El día que se tomó la nefasta idea de comprar gas a la Argentina y pensamos que con eso solucionábamos el problema energético en Chile, retrocedimos décadas en esta materia y hoy estamos pagando las consecuencias de la falta de altura de miras al momento de tomar decisiones de importancia vital y lo barato salió caro, finalmente. Las enseñanzas teóricas que hemos sacado de ese error es que Chile, como política estratégica energética tiene que estimular el uso de otro tipo de energías, como la eólicas o solar, que nos harían más precisos y certeros en la búsqueda de la energía y sobre todo de un bien que sobra en el país y su uso es de sentido común. La lección de tener un interconectado a gran escala como el actual, que ha demostrado ser poco eficiente y lo que realmente necesitamos en un país como el nuestro lleno de montañas, grandes quebradas y de alto movimientos sísmicos por estrategia, es la independencia energética de las regiones de acuerdo con sus características.

Pero, lamentablemente, no hay incentivos para la diversificación energética en el país y lo único que se busca es energía barata, a precios competitivos y ese paradigma es el que nos ha guiado, y es donde está el gran error estratégico de la política energética chilena, que se tiene que reconsiderar si queremos un país viable. Debido a estos procedimientos somos el país más sucio de latino-América por la huella del carbón que tenemos como base energética.

Hoy debido al precio del cobre el más alto de los últimos 100 años, hemos podido hacer caso omiso de este precedente, esto nos ha permitido ser tozudos en esta materia, pero el día que el precio del cobre baje y China no nos compre más cobre, sufriéremos el embate de la realidad y el costo real de esta política energética sin altura de mira e inmediatista, hará que nuestros productos sean sucios en el mercado mundial y tal como llegó el día en que el gas argentino no llego más, llegará el día en que los Chinos no compren más cobre y, sin duda, estaremos en grandes aprietos como país comercial y seremos los parias de la región. Hoy lamentablemente, lo que vemos en esta materia es todo lo contrario y aún estamos abogando por las premisas anticuadas que nos llevaron a la realidad de hoy.

Si tuviésemos una administración seria, con altura de miras, que administrara el país con esa intención, hoy sin duda estaríamos ciertamente implementando proyectos alternativos por el país, en pos de la reconversión energética y que sin duda marcaríamos un precedente como país ante el mundo y nos catapultaría hacia el respeto de nuestros pares por la innovación y una mejor calidad de vida y por consiguiente obtendríamos en esta materia un gran respeto y indudables beneficios.

Pero para esto se necesita tener la capacidad de desarrollar estrategias con proyección de futuro, las cosas instantáneas no existen y el inmediatismo ha sido lo que nos ha llevado por el mal camino, hoy pagamos el precio de los atajos y ese inmediatismo en carne propia. Si al concebir este concepto estratégico de generación energética, tuviésemos la intención de hacer las cosas bien y como país entendiésemos que por un período pre-determinado de años, no podremos tener la capacidad de crecimiento que tanto anhelamos y después sí podríamos hacerlo, pero con bases más certeras, sin duda, alguna otra sustentabilidad tendríamos como país y una mayor solvencia estratégica de cara al futuro. Hoy los atajos y el inmediatismo nos están llevando a tener que enfrentar que las futuras generaciones reciban un país poco viable y destruido. Tal como hoy se recibió el país, donde tenemos un país sin una política energética adecuada, que nos está trayendo costos inimaginables en la calidad de vida de los chilenos que no son menores y la destrucción de nuestro entorno.

