Chile-Perú: Un Cariño Malo

Chile-Perú: Un Cariño Malo

05 Noviembre 2005
José Rodríguez Elizondo entrega un completo análisis de las implicancias y derivaciones del impasse Chile Perú.
José Rodríguez ... >
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Los juristas chilenos pueden estar tranquilos. Nadie acatará una ley extranjera que persiga recortar nuestro dominio territorial o marítimo. Cualquier alumno de Derecho podría invocar las siguientes tres razones:
• Si el incremento terrestre u oceánico de un país disminuye el espacio de otro, debe ser consentido por éste.
• A falta de consenso, se produciría un caso de juego suma cero, violatorio de la legislación internacional, comenzando por la Carta de la ONU.
• Como no está escrito que las fronteras “deben ser” equitativas, ningún país está obligado a aceptar una norma ajena que busque “partir la diferencia” en aras de la equidad.
¿Fácil, no?... Por lo mismo, entendámoslo: ese proyecto de ley peruana, que fija las líneas de base para redelimitar la frontera marítima con Chile, no es un pasatiempo de juristas. Tras sus tecnicismos subyace la alta tensión política que ha signado la relación bilateral, casi desde el inicio de los gobiernos de Alejandro Toledo y Ricardo Lagos.
Un Ojo en Bolivia
Con esa ley, Toledo sigue socavando los progresos conseguidos por los gobiernos de Eduardo Frei y Alberto Fujimori, plasmados en el Acta de Ejecución del Tratado de 1929. Además, al igual que el ex Presidente boliviano Carlos Mesa, pretende sustituir la necesidad de integración por el riesgoso afán de cambiar el color de los mapas. Visto así, su proyecto se pone a la cabeza de una serie ininterrumpida y hasta superpuesta de conflictos. Baste señalar que coincide con el climax judicial del “caso Lucchetti”, cuyo contenido real excede –con mucho- la acusación de corrupción empresarial.
Agreguemos que la pretensión de redelimitación marítima fue una advertencia con vista a Bolivia. Toledo exhumó el tema, tras medio siglo de statu quo, cuando se debatía entre Santiago y La Paz la creación de una Zona Económica Especial para el gasoducto que no fue.
Fue su manera de quitar el agua a una eventual playa boliviana, pues ningún gobernante peruano admitiría ser excluido de un arreglo –directo o indirecto- sobre el pleito centenario. Aunque la fuerte y multilateralizada reacción de nuestro gobierno pareció indicar sorpresa, la movida peruana era tan previsible… que fue prevista. Como recordó un entrevistador de La Tercera (lo cual aminora lo antipático de la autocita), hace cinco meses planteé la posibilidad de los siguientes dos pasos de Toledo: establecimiento unilateral de las líneas de base para una nueva delimitación marítima y ocupación del espacio marítimo pretendido, dando a la crisis un sesgo militar (La Nación Domingo, 15.5.05) .
El primer paso ya se dio y lo peliagudo, por tanto, es si vendrá el segundo. En tal caso, el nuevo tironeo Lagos-Toledo ya no se desarrollaría, juguetonamente, al borde de una cornisa política. Tal vez se desarrollaría, trágicamente, en un teatro naval de operaciones. Advierto que la segunda hipótesis es de insanía. Pero la consigno porque los encuentros bélicos nunca son un modelo de comportamiento racional.
Riesgosa Diplomacia Presidencial
Visto que ambos gobernantes han privilegiado la diplomacia presidencial, cabe preguntarse cuándo nació su pésima relación interpersonal. Al margen del tema boliviano, la respuesta parece estar en las asimetrías. En efecto, el año 2000 los peruanos iniciaron su transición democrática con un Valentín Paniagua prestigioso, pero efímero, y luego dieron a Toledo una recortada luna de miel con la popularidad. Al sur los chilenos, con un Lagos valorado hasta por sus opositores, finiquitaban la transición interminable, se inscribían en las “ligas mayores” e invertían parte de sus excedentes financieros en el Perú.
Tanto desfase fue disfuncional a una relación sana. Hizo difícil el cariño bueno entre un peruano “cholo” y ladino, que se autodefine como “un error de la estadística” y un chileno enojón y autoritario que -como De Gaulle- suele identificarse con la nación. Por añadidura, tal asimetría cargó de arrogancia la mochila de algunos chilenos, insufló adrenalina al nacionalismo peruano y, como corolario, bloqueó el reconocimiento de que el interés nacional de ambos países está en la asociación y no en la disuasión permanente.
Oportunidad Perdida
Sin embargo, los grandes liderazgos no están –no deben estar- sujetos a las empatías personales, los libros de Historia, las encuestas ni las asimetrías realmente existentes. Por ello, una política exterior chilena con imaginación y audacia prospectivas debió priorizar la relación con los vecinos. Y no reducida sólo a lo comercial o como alternativa a su incursión en las grandes ligas, sino como precondición para consolidarse en ellas. Un país que quiere ser puente interoceánico no debe presentar riesgos de fractura en sus pilares. En esa línea, alguien debió advertir que el caso de Bolivia era duro de matar porque es un menage a trois. Por tanto, con base en el propio Tratado de 1929, Chile bien pudo asumir el desafío de una política común con el Perú, para enfrentar la demanda marítima de Bolivia.
