El pueblo avanza sin partidos

El pueblo avanza sin partidos

04 Junio 2012

Los partidos deberían ser las escuelas formadoras de la civilidad, de la verdadera ciudadanía, con valores y ética sociales. Ello sumado a los esfuerzos del gobierno en la propuesta de primarias, de financiamiento público, de voluntariedad del voto.

Jorge Acuña >
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Después de un tiempo sin escribir quisiera manifestar mi profunda preocupación respecto al estado de la política en nuestro país. De lo que se puede apreciar en las últimas encuestas políticas, tanto los partidos de la Concertación y de la Alianza están con niveles de aprobación por el suelo, así como también gozan de la más profunda desconfianza de parte de la opinión pública respecto a la capacidad que tienen para solucionar los problemas que ellos consideran importantes para el avance y progreso social y económico. Cabe señalar que esa disconformidad no sólo recae en los partidos políticos, sino en toda la clase política nacional y en otras importantes instituciones que resguardan nuestro Estado de Derecho, como los tribunales de justicia y la administración del Estado.

Pero en este momento sería bueno conversar sobre qué es lo que sucede con nuestra política. A veces uno ve esas cifras de apoyo que mencionábamos y lo atribuimos a un simple estado de prejuicios con que la población ha calificado a la política desde siempre. Podríamos considerar que todo es producto de una especie de consistente ignorancia de la población sobre los temas de actualidad nacional, exacerbado hoy por una deficiente calidad de la educación y una banalización de los medios de comunicación.

Dividiendo el campo de acción política en tres partes, la ejecutiva, la parlamentaria y la de bases, hay un factor que ha incidido profundamente en esta crisis de legitimidad de la política, la mala comunicación. Desde el ámbito del ejecutivo la incapacidad de informar llevando el mensaje de forma concreta ha fallado en cuanto a su extensión y a su forma. En cuanto al fondo no podemos decir nada, sólo reforzar la idea que el fondo del mensaje es la política pública, el beneficio, el objetivo o el mensaje estratégico que se quiere entregar. Pero en cuanto a su forma, no podemos seguir permitiendo que las autoridades en La Moneda y en los gobiernos regionales no sean capaces de entender los momentos y las razones de los pensamientos colectivos de la sociedad chilena. No puede ser que todavía no se imponga la razón de defender la obra y las ideas de un determinado sector político y se pretenda que el servicio público es el desafío de perfeccionar la tecnocracia. Eso no es entender nada y muchos en el actual gobierno no terminarán de hacerlo. En esos casos deben retirarse. Por otro lado, la extensión del mensaje no puede quedarse encerrado en un determinado espacio social. Los avances de los logros del gobierno deben extenderse a la clase media, sin tener miedo de la retroalimentación que pueda existir. Pareciera que existe un temor de enfrentarse a personas con más capacidad de cuestionamiento, con más capacidad de análisis crítico. Esa es la gracia de la política, debatir, compartir las ideas, enfrentarlas para generar el consenso y el perfeccionamiento de los proyectos políticos. Eso tampoco ha sido entendido, sobre todo en los gobiernos regionales. Lo mismo sucede en el ámbito parlamentario. No ncesitamos de ellos farándula, sino fiscalización y legislación.

Lo más preocupante a mi modo de ver es lo que pasa en los partidos políticos. Hay consenso entre los más entendidos que son un elemento fundamental del sistema democrático, por cuanto a través de ellos se van recogiendo las aspiraciones y preocupaciones sociales, las que desde el prisma ideológico pertinente de cada partido, son plasmadas en un proyecto con propuestas de avance y desarrollo nacional. Pero hoy sucede eso exactamente? Yo creo que no. Porque los partidos no están haciendo política, porque no se están interesando en lo que está pasando. Quizás a nivel nacional los partidos sean capaces de analizar las grandes problemáticas y las grandes oportunidades que presenta el futuro, pero resulta patético lo que están haciendo nuestros partidos a nivel comunal. Los caudillos enquistados han logrado frenar la renovación de cuadros militantes, la generación de ideas y proyectos, generando un círculo vicioso en que finalmente los que dirigen una sede pueden llegar a ser los mismos durante décadas.

