La vida simplemente

Son pocos los lugares que se difunden como culturales en Rancagua, pero todavía existen personas que quieren conservar algunos sitios e incluso compartirlos con la comunidad. Es así como llegué a la fundación Óscar Castro, lugar en el cual se conservan diversas obras del poeta.

En este sitio se complementan lo clásico y lo nuevo, lo cotidiano y la historia; pareciera ser que aún entre los muros y los muebles, estuviera la presencia del poeta local, no obstante, la sensación de renacimiento es clara, existen trabajos y un gran legado para nuestra ciudad.

La tranquilidad del lugar hace que sea grato observarlo detalladamente, al ir mirando de a poco, uno siente la magia y pareciera ser que se logra encontrar con nuestro poeta ya desaparecido.

Digo nuestro porque nos pertenece tanto a nuestra ciudad como al país; son pocas las personas que saben quién realmente fue y en este lugar de “culto” se encuentran respuestas sobre su vida y obra, junto con lo trascendental que fue para nuestra literatura.

En la entrada se encuentra un joven, aquel que de manera amable te atiende y sonríe cada vez que le dices algo. Lo saludé y él me respondió, antes que yo misma se lo preguntara. Soy el nieto de Óscar Castro… mi felicidad fue tal y sólo le dije te felicito por la obra, he leído mucho sobre la biografía de tu abuelo.

Así fue como Miguel Arcaya Castro nieto del escritor y director de la fundación, conversa de manera cordial y cercana con El Rancahuaso; cuenta que su cargo se debe a que desea conservar el patrimonio cultural y familiar de su abuelo, “es un orgullo para mí dirigir esta fundación”, explica.

En este sentido, afirma que para él es importante ser nieto del poeta “aunque no he heredado el tema literario, es un orgullo tanto para mí como para mi familia ser nieto de él. Es un peso muy grande sobre todo en la región, por la parte cultural”.

Arcaya en innumerables ocasiones resalta la importancia de su abuelo en el ámbito cultural y las ganas que tiene de que las obras del poeta sean conocidas por gente joven, así relata “un día le pregunté a un niño si conocía a Óscar Castro y me respondió… es un futbolista”, fue allí donde nos reímos y además nos dimos cuenta que en nuestra propia región no conocen las escrituras de Castro.

Luego de hablar con él, seguí mi recorrido por la fundación, en ella se encuentra un salón audiovisual, una biblioteca en la cual hay diversas obras tanto de Óscar Castro como de otros autores, una sala de reuniones e incluso un salón de exposiciones, en el que los pintores pueden mostrar sus obras.

Insisto, el lugar es maravilloso, sobre todo la riqueza que tiene y que es poco conocida por algunos rancagüinos. Vale la pena darse un tiempo en nuestro transito cotidiano para conocer el legado que hay en la fundación, ubicada en Mujica 354 y que mejor que Miguel Arcaya sea quien guíe la visita del lugar y además entregue datos y anécdotas familiares sobre su abuelo, aquel poeta nacido el 25 de marzo de 1910 y cuyas escrituras se encuentran en la biblioteca de nuestros hogares.

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