55/45: ¿Paridad suficiente?

55/45: ¿Paridad suficiente?

16 Octubre 2020

Entendamos paridad como el valor fundamental que iguala una posición representativa de poder para hombres y mujeres. Lo que matemáticamente se traduce en que ambos géneros pueden aspirar al 50%+X de los espacios de representación y no tener menos de un 50%-X.

Jorge Oyarce >
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Ese será el escenario garantizado y además el escenario probable, con el acuerdo de paridad. En definitiva la paridad no está asegurada, me podrán decir que dicho escenario porcentual es el mejor de la historia, sin embargo, el mensaje que se ha transmitido no es ese.

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Si el comportamiento de los votos y los votantes se mantiene como el histórico la futura convención constituyente (AC) -estoy seguro que será así-, tendrá un representación garantizada de, sólo, un 45% de mujeres. No haré referencia al escenario de convención mixta por lo que antes señalo, pero aclaro que en ese hipotético no hay garantía alguna de paridad.

¿Dónde se origina este desequilibrio en la paridad?

Entendamos paridad como el valor fundamental que iguala una posición representativa de poder para hombres y mujeres. Lo que matemáticamente se traduce en que ambos géneros pueden aspirar al 50%+X de los espacios de representación y no tener menos de un 50%-X. X es una variable de paridad que se extrae de la diferencia entre la paridad y el cuociente mínimo de representatividad.

La premisa, obvia e insignificante, es que el total de asambleístas no es par, 155. Pero este argumento no requiere mayor análisis, ya que el total impar es necesario. Por lo que la paridad en este escenario se consigue con una variable del 0,32%, absolutamente aceptable.

El sistema de representatividad acordado para la AC es el mismo que el de nuestro diputados, en 28 distritos se elegirán 155 convencionales (asambleístas suena mejor). 11 de esos distritos eligen un número de representantes impares, donde la X o variable de la paridad puede llegar a representar hasta un 17% en el peor de los escenarios paritarios.

La proyección hecha se basa en los actuales comportamientos electorales, ya que no es solo la oferta de candidatos la que da cuenta de los resultados y aunque votan más mujeres que hombres y con una participación de más de 40% de mujeres candidatas, éstas apenas obtienen cerca de un 20% de los votos y hasta las elecciones con mesas sexuadas sabíamos que las mujeres votaban menos por las mujeres que su par opuesto.

Sin duda se ha avanzado en equilibrar la cancha pero, aún así, proyectando los resultados de las elecciones de diputados de 2017 y el margen que otorgan los distritos impares y sus representantes, se proyectan 69 mujeres electas y 86 hombres, una proporción de 45/55% de los escaños asambleístas o una variable de paridad de un 5,5%. Esto se traduce una representatividad de un 11% menor a la deseable.

En definitiva, las alertas que se activan tienen relación con lo que creo, parece ser la solución menos engorrosa y costosa para el proceso, pero que sin duda requerirá de una activa organización y toma de decisión por parte de las mujeres para que su voz, sus sensibilidades y prioridades no sean omitidas, obviadas u olvidadas en la Constitución Política de Chile del Siglo XXI.

Pero no todo es malo, Chile será el primer país que cuente con una ley explícita de participación paritaria de géneros, ya que en realidad no solo garantiza la participación efectiva femenina, sino que también que ninguno de los dos géneros se sobreexprese sobre el otro. Quién sabe si las mujeres terminan siendo el 55% de quienes conformen la AC. Tampoco es necesariamente malo el 45%, ya que expertos de Naciones Unidas (ONU) y de la Unión Interparlamentaria (UIP), estiman que un umbral de 30% de representación de mujeres en instituciones de decisión política, es recomendable para que ellas puedan ejercer una masa crítica de influencia sobre los resultados de las decisiones (OCDE, 2014: 28). Sin embargo, esta cifra es a menudo utilizada como un techo más que un mínimo de representación (ONU, 2005: 24).

Permítanme entonces un micromachismo, al reconocer que al menos hoy algunos hombres poseen (creo poseer) una sensibilidad paritaria y una empatía suficiente para entender las prioridades que deben estar expresas en la carta fundamental que define una sociedad feminista, una sociedad donde hombres y mujeres no sólo seamos considerados iguales, sino que accedemos a las mismas oportunidades y opciones.

Aunque años atrás me negaron el poder ser sororo, estoy feliz de esperar y creer serlo.