales, estos órganos representativos del poder regional PERDERÁN casi todo su valor, frente a nuestros ojos.

Los parlamentarios hoy ya no sufren la presión de los electores para favorecer el poder regional y con una segunda vuelta encima y Navidad y Año Nuevo a la mano, el destino de esta ley que perjudica a las regiones tiene riesgo de ser aprobada en silencio.

Ser repetitivo puede ser un defecto, pero cuando hablamos de regionalización y en contra de la corriente centralista que se cocina en el parlamento, ser repetitivos puede ser una virtud, la virtud que nos distinga de un silencio ciudadano tan parecido a la estupidez.