Nombramiento de intendente: hablemos más del proyecto regional… después vendrán los nombres

Pensemos en la ruta que nos conduce hacia el desarrollo (Ricardo Núñez)
Por estos días la opinión pública regional y el mundo político han centrado su atención en los pasos que deberá desarrollar la Presidenta electa, Michelle Bachelet, para estructurar su gabinete de ministros y su equipo de trabajo más cercano. Pero no sólo han mostrado allí preocupación, sino que también en la definición de quién – a partir del 11 de marzo del 2006 – deberá conducir los destinos de la región y actuar como su representante directo.
Pese a la importancia que la designación del intendente encierra para las posibilidades de desarrollo regional, la verdad es que el debate ha estado ausente de altura. Sólo centrado en nombres, en trayectorias, en negociaciones políticas, y no en proyectos de futuro. Así es imposible crecer y avanzar. Es una mirada demasiado miope, que trunca los objetivos y que tiende a mutilar severamente los sueños y esperanzas de una ciudadanía ávida de hallar respuestas a sus demandas. Peor aún, es la manifestación evidente de un modelo de “hacer las cosas” que no sirve para proyectar el verdadero sentido y valor de la actividad política.
A partir de ahora - espero que no sea demasiado tarde - considero que la clave está en abrir una discusión orientada hacia el perfil o carácter que debe tener una autoridad de este nivel. Una figura que muestre liderazgo, que cuente con capacidades técnicas y políticas de sobra, que goce de un espíritu de servicio a toda prueba, y que tenga plena conciencia de las tareas y retos en juego que emergen para un región que quiere liderar procesos, que aspira con toda justicia incidir en los “grandes temas país”, y que está dispuesta a ondear “banderas de lucha” para resolver las injusticias que aún persisten en nuestra sociedad.
Y es que al hablar de un intendente se desencadena la obvia necesidad de pensar en el futuro. Por eso es que espero un debate de ideas, de proyectos, de visiones y de apuestas en lugar de una discusión sobre los “posibles candidatos”. Si el llamado es a conquistar espacios para ejercer la autoridad y el poder, éste debe subyacer a una propuesta amplia de desarrollo regional y local, que sea bien representada por partidos políticos y dirigentes, y que surja como resultado del propio dinamismo ciudadano y de las redes que allí coexisten.
Hoy ya no queda tiempo para experimentos con escaso resultado e impacto en la vida de las personas. Al contrario, hay que aplicar audacia y generosidad a un esquema de región en el que todos, sin distinción alguna, podamos ser protagonistas de hitos y escenarios que ayuden a la construcción de una región más democrática, proactiva y emprendedora.
Por lo pronto, me permito precisar ciertos criterios que debieran gatillar la decisión sobre quién es la figura adecuada para cumplir este rol. La discusión no es el género. La región puede con orgullo decir que cuenta con destacados hombres y mujeres profesionales que tienen la experticia técnica y política necesaria para asumir esta enorme responsabilidad.
El liderazgo y sus objetivos
El centro del debate requiere volcarse hacia un liderazgo regional que sea impulsor de los procesos de desarrollo desde una óptica donde se fortalezca el capital social, que también promueva el robustecimiento de la alianza público-privada, y que además logre armonizar políticas públicas con los objetivos de consolidación del proyecto de educación superior.
En forma paralela, debe emerger como un ferviente promotor de la instalación de polos tecnológicos-productivos, que diseñe y aplique un programa de inserción al mundo para atraer industrias, capitales y empleo, que aborde el progreso incorporando el dinamismo de economías locales deprimidas y que entienda la superación de los desequilibrios sociales y territoriales como un eje sustantivo en la presencia de un desarrollo con “rostro humano”.
Son elementos que aparecen como marco de discusión para saber distinguir lo principal de lo accesorio ante la decisión del nuevo intendente. El análisis político contingente en torno a “nombres, méritos y posibilidades” debe quedar atrás para abrir el debate hacia lo que realmente importa: el futuro de la región y el proyecto de crecimiento para nuestra gente.