Hacer un comentario
¿Nueva confederación Perú-Boliviana?
A pocas horas de asegurar su victoria electoral, Humala anunciaba explícitamente su alejamiento de Chávez - y de su alianza bolivariana para los pueblos de América, abrazando el pragmatismo y compromiso social de los gobiernos de Lula, Bachelet y Mujica.
Carlos Salas Lind >
authenticated user CorresponsalEl llamado del presidente electo peruano - a revivir los sueños de
reunificación de Perú y Bolivia - estaba probablemente destinado a
resucitar parte de la esencia de una candidatura - que en menos de un
mes - se despojó de la posición anti sistémica que posibilitó su
victoria parcial entre tantas alternativas que prometían más de lo
mismo.
No obstante el entusiasmo de los sectores más radicales,
el triunfo definitivo de Ollanta Humala - en la segunda vuelta del 5 de
junio – contribuyó a reivindicar la fortaleza del actual modelo
económico.
A pocas horas de asegurar su victoria electoral,
Humala anunciaba explícitamente su alejamiento de Chávez - y de su
alianza bolivariana para los pueblos de América, abrazando el
pragmatismo y compromiso social de los gobiernos de Lula, Bachelet y
Mujica.
Entre tanta conversión, la visita a Bolivia creó el
momento propicio para acordarse del 31% de voto duro que Humala alcanzó
en una primera vuelta. Con el declarado compromiso de Ollanta Humala de
trabajar por una reunificación de ambos países, la memoria de la fallida
Confederación Perú-Boliviana rebrota, apelando al etnicismo, a una
unión de dos estados que - en gran medida - comparten un patrón
cultural, histórico y racial. El deseo de unificar a Perú y Bolivia
invita inevitablemente al nacionalismo - y con ello - a la exclusión de
otros que no comparten el mismo relato e intereses.
Lo que Humala
parece desatender es que la eventual fusión peruano-boliviana, no solo
excluiría a los estados que no compartan sus fronteras. Las
coincidencias étnicas y culturales no son - en absoluto - garantía de
concomitancia de intereses en un plano nada despreciable, como el
económico.
Históricamente, los planes de reunificación de Perú y
Bolivia tampoco han contado con la aprobación masiva de sus propios
destinatarios. Por cierto, la fallida Confederación Perú-Boliviana
generó una gran división dentro de Perú, creándose un ejército
restaurador entre el ejército chileno y soldados peruanos que se oponían
a la creación de la confederación. La derrota militar en la épica
Batalla de Yungay fue demoledora para las pretensiones de quienes
buscaban la unión del alto y bajo Perú.
Casi doscientos años
después, a los grandes conflictos y polarización - que la política de
Evo Morales genera dentro de Bolivia - se sumaría una resistencia no
menor al interior de un país como Perú, en el que las zonas urbanas y
rurales se muestran diametralmente afectadas por la globalización y el
fortalecimiento del modelo económico vigente.
Ciertamente,
Humala necesita de un relato que mantenga el entusiasmo de una base
electoral radical, pero robusta y clave para la conformación de una base
parlamentaria de su gobierno. Esto obliga a países vecinos y con
disputas limítrofes - como Chile – a adoptar una línea igualmente
pragmática y entender una retórica más confrontacional - de parte del
gobierno de Humala – simplemente como necesario para su propia
viabilidad interna.