Hoy los partidos tienen que competir con ONGs, corporaciones o fundaciones que se encargan de tomar en sus manos distintos temas y ponerlos en acción para lograr sus objetivos. Leyes como la 20500 sobre participación ciudadana y la 20285 sobre transparencia más la acción fiscalizadora parlamentaria le han quitado la capacidad a los partidos de representar a los habitantes de un determinado lugar. La gente busca solucionar sus asuntos recurriendo a redes sociales, a cuerpos intermedios, a la simple unión entre los comunes. Me parece estupendo que la gente se sienta empoderada, pero lo partidos tienen una función que cumplir y sus líderes no parecieran estar acusando recibo del encargo. Renovación, participación ciudadana, posicionamiento de temas y educación cívica deberían ser los pilares de la nueva actividad partidista. El entrenamiento de ciudananos críticos y políticos comprometidos. En fin, los partidos deberían ser las escuelas formadoras de la civilidad, de la verdadera ciudadanía, con valores y ética sociales. Ello sumado a los esfuerzos del gobierno en la propuesta de primarias, de financiamiento público, de voluntariedad del voto, etc. debería ser el punto de partida del renacimiento del interés político en la población.

No podemos seguir volteando la cabeza ante esta situación, justificando la inactividad en que estos temas no le interesan a la gente. Con eso seguimos dándole al círculo vicioso. Seguimos dándole afrecho a los que cómodamente se instalan en las directivas partidistas a hacer nada. Seguimos dándole espacio a los populistas y demagogos. Seguimos legitimando a los antisistema. Como dijo uno de los insignes exponentes del liberalismo chileno, Jorge Errázuriz: “Los dinosaurios tienen que dar un paso al costado.” Los dinosaurios, los interesados, los inútiles y los retrógados. Si no es así, el pueblo unido seguirá avanzando sin partidos.

Comentarios

Imagen de Mario  Enrique Contreras Silva

MANDATARIO, Y MANDANTE SIN

MANDATARIO, Y MANDANTE SIN NINGUNA FACULTAD.

 

POLÍTICA.- Es una actividad empresarial, realizada por organizaciones bajo el  paraguas de organizaciones sin fines de lucro( se pueden perseguir utilidades, ganancias, pero no pueden ser distribuida como retiros o dividendos:

POLÍTICO.- Es una actividad lucrativa, en razón de que su ejercicio no necesita  un titulo  otorgado por una institución de Educación Superior(Universidad de cualquier tipo, instituto profesional o centro de formación técnica, también se puede denominar mandatario, pero especial, ya que no acata instrucciones de su mandante.

Normalmente los actores que desarrollan una actividad lucrativa,  tienen clientes, los cuales se obligan a pagar por un servicio prestado por los agentes que desarrollan actividades lucrativas y su monto estará determinado por la importancia y calidad del servicio y su duración normalmente es de un mes.

Los políticos que son personas, que no son profesionales(ya que no  tienen un titulo de políticos, otorgado por una institución de educación superior), en vez  de ser contratado  por elegidos por ciudadanos, sus beneficios y compensaciones son pagadas por el Estado, no acatan instrucciones de sus mandantes y sus contratos  tienen una duración superior a los 30 días.

Existen algunos casos en que renuncia a sus cargos  obtenido por la suma de votos y sus camaradas, pueden aprobar su ascenso, ejemplo renuncia como diputado y designado senador.

CIUDADANO.- persona natural que concurre a un recinto de votación hace una raya frente a un nombre  de su agrado para que ocupe un cargo político y normalmente hasta este punto llega la relación del mandante que  también se llama ciudadano,  el cual carece  de toda facultad ante su mandatario