El costo que el Movimiento Estudiantil va a pagar al marchar junto a los desgastados rostros que no quisieron cambiar Chile es altísimo. El dicho “dime con quién marchas y te diré quién eres” puede ser injustamente usado como nuevo intento por desprestigiar el movimiento ciudadano más exitosamente cohesionado y coherente que ha nacido en el país de los últimos tiempos. Pero por sobre todo un movimiento que ha sabido hacer una lectura de la sociedad bastante más efectiva que la que han logrado las élites que están y han estado en el poder. Para la envidia de muchos, los estudiantes si buscan influenciar la opinión pública y no solo guiarse por ella.

Las imágenes muchas veces valen más que mil palabras. Una imagen de los líderes estudiantiles marchando junto al desgastado ejercito de rostros que conducen algunos partidos de oposición y sindicatos va sin duda en contra del objetivo final que no solo busca cambiar el paradigma educativo sino que también cambiar Chile en su forma y fondo. Además, entrega tanto al gobierno como a otros detractores nuevas armas para ignorar y desprestigiar las demandas ciudadanas.

Ya la militancia de Camila Vallejo en el Partido Comunista ha generado efectos negativos y puntos débiles dentro del movimiento. Su militancia y la de otros en un partido político no deben ser algo negativo, muy por el contrario, una virtud. Sin embargo para los millones de chilenos que no perdonamos los vicios que han hecho de la actividad partidista uno de los desempeños peor evaluados de nuestro país, ver a los “sospechosos de siempre” abriéndose camino hacia el frente de la marcha nos causa una repugnancia inevitable.

Estos desgastados rostros son amantes del sistema binominal, escépticos de la participación real de los ciudadanos, sanguijuelas de los árboles genealógicos y comulgantes de ese modelo estático que les garantiza la permanencia y perpetuidad donde lo estimen.

El acoplamiento de los líderes que encarnan lo que ya no queremos y sus coletazos por aparecer como protagonistas responde a una búsqueda de imágenes favorables. Buscan hitos que les sirvan como escudo para defenderse del enojo que muchos tenemos hacia quienes en algún momento nos hicieron sentir representados pero que silenciosamente se transformaron en defensores de las causas erradas y que priorizaron la lucha por logros individuales más que por la causa de los colectivos que representaban.

Todos podemos marchar, pero también podemos decidir junto a quién lo hacemos.