Cuenta Pública 2020: Una oportunidad perdida para la educación

04 Agosto 2020

Frente a la oportunidad histórica de proyectar el país que queremos ser, habríamos esperado que la educación fuera un eje central de la Cuenta Pública, para profundizar en los cambios necesarios y así construir un Chile para todos y todas

Educación 2020 >
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En la última Cuenta Pública Presidencial, uno de los años más difíciles por el que nos ha tocado transitar en nuestra historia republicana, la máxima autoridad nacional ha dicho: “debemos poner la calidad de la educación en el centro de nuestras prioridades. Para ello debemos fortalecer un sistema, en que tanto el Estado como la Sociedad Civil, garanticen la calidad, equidad, y diversidad de los proyectos educativos”. Por supuesto, concordamos en que la calidad y la equidad son elementos claves a resguardar, más aún en un contexto como el actual, considerando los grandes desafíos que ha impuesto la educación a distancia y los notables esfuerzos que los distintos actores de las comunidades educativas están haciendo para mantener el vínculo con las y los estudiantes.  

Por otro lado, y especialmente frente a la oportunidad histórica de proyectar el país que queremos ser, habríamos esperado que la educación fuera un eje central de la Cuenta Pública, para profundizar en los cambios necesarios y así construir un Chile para todos y todas. Lamentablemente, esto no sucedió y nos quedamos con el sabor amargo de una oportunidad perdida.

Analizamos esta Cuenta Pública, revisando, en primera instancia lo anunciado por el Presidente y luego, lo que, como Educación 2020 esperábamos escuchar de un discurso donde la calidad y la equidad de la educación debió estar en el centro de las prioridades. 

Lo que se dijo

En materias de educación, la Cuenta Pública mencionó temas vinculados con los Liceos Bicentenarios, Sala Cuna Universal, kínder obligatorio y modificaciones al Sename. Sobre lo anterior, se dijo: 

  • “Debemos mejorar la calidad y pertinencia de la educación escolar y técnico profesional. La experiencia de los Liceos Bicentenarios muestra los buenos resultados del compromiso compartido de directores, profesores, padres, apoderados y estudiantes con la calidad de la educación. Este año nos acercaremos a los 300 Liceos Bicentenarios de Excelencia en todas las regiones de nuestro país y seguiremos creciendo”. 

  • “Nuestra misión como Gobierno es apoyar a los padres y madres para que no tengan que elegir entre la parentalidad y el trabajo. Para lograrlo, enviamos un Proyecto de Ley que garantiza el derecho universal a la sala cuna para todos los hijos de madres y padres trabajadores”. 

  • “Hemos continuado la senda de gobiernos anteriores en la ampliación y fortalecimiento de nuestro sistema de educación preescolar enviando un Proyecto de Ley que establece el kínder como nivel educacional gratuito y obligatorio, elevando a 13 los años de escolaridad para todos los niños y niñas de Chile”.

  • “Chile está en deuda con sus niños, y muy especialmente con aquellos cuyas vidas y bienestar fueron confiados al cuidado del Estado. Hemos impulsado el reemplazo del Sename por dos nuevos y modernos servicios: el Servicio de Protección a la Niñez y el Servicio de Reinserción Social Juvenil”.

Sobre los anuncios en torno al modelo de Liceos Bicentenarios, nos preocupa que no sea entendido como un piloto para escalar, en un corto plazo, a todos los liceos, sino una opción para unos pocos para acceder a un establecimiento de calidad. Desde Educación 2020 queremos que en todos los liceos del país haya un compromiso compartido de todos los actores por la calidad de la educación, no solo en algunos que han sido elegidos para ello. Queremos que cuando se diga “los niños y niñas primero” realmente sean todos los niños y niñas, entendiendo la educación como un derecho y no un privilegio.

No hubo menciones a proyectos o medidas concretas para fortalecer el sistema educativo, a pesar de ser un área clave para el desarrollo del país, en condiciones normales y, más aún para su recuperación tras el impacto de la pandemia, tocando lo más íntimo y prioritario para las familias: sus hijos e hijas. Con la falta de anuncios en esa materia se pierde una oportunidad histórica  a la hora de dar un salto en innovación pedagógica frente a un nuevo contexto, y el espacio para potenciar las competencias de docentes y directivos y de vincular más que nunca las familias con las escuelas, frente a un desafío común. 

Tampoco hubo menciones específicas al cumplimiento de compromisos del plan de Gobierno, que podrían haberse actualizado en función de los desafíos impuestos por la pandemia, desafíos que refuerzan más que nunca la idea de que la educación es una pieza clave para el desarrollo de nuestra sociedad. 

Lo que esperábamos escuchar

Lamentamos la ausencia de medidas que impulsen las transformaciones educativas adecuadas para que nuestro sistema avance en calidad y en condiciones de equidad, aprovechando los aprendizajes generados por la pandemia. 

