Adopción, adoptar...son palabras que usamos día a día, pero que envuelven una carga de amor profunda...en especial cuando se trata de una manera de formar o ampliar una familia.
Sea cuál sea la razón, adoptar implica amor, el proceso es largo y lleno de trámites y dudas, pero cuando el mágico momento del encuentro entre un pequeño y su nueva familia se produce, todo cobra un nuevo sentido.

¿Pero en qué consiste este proceso? ¿Es muy difícil adoptar en Chile? Vamos poco a poco...
Quienes pueden adoptar...

Según la ley 19.620 vigente en nuestro país, las personas que realizan este proceso deben ser mayores de 25 y menores de 60 años, edades que se pueden flexibilizar si hay un lazo de sangre entre el niño y sus futuros padres, debe existir una diferencia de edad de por lo menos 20 años, en caso de ser casados, dos años de lazo matrimonial, a menos que uno o ambos sean infértiles y finalmente, haber superado las pruebas físicas, mentales y sicológicas impuestas por el Servicio Nacional de Menores u otra institución acreditada para desarrollar programas de adopción.

Sin embargo, aunque muchas personas puedan cumplir los requisitos, hay un sistema de priorización que entrega un lugar destacado a cónyugues chilenos o extranjeros con residencia permanente en Chile, luego se da la posibilidad a cónyugues chilenos o extranjeros no residentes en nuestro país y finalmente, si los interesados que cumplen con el orden de prioridades no se interesan por un menor, pueden optar a adoptar un niño los solteros, viudos y separados.
El proceso es largo, puede durar varios meses e incluso más de un año, tiempo durante el cuál los futuros padres y el niño están lejos. Además, las parejas suelen preferir a los niños más pequeñitos para adoptar porque de esa manera la crianza es más fácil y si el bebé tiene unos pocos meses, no recordará el periodo "sin familia" que haya vivido.
Adoptar a un niño mayor...

El proceso es más difícil si el niño o niña es mayor de 5 años puesto que implica que ha vivido por más tiempo el abandono por parte de su verdadera familia, supone que ha vivido más tiempo compitiendo por la atención y el cariño de las tías en el hogar de menores o, en casos más graves, el maltrato del cuál es alejado por el Servicio Nacional de Menores.
Según lo explica el SENAME en sus textos: "En una primera etapa, el proceso de adaptación de los niños(as) al integrarse a una familia adoptiva es difícil, tanto para ellos(as) como para sus padres adoptivos. Además del necesario proceso de conocimiento mutuo, los niños(as) necesitan probar que estos padres los quieren y que no los abandonarán, no obstante el comportamiento que ellos tengan. Por eso, es frecuente que después de las primeras semanas junto a la familia presenten pataletas, reacciones y explosiones de rabia, conductas oposicionistas, transgresoras de normas y límites. Ello parece superar y agobiar a los padres en determinados momentos, pero en la mayoría de los casos se trata de una manera de ser reafirmados como hijos(as) de los adoptantes".
El Programa de SENAME consta de tres subprogramas de apoyo y orientación a la familia de origen del niño, de recepción y cuidado del niño brindando atención integral a los pequeños y de evaluación técnica de los futuros padres.

La adopción es una de tantas opciones para formar o ampliar la familia, puede ser por esterilidad de alguno o ambos miembros de la pareja o simplemente porque la pareja está motivada por realizar un acto de nobleza, pero no cabe duda que en todo este proceso, lo más claro es el amor. Hay casos en que las parejas han adoptado niños mayores, varios hermanos, pequeños con algún tipo de discapacidad o niños que ni siquiera pertenecen a su propia cultura dando así un ejemplo tangible que el amor no tiene límites...

Para todos ellos mi sincero reconocimiento.