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Hasta cuando los TJ se quieren mostrar como las mejores y más puras personas de la tierra. Son seres humanos con virtudes y defectos como cualquier otro. Hace algunos años, cuando trabajaba también mi esposa, contratamos una nana para que cuidara al hijo mayor (único en ese tiempo) y por consejos de una persona conocida, contratamos una señorita que viviía en la Población Granja (Rancagua), quien era TJ con toda su familia.

Con gran sorpresa, esta persona nos robó una serie de elementos de la casa, juguetes del hijo, e incluso las argollas matrimoniales.

Actualmente, los TJ me roban la tranquilidad merecida del descanso del fin de semana, cuando llegan tocando timbres para dar a conocer sus opiniones religiosas. Si yo no los invito a mi casa, no tienen porqué llegar a MOLESTAR.

Dios les puso en el camino una prueba de amor, la enfermedad de Edith, y con toda frialdad, han preferido dejarla morir, que tender su bondadosa mano y darle ayuda en tan crítico momento.