Otros ausentes en la Cuenta Pública: 

  • Compromiso con la educación parvularia: 

    • El Presidente indicó que ha “continuado la senda de gobiernos anteriores en la ampliación y fortalecimiento de nuestro sistema de educación preescolar”, sin embargo, esperábamos compromisos concretos sobre el adecuado financiamiento de la oferta pública de educación parvularia para que los jardines infantiles públicos puedan cumplir los requisitos necesarios -especialmente en infraestructura- para obtener el Reconocimiento Oficial. 

  • El acceso a la sala cuna debe ser un derecho para todos los niños y niñas, no sólo aquellos que tienen la fortuna de tener padres y madres con trabajos bajo contrato laboral. La educación inicial de calidad es fundamental en el desarrollo infantil y no puede considerarse como una guardería. La política de apoyo a la primera infancia debe ser verdaderamente universal, llegando a todos los niños sin distinción de la situación laboral de sus padres. Esto es especialmente relevante en un contexto como el actual, dada la crisis económica producto de la pandemia.

  • Compromiso con la innovación: La calidad educativa debe considerar acciones para potenciar innovaciones pedagógicas en las escuelas, mejorando las formas de enseñar y aprender, especialmente en un contexto como el actual, que nos desafía a  hacer las cosas de manera diferente con estrategias didácticas que favorezcan el aprendizaje de todas y todos los estudiantes. El Presidente, en su programa presidencial, comprometió fondos para la innovación pedagógica y creó un centro de innovación en el Mineduc y esta era una oportunidad para impulsar esas innovaciones y dar un salto definitivo en calidad. Necesitamos avanzar en cambios más estructurales en este sentido, y el contexto pandemia no ha hecho sino relevar la urgencia de esta necesidad, que desafortunadamente, no fue abordada en el discurso presidencial.

  • Fortalecimiento del Liderazgo Directivo: Hoy, incluso más que antes, los equipos directivos se enfrentan a grandes desafíos y requieren competencias diversas para liderar en contextos inciertos y complejos, con foco en el bien superior de niños, niñas y jóvenes, por ello hubiéramos querido escuchar anuncios en el sentido de apoyar su trabajo, cumpliendo la antigua promesa de desarrollar una Política Nacional de Liderazgo Directivo que incluya un Sistema de Desarrollo Directivo que valorice su trabajo, entregue oportunidades de desarrollo contínuo y la certificación de sus competencias. 

  • Bienestar: Es urgente que el Estado se haga cargo de la salud mental de niños, niñas y jóvenes, en un país que tiene preocupantes índices en esta materia, que con el confinamiento se han agudizado. No puede seguir siendo un tema invisible, es parte fundamental de la visión integral del aprendizaje que queremos para los niños, niñas y jóvenes que estudian en nuestro país.

  • Financiamiento del sistema escolar y parvulario: Esperábamos el pronunciamiento de un necesario aumento de recursos para las escuelas y jardines infantiles, para enfrentar los meses y tal vez años venideros en que las comunidades sufrirán los impactos de la pandemia, considerando adaptaciones en infraestructura que requerirán inversiones en el más breve plazo.

  • Conectividad: El propio programa de Gobierno anunciaba un plan para “iluminar” todas las comunas de Chile con banda ancha, hoy ese plan es urgente para mejorar el acceso a las herramientas educativas digitales que están usando los estudiantes durante el tiempo de clases a distancia. 

Nos preocupa seguir escuchando soluciones que a fin de cuentas, no involucran a la totalidad de las y los estudiantes de Chile y que de ninguna manera entregan respuestas a las demandas de fondo que exige la educación que queremos que reciban las niñas, niños y jóvenes de nuestro país. Esto resulta especialmente grave dado al contexto de crisis sanitaria, que nos obliga a repensar la educación hacia el futuro. 

Alejandra Arratia, directora ejecutiva de Educación 2020, fue enfática al señalar que “hubiéramos querido ver una decisión más clara respecto a cómo debemos priorizar la educación pública, cómo debemos hacer una inversión decidida para promover la innovación, sobre todo en el momento en que estamos, el rol de los equipos directivos, el énfasis de la salud mental de niñas y niños en este contexto de pandemia. Queríamos que fuera una prioridad y no fue así, nos quedamos, desde esa perspectiva con un sabor amargo de una oportunidad perdida en educación”. 

Si bien, con el último discurso presidencial, perdimos la oportunidad de empujar cambios sustanciales para mejorar la experiencia formativa de nuestros niños, niñas y jóvenes, como Educación 2020, estamos seguros que tanto estudiantes como docentes, han visto en este periodo de pandemia, una oportunidad para aprender y enseñar, en base al compromiso, esfuerzo, convicción, las habilidades adquiridas y sobre todo, tienen la confianza de que la educación es la clave para construir una sociedad más justa, humana y colaborativa, esa que aspiramos construir en un futuro cercano.