redes_sociales_el_rancahuaso.jpg [16]

Preparación y ensañamiento, con estas dos palabras, se comienza a definir el desenlace, que tuvo como consecuencia el asesinato de Tomás Acevedo, un joven scout que recibió más de 230 apuñaladas en su cuerpo tras ser acribillado por la pareja de la joven con quien salía. 

El comisario de la Brigada de Homicidios de la PDI, en Rancagua, contó que una llamada telefónica que contestó Acevedo, fue clave para determinar con el paradero de los responsables.  Dicha llamada, tenía relación con una joven de 15 años de iniciales F.S.M., quien le solicitó a Tomás reunirse al sitio, donde horas más tarde se concretaría su asesinato. Esta invocación, era para confirmar la asistencia de Tomás a la cita con la menor, volviéndose clave, puesto que, a través de las cámaras de vigilancia se visualizó el momento donde se encontraron Tomás y la joven. 

Al llegar al estero Zambrano, apareció Ulises Labrín Garrido (23), quien era la pareja actual de la menor. En ese momento, Labrín decide atacar sin provocación alguna a Acevedo, propinándole 234 heridas cortopunzantes en un tiempo de 20 minutos. Este hecho, tenía una preparación previa, ya que, el pololo de la quinceañera utilizó guantes quirúrgicos para cometer el ilícito, luego se cambio la ropa y robó el celular del scout.

Hasta su formalización, los dos sujetos habrían presentado dos hipótesis, pero no tuvieron cabida. La primera tuvo relación a una supuesta venganza, debido a que Labrín acusó que Tomás abusó de ella. No obstante, la menor desestimó aquel relato, provocando un descontrol en su pareja quien comenzó a tiritar frente a los jueces.

Según menciona Radio Bio-Bio, los dos acusados fueron formalizados por homicidio calificado, pero a Ulises Labrín se le determinó la acusación de participación directa, en tanto a la menor, quedó designada como coautora. Los tribunales estimaron un plazo de 6 meses de investigación.