1989 y 2006 tienen mucho mas en común de lo que parece: mientras en el primero caía el muro que además de separar Alemania separaba dos ideologías distintas, en el segundo parece repetirse la historia. Todo el mundo pensó que ya no existirían esas divisiones tan grotescas e inhumanas, los lideres del mundo libre, aprovechando este acto y proyectaban el mundo global que se venia, un mundo sin frontera y en donde todos tendríamos derecho a estar donde se nos plazca.
Los mismos que se dicen defensores del “mundo libre” planean crear un muro que separe Estados Unidos de México (y aunque no lo crea también está en carpeta utilizar este método con Canadá). La cámara de representantes en las tierras de Tío Sam dio luz verde al proyecto que se enmarca en la nueva ley de migraciones con el apoyo de los republicanos. Esta medida, además de contribuir a crear el segundo muro más largo del mundo (1.100 kilómetros; la muralla china tiene 6.400), contribuye también a acrecentar más aun la sensación de lejanía que el norteamericano país tiene con Latinoamérica.
Por su parte, el gobierno azteca se declara el principal detractor de la medida, argumentando - y con mucha razón - que el muro no frenará los movimientos migratorios entre los dos países sino que hará aun más abultado el número de inmigrantes ilegales que perecen en el intento de buscar el sueño americano.
Está claro que cuando se trata de aprender de la historia los líderes, e incluso la gente común y corriente, estamos presente a una gran falencia. Lamentablemente el humano es el único que se tropieza con la misma piedra; en este caso, con el mismo armatoste de hormigón.