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Estuvo bueno el fin de semana largo, yo aproveché y pasé de corrido toda la semana, es que fui a ver a mi gente que tengo por Codpa en la Comuna de Camarones, lo pasamos tan bien que después no querían que me viniera, me iban a dejar de alcaldesa.
Ya, de sopaipillas se trata la cosa, hay muchas variedades, se puede decir que cada zona de Chile y de otros países latinoamericanos tiene su especialidad.
Aprovechemos que es domingo, que en Arica vivimos en paz, más tranquilos que un quirquincho en el altiplano y aunque las sopaipillas son ricas para esos días fríos de nuestro invierno ariqueño y hoy es un domingo con un sol playero que hace que mis pies me pidan un paseo por la orilla de la playa, igual es entretenido juntarse con la familia y tomar tecito comiendo sopaipillas.
La receta que yo les voy a dar es más de acá del norte, esas son las que a mí más me gustan, las sopaipillas gigantes que uno come en Humagata cuando va camino al santuario de la Virgen de Las Peñas, donde yo todavía voy caminando, ya que nunca he querido irme en animal.
Ahí va:
Ingredientes:
Harina, levadura, agua, sal, manteca y aceite.
Preparación:
Se mezcla la harina con la levadura, sal y agua tibia y se comienza a amasar harto, hasta que al introducir un dedo en el bollo de masa ésta vuelva a su lugar. Se deja reposar la masa y luego se arman las sopaipillas del tamaño de un plato extendido y se frían en aceite muy caliente.
Esta es mi receta desde el norte, de esta sopaipilla que es más grande que un plato de fondo y más amarilla de que el sol cuando se esconde.
Comparto mi secreto culinario de vieja nortina, para que cocinen este pancito o trotillita de masa frita que he comido en fondas, en ramadas, en San Miguel de Azapa, en mis peregrinage a la Virgen de Las Peñas y en las casas de las antiguas familias ariqueñas y que recuerdo desde que era un retoño chico que corría y jugaba por la calles de la eterna primavera... Hasta la próxima receta.