En el peor de los casos, habríamos salido de esa trinchera donde esperamos las iniciativas ajenas. En el mejor, habríamos comenzado a sepultar la amenaza del aislamiento geopolítico. Desafortunadamente, no hubo voluntad política para tomar la iniciativa, enfrentar los traumas históricos y deshacernos del dogma bilateralista. Por una parte, la “agenda del futuro” de Lagos privilegiaba las negociaciones económicas y soslayaba los factores sentimentales.
Por otra, su tremenda autoridad (ese “presidencialismo exacerbado” de que habla Carlos Ominami), inhibió el pensamiento crítico e impidió que sus colaboradores vieran el nuevo milenio y el posfujimorismo como una oportunidad para salir del área chica. Por eso, el alud de incidentes se descargó en un vacío de orientación política positiva, aquí y allá. Quedó así confirmado que los chilenos somos “expansionistas” impenitentes y los peruanos, “revanchistas” irreductibles.
Balance Impropio
Lo sucedido nos hizo descubrir otra faceta del subdesarrollo exitoso: mientras nuestros intelectuales militares saben detectar los cambios en el balance estratégico vecinal y aprecian las ventajas de la integración en materia de seguridad, nuestros diplomáticos profesionales carecen de una estructura que les permita especializarse, para reconocer los cambios en el entorno y contribuir, con desplante, a una mejor diplomacia presidencial.
Rizando ese rizo, el gobierno subestimó la capacidad instalada de nuestra Cancillería. Como reacción, excelentes cuadros profesionales siguen circulando entre el desencanto y el corporativismo. No hubo propuestas internas que desafiaran las rutinas burocráticas y el malestar sólo produjo “filtraciones” o críticas asordinadas, respecto a nombramientos disfuncionales a la profesionalidad del servicio. En tal contexto, el éxito extrarregional de Chile ha sido notorio, pero con el estratégico “detalle” de que ningún gobierno del vecindario nos manifiesta ternura.
Eneko Landaburo, director general de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea, supo detectar el problema en visita reciente. Chile, dijo, siempre tendrá limitaciones en su relación extrarregional “si no encuentra en el futuro integración con sus vecinos para que el mercado se amplíe”. Asumir esa crítica, lamentablemente, no está en el carácter de nuestro Presidente. En una entrevista para La Tercera, del 29 de mayo del 2005, sostuvo que su conciencia estaba muy tranquila, pues las relaciones con Bolivia y el Perú no se pensionaron para nada durante su gobierno (“están igual que siempre”). Además, apuntó como “gran triunfo diplomático para Chile” la elección de José Miguel Insulza, como Secretario General de la OEA. A contrario sensu, sólo si Insulza hubiera perdido se podría debatir “toda esa tesis de que Chile estaba aislado”. Cuatro meses después, el canciller Ignacio Walker siguió esa misma línea para recordar que “cuando yo asumí, existía la idea de que la situación vecinal era muy crítica, que en la región nadie nos quería”.
Es cierto que no puede esperarse una clase magistral de una entrevista. Pero, como contrapartida, las limitaciones del género no justifican leer alegatos políticos como verdades científicas. Agreguemos que, para cualquier experto, la victoria de Insulza nunca debió ser interpretada como un espaldarazo a la política exterior de Chile. Sólo debió interpretarse como el triunfo del mejor y más confiable candidato, con un leve guiño al buen lobby de la Cancillería. Desafortunadamente, la tentación fue más fuerte. Puede que algún lector se sorprenda, pero lo señalado está en la base de la filosofía de las organizaciones intergubernamentales. En toda elección para un organismo de ese tipo, el juicio sobre el vencedor es independiente del juicio sobre la política exterior de su Estado. Por algo el artículo 119 de la Carta de la OEA prohíbe a los Estados nacionales que traten de influenciar al Secretario General en el desempeño de sus funciones. En ese sentido, las políticas exterior y laboral de Frei no se midieron por la elección de Juan Somavía a la cabeza de la OIT. En el ámbito de la política comparada, la elección del peruano Javier Pérez de Cuéllar como Secretario General de la ONU no significó un espaldarazo a la política exterior de Fernando Belaunde. Este caso es paradigmático, pues un embajador peruano que quiso alardear en ese sentido, fue parado en seco por el propio Pérez de Cuéllar. Por haberse ignorado ese axioma técnico, Insulza está viendo reducido su ámbito de acción en este caso. Toledo recibió, en bandeja, la posibilidad de recusar su imparcialidad, en una eventual intervención de la OEA sobre el tema de su redelimitación marítima.
Volver a Empezar
Resumiendo, la última movida de Toledo es temeraria y recuerda las audacias de Fujimori. Marca el punto mayor de nuestra mala relación con el Perú y viene a sumarse a la cruda crisis con Bolivia y a ciertos duros momentos vividos con Argentina y Venezuela. Sin embargo, como suele suceder en la vida internacional, es una movida que se beneficia de las debilidades de la contraparte. Por eso, a partir de esta grave experiencia, nuestra diplomacia tendrá que anotar en su bitácora que “usos de la guerra son vencer y ser vencidos” , como dicen que dijo Atahualpa y que “no hay mañana sin ayer”, como dijo el propio Lagos. Nuestro próximo Presidente (a) tendrá que manejarse entre ambas sabidurías, para que chilenos y peruanos podamos recuperar al menos parte del cariño extraviado.

