Quien no recuerda con gran cariño a algún profesor o profesora que supo llegar al fondo de su corazón.

 Quien no recuerda a ese docente que entregó sus sabios consejos acerca de la vida.

 Quien no recuerda su pasar por un establecimiento educacional de educación básica o educación media  bajo  la conducción de un profesional que entregó gran  parte de su  tiempo en la búsqueda de mejores estrategias de enseñanza.

 Fui profesora por vocación y en mis diversas funciones interactué con  miles de docentes de esta y otras regiones y aprendí a aquilatar  la entrega incondicional de la mayoría de ellos hacia esta profesión tan mal remunerada. Por más que los gobiernos de turno  reconocieron la valía del magisterio y lo paupérrimo de sus salarios muy poco se hizo para mejorar su condición, en especial cuando llega el momento de su jubilación.

 Sé que en este día  serán miles los que desde  el podium se referirán  a este  apostolado, a esta profesión de entrega total, las flores y distinciones decorarán espacios, habrá cientos de saludos, más dentro del corazón de quienes ejercimos por varios lustros seguirá latente la exigencia de una deuda histórico-social.

 De todas maneras y desde el mundo pasivo, mis saludos a todos quienes son y están orgullosos de ser profesores y me permito hacer recuerdos a través de esta fotografía  de una de las últimas celebraciones del día del profesor junto a mis colegas del ayer.