No pocas veces he escrito en este medio, así como en otros, respecto de  la falta de cuidado y preocupación absoluta que tuvo el alcalde Soto en relación a los daños sufridos por los liceos María Luisa Bombal y Oscar Castro luego del terremoto y que significó el desplazamiento de  la comunidad educativa de ambos establecimientos  a otros que, a su vez, tuvieron que moverse o convivir con nuevos estudiantes reduciendo  a veces la jornada escolar, en espacios hacinados, mientras nuestro alcalde inauguraba plazas deportivas, realizaba shows, difundía “su gestión” amplia y profusamente en los medios, repartía giftcard, vales para mercadería y gas, con el apoyo de cerca de mil millones de pesos que le entregó la mayoría del Concejo para ello.

No pocas veces le reclamamos en el pleno sobre su gestión deficiente respecto de la solución a ambos problemas que frecuentemente despertaban la indignación de los propios estudiantes, docentes y apoderados, bajo distintas fórmulas: hacinamiento, problemas de convivencia, accidentes escolares, etc., y que se expresaban en protestas reiteradas.

Pues bien el reciente desalojo de la toma de los estudiantes del M.L.B. es un claro ejemplo no solo de la ineptitud de Eduardo Soto en la solución del problema sino devela, además, la forma como la UDI entiende la convivencia democrática que incluye, también, el legítimo derecho a protestar. La orden emanada desde la alcaldía (Soto nos admitió en Concejo que la orden fue evacuada por Leonardo Fuentes, su subalterno en la Cormún y que él, “asumía toda la responsabilidad de los hechos”) revela, de paso, tal cual como sucede en Santiago con Zalaquett, la política “popular” del gremialismo: concluir legítimas demanda planteadas por los estudiantes a  punta de palos y bayonetas, o, en su defecto, castigando duramente a quienes lideraron las tomas del 2011, como ocurrió en el Liceo Oscar Castro. Es su forma de entender  a los movimientos sociales y de paso criminalizarlos, como se pretendió hacerlo estos días en Rancagua pero que no funcionó por la prueba de las evidencias: alumnos de menos de 14 años saliendo esposados del liceo, desnudados luego en la comisaria al margen de todo procedimiento que han llevado al propio Soto a admitir este error y que, si este es realmente sincero, debiera expresarse en una sanción a quien ordenó tal medida. 

Porque, además, en el caso de ambos liceos hay razones de sobra para estar molestos: pasaron prácticamente todo el periodo edilicio actual sobreviviendo, como pudieran, en otros sitios, mientras el alcalde no se andaba con chicas si de gastos publicitarios, producción de eventos, o regalos se trataba.

La deficiente gestión de Eduardo Soto en este tema, es un débito que tiene con la ciudadanía de Rancagua y esperamos que la evaluación de su gestión sobre este tópico,  se exprese nítidamente el próximo 28 de octubre, más allá de la parafernalia publicitaria puesta en escena y en la que sí, nuestro alcalde es el mejor de Chile.