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Perdón, Guacolda

20 Enero 2021

Te veo reflejada en mi sobrina y siento una vergüenza y pena enorme que me rompe el corazón. Como sociedad te fallamos. Perdón a ti y toda tu familia. A todo tu pueblo.

Hans Spuler >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Dos simples palabras: Perdón, Guacolda. Dos simples palabras pero que habrían hecho un mundo de diferencia si alguna autoridad las hubiera pronunciado inmediatamente después que se conocieron las espantosas imágenes del violento e injustificado actuar de parte de la PDI en contra de Guacolda Catrillanca, una niña Mapuche de apenas 7 años y que como sabemos es hija del comunero Camilo Catrillanca asesinado al recibir, por la espalda, un tiro en su cabeza disparado por el sargento de carabineros Carlos Alarcón Molina, el 14 de noviembre de 2018 dentro de la comunidad Temucuicui.

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La pregunta cae de cajón, ¿habrían actuado estos funcionarios de la misma forma si se hubiera tratado de una niña en Las Condes, Vitacura, o Cachagua? La respuesta es tan simple que no vale la pena ni mencionarla. ¿A qué viene esta reflexión? Muchos motivos, incredulidad, shock, vergüenza, pero principalmente colmo. Colmo de que estas cosas sigan pasando, colmo de que a algunos sectores de nuestra sociedad no le importe. Y lo digo con certeza y apuntando hacia un sector en específico. La derecha de este país. ¿Alguien escuchó alguna condena o rechazo categórico de parte de ellos? ¿Salió a pedir explicaciones el presidente Piñera de la misma forma que salió a condenar las agresiones contra los agentes del Estado? (O cuando un semáforo es destruido) ¿Los grupos “Pro-vida” dónde están? Es eso lo que colma mi paciencia. No pido que pasen por alto los hechos de violencia, solo pido que la ley y sobre todo el trato, sea parejo para todos lados.

Este hecho por si solo nos debiese remecer, pero lamentablemente está lejos de ser algo aislado. Sólo unos días después se difundió por redes sociales un audio horripilante de la detención de una menor mapuche de iniciales A.B.L.C. y que, de ser comprobada su veracidad, nos debería llamar como sociedad a una profunda reflexión y sobre todo a un Mea Culpa transversal. ¿Qué hicimos mal como país para que un efectivo, que se supone, recibe instrucción para proteger a los más débiles pueda actuar de forma tan barbárica contra una niña? Violentándola, amenazándola de muerte (“Te moví y te mato conchetumadre”), provocando un miedo en ella que queda plasmado en cada sollozo, en cada lágrima que a través de la grabación hasta podemos sentir.

El paralelo con el odio y represión racial que está desatado en Estados Unidos es preocupante. La única diferencia que se ve es que, allá es contra una minoría racial que consta con millones de personas y que cuando se manifiesta su descontento se hace oír a lo largo y ancho de ese país. Acá por otro lado son muy pocos los que alzan la voz, sobre todo de parte de los sectores ya mencionados, y menos los que proponen alguna solución a este conflicto que ya lleva tantos años sin ser resuelto.

Hablando de esto, ¿existe siquiera la voluntad política y social para llegar a una solución? Pasan los años, pasan los gobiernos (de izquierda y derecha) y solo vemos parches, excusas, acusaciones. Las prioridades claramente están en otros lados: Aprobar acuerdos comerciales, presupuestos militares y dietas parlamentarias.

Ojalá algún día veamos esa prestancia y rapidez para darle la paz y la visibilidad que nuestros hermanos Mapuche merecen. Sé que no significa nada, pero desde esta tribuna y a título personal, te pido perdón pequeña Guacolda. Te veo reflejada en mi sobrina y siento una vergüenza y pena enorme que me rompe el corazón. Como sociedad te fallamos. Perdón a ti y toda tu familia. A todo tu pueblo.

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