Comentarios

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Estimados Amigos: Mi

Estimados Amigos:

Mi comentario anterior se perdió en el espacio. Ahora adjunto una versión levemente diferente.

Primeramente debo destacar lo ilustrativo e interesante que resultan los comentarios del Sr Rodriguez Elizondo, que entiendo es un profesional independiente de la verdad oficial y que por ende goza de la libertad necesaria para expresar conclusiones que a muchos no les gustaría siquiera que fuesen posibles en el plano del razonamiento , dado los nefastos resultados que la guerra generaría en ambos países, especialmente en el lado perdedor .

Concuerdo plenamente con el Sr. Rodríguez Elizondo quien concluye que la audacia del Presidente Toledo tiene como una de sus consecuencias la probabilidad de una guerra, toda vez que dictar una ley que declara como mar peruano una porción de Mar de Chile, frente a Arica, sobre la cual Chile ha he ejercido dominio soberano desde el 7 de junio de 1880, es decir, por 125 años, no puede ser considerado como un acto inocente sin consecuencias para Chile. Por el contrario ello es muy grave, es una provocación más.

Dado que el conflicto deriva de profundos sentimientos derivados de la guerra del 79, sólo compensaciones territoriales y marítimas podrían hacer desaparecer dichos sentimientos, cabe hacerse la pregunta ¿con cuanto territorio y porción de mar quedarían pagadas las cuentas de la guerra? . Ello es aplicable tanto a Perú como a Bolivia. Por ello carece de validez el comentario del Sr. Rodríguez Elizondo que Chile habría perdido una magnífica oportunidad de satisfacer a Bolivia si hubiese invitado a Perú a ofrecer una solución conjunta a la salida marítima a Bolivia. Ello es olvidar que tanto Perú como Bolivia perdieron territorios y por lo tanto si se satisface la demanda de uno, también debería satisfacerse la demanda del otro. Satisfacer las primeras demanda territoriales de Bolivia, también obligaría a satisfacer las demandas iniciales de Perú, con lo cual se estaría reconociendo la debilidad de los títulos de dominio no sólo sobre un franja sino sobre las totalidad de los territorios de la Primera y Segunda regiones involucrados en la guerra del 79. Dicho reconocimiento por parte de Chile generaría nuevas demandas por mover los límites , generando las mayores inestabilidades que podamos imaginar sobre la actividades económicas de ambas regiones sobre la cual hay inversiones nacionales y extranjeras superiores a las US$10.000 millones, sus exportaciones anuales superan los US$ 6.000 millones y sobre cuyo territorio viven 1 millón de Chilenos, tan chilenos cono los del resto del país. No creo que Presidente alguno en Chile pueda desear la inestabilidad de ambas regiones.