Lo mismo ocurre en la intención de la empresa HidroAysén y su proyecto de represar los ríos de Aysén y sumarse a Campiche, Isla Riesco y Castilla, es precisamente este concepto de destruir para tener, en vez de crear para desarrollar, proyectar y luego tener hacen que las pruebas están sobre la mesa y de verdad asombran en la región de Aysén, de cómo el Estado sin asco es capaz de sacrificarlos, sin temor y sin conciencia de la verdadera significancia del territorio y lo que es como reserva ambiental y la gran oportunidad que representa en un mundo destruido y convaleciente por los malos tratos hacia el medio ambiente. La posibilidad de contar con un territorio de estas características en nuestro Chile de hoy, debería ser considerada como una real oportunidad y marcar un precedente. Preocupa la intención del gobierno en el pedido que realizó de desafectación del 15 % del Parque Nacional Lauca en el norte del país, para realizar proyectos mineros y el precedente que representaría en la desafectación, que iría contra una ley de la República, que de concretarse marcaría una opción terrible y en Aysén estaríamos seriamente preocupados por nuestros Parques Nacionales, sobre todo con el de Laguna San Rafael, icono aisenino, que existe la intención por parte de HidroAysén de inundar más de 100 hectáreas de él con la represa Baker 2 y más aún, construir el muro de contención de la represa en el interior del parque, poniendo un manto de duda con los indicadores expuestos que da el gobierno y el precedente que marcaria de concretarse la desafectación en el Parque Nacional Lauca en caso de aprobarse HidroAysén.

La presión Italiana de ENEL a través de su director ejecutivo Fluvio Conti, empresa que detenta la mayoría de las acciones hoy de ENDESA, no ha sido menor por que se apruebe el proyecto de represar los ríos Baker y Pascua. El lobby ha sido intenso en los pasillos de la moneda, ya que esto les significara grandes ganancias para sus accionistas y la presión ha sido grande ante el gobierno y ante el mismo presidente de la república, incluso ministros de estado han tenido la osadía de apoyar el proyecto en público. Tanto así que ENEL dono 10 millones de dólares a la reconstrucción pos terremoto, como una manera de apurar la gestión y “mostrar la buena intención”. También HidroAysén en estos años ha estado intentando comprar conciencias en Aysén con sus euros, dando apoyo financiero a asociaciones gremiales, municipalidades y privados, con la clara intención de hacer cambiar la percepción del proyecto en la región y esconder la gran verdad. La presión ejercida por el embajador de USA ante el gobierno de Michelle Bachelet, para conseguir la aprobación de la termo eléctrica Campiche en el norte del país, de propiedad de Aes-Gener, que bajo un fuerte lobby consiguieron cambiar la normativa vigente, de un terreno considerado en un 30 % como un área verde y inhabilitar un dictamen de la propia corte suprema que inhabilitaba el proyecto.

Todo esto bajo el auspicio del ministro del interior de la época el señor Eduardo Pérez Yoma y Marcelo Torkman, ministro de medio ambiente, mas encima el abogado representante de la transnacional Aes-Gener implicada en los hechos en ese entonces, es nuestro actual ministro del interior Rodrigo Hinzpeter, hechos que ponen un manto de duda en los protocolos y los procedimientos en las evaluaciones que se realizan a estos proyectos, que son en realidad al parecer solo una puesta en escena, de un tongo gubernamental para que la ciudadanía crea que se evalúa, pero de verdad es todo lo contrario y lo que se hace es simplemente aprobar. Es lo que explicaría que en el proyecto Castilla, un SEREMI de Salud de profesión ginecólogo de nombre Nicolás Baeza, desestimo los índices de contaminación que traería la planta castilla y los posiciono como índices molestos y no contaminantes, dando con ello luz verde al proyecto, aunque todo su Staff del ministerio de salud era contrario a esa evaluación. El se responsabilizo políticamente por la decisión, Lo que indica que recibió orden expresa de la moneda y se sacrifico en pos del negocio.

La problemática de Chile hoy en día, es que carecemos de un protocolo de fiscalización adecuado que le dé garantías a la ciudadanía que se respetaran las leyes y los reglamentos vigentes en este tipo de mega proyectos. Ejemplos hay muchos, la Farfana en Maipú, una planta de aguas servidas con tecnología de los años cincuenta construida por grupos españoles, que es imposible vivir en sus alrededores por las emanaciones toxicas que expele. El Transantiago que no necesito explayarme mucho en ello. Las carreteras subvencionadas, que a simple vista no reúnen las condiciones exigidas internacionