La humanidad ha manifestado desde sus inicios la necesidad de reunirse y compartir creando distintas dinámicas de sociabilidad, que van desde una simple conversación hasta reunirse en un lugar determinado; es de esta manera que los espacios públicos urbano surgen no sólo como el soporte físico de las actividades grupales sino además como el espacio de lo cotidiano, acogiendo también la imaginación y la creatividad colectiva, es el lugar de la fiesta, esparcimiento y todas las manifestaciones en que la comunidad se reconoce en tanto tal, siendo así un ámbito constituido por relaciones sociales, un lugar de identificación y encuentro, de manifestación colectiva y de pertenencia en las diferentes escalas. Serían, por lo tanto, expresión de diversidad cultural, generacional-social y sobre todo en nuestras ciudades, espacios con claras diferencias en sus calidades, accesibilidades y disponibilidad entre los diferentes estratos socio- económicos.

A pesar del tiempo y que el hombre se ha sumido en una lógica vertiginosa del trabajo, de los lazos a través de la red y de tener poco tiempo, estas lógicas de sociabilidad urbana no han cambiado tanto, es así que en Chile, estos espacios públicos urbanos pueden encontrarse desde antigua data como es el caso del paseo peatonal de la Alameda de las Delicias, y desde 1880 en adelante se identifican lugares que fueron centros de reunión e interacción de la sociedad de la época tales como el Parque Forestal, la Quinta Normal de Agricultura, el Cerro Santa Lucia, el café Paris, la Confitería Torres, el Teatro Municipal, el Teatro Edén, el Club Hípico, por nombrar algunos, hasta ir derivando poco a poco a los nuevos centros de encuentro urbanos de nuestra época, del hombre moderno, los pub y los Malls y algunos parques como el San Cristóbal entre los escolares. Todos estos lugares se caracterizan por la importancia que le atribuye la sociedad en un momento determinado, que lo lleva a ser sitios de reunión, a encontrarse en boga, ha ser el punto de encuentro obligatorio de aquellos que viven en una ciudad. No es de extrañar que desde el siglo XIX nuestra sociedad presente la necesidad de incorporar en su morfología arquitectónica y social lo que viene imperando en el mundo y esta necesidad a pesar de transcurridos los años no ha cambiado, tan solo que los nuevos centros de socialidad urbanos se han multiplicado centrándose en dos tipos principalmente, en los pub y los Malls; pero ya no desde la perspectiva de sentirse modernos, sino desde una metamorfosis cultural, donde los diferentes agentes sociales encuentran su lugar de esparcimientos y descanso. Ya no son lugares destinados a debatir e intercambiar ideas de los nuevos pensamientos imperantes, sino como una medida de escape al agobio constante del trabajo. Donde tanto jóvenes como adultos encuentran el lugar perfecto para escapar por unas horas de la rutina.

Definiéndolo de esta forma, nuestra sociedad no ha cambiado mucho de los hombres de antaño, tan solo que han cambiado los lugares de encuentro, siendo estos lugares al acceso de los diferentes estratos sociales, que velan ahora por que estos lugares expresen sus deseos, gustos e identifiquen sus formas de vidas, tratando de expresar a sus grupos no desde un plano económico sino desde un plano de identificación de afinidades.