Estoy totalmente de acuerdo con lo señalado por el Gobierno: Chile no tiene situaciones pendientes de límites con Perú ni con Bolivia.

Si para Perú la demanda marítima sobre mar de Chile es irrenunciable, parecería muy ingenuo pensar que se podrá avanzar con la integración económica y que el proyecto de anillo energético a partir del gas de Camisea o la inversión chilena en Perú no serían riesgosos para la economía e inversionistas chilenos. El Sr. Rodríguez Elizondo debería ilustrarnos sobre las opciones de avanzar en la integración.

Chile puede seguir haciendo ofrecimientos de cooperación pero debería esperar muy poco a cambio , si efectivamente los sentimientos de Perú priman sobre la racionalidad del desarrollo económico conjunto.

Tal vez sea oportuno, preguntarse si es posible el desarrollo económico sin integrarse con los vecinos, lo cual nos convertiría en una especie de isla.. Al respecto debe recordarse que las pequeñas islas también pueden alcanzar el desarrollo para lo cual Nueva Zelandia, Taiwán, Islandia e Irlanda son buenos ejemplos .

A nivel local , una eventual conflicto armado, generaría resultados muy negativos sobre la tranquilidad de su ciudadanía y sobre el funcionamiento de su economía. Sin embargo, los efectos negativos ya comienzan a observarse aún si no hay acciones bélicas por cuanto generan automáticos frenos a la inversión y los negocios se hacen mas riesgosos e inciertos. Con la Ley peruana Arica ha perdido la ilusión de la integración fronteriza y la tranquilidad necesaria para las nuevas inversiones.

Yo soy de aquellos que creían que era posible crear un polo de desarrollo económico e integración binacional Arica- Tacna, como hay muchos en Europa o Norteamérica. Pero debemos reconocer que las ideas de integración de pequeñas comunidades fronterizas son irrelevantes cuanto uno de los gobiernos nacionales piensa que lo prioritario es recuperar lo perdido en una guerra de hace dos siglos atrás. No hay duda de los genuinos deseos de trabajo conjunto de tacneños y ariqueños, sin embargo, la voluntad del gobierno nacional prima por sobre los anhelos y esfuerzos integracionistas de las comunidades fronterizas.

¿Debemos acaso quedarnos inmóviles a la espera de nuevas autoridades peruanas con una visión mas moderna de la integración y cooperación entre las naciones? . Definitivamente no. Hoy los ariqueños y parinacotenses debemos trabajar cada vez mas unidos, esforzarnos por ser creativos , ser cada vez mas productivos, generar mas empleos, utilizar las nuevas tecnologías, ser mas competitivos y avanzar en la reducción de la pobreza.. El mundo existe mas allá de las fronteras inmediatas. Allá es donde debemos redirigir nuestros objetivos.

Saludos cordiales,
Juan Morales B.

Imagen de Gerardo Espíndola R.

Juan, no hemos encontrado

Juan, no hemos encontrado registro de tu correo, por lo que creo que tu comentario se extravió en el ciber espacio. Desconozco la razón, pero te invito a que lo envíes nuevamente.

En El Morrocotudo, son importantes los comentarios pues permiten abrir y complementar nuevas conversaciones. Éstos solo se eliminan en caso que contengan ofensas, disparates o se alejen completamente del tema tratado.

Saludos desde Arica

Gerardo Espíndola
Editor General

Imagen de juan morales b

Hace unos 10 mionutos mandé

Hace unos 10 mionutos mandé comentario pero hasta no aparece. Deseo saber si llegó en caso contrario tendría que redactarlo de nuevo
Saludos

Juan Morales B

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Gran artículo, y de un gran

Gran artículo, y de un gran profesor. Que bueno tener esta posibilidad en el morrocotudo.

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Wow, que corresponsal mas

Wow, que corresponsal mas Morrocotudo, bienvenido...

Imagen de Willy González

Wow, q

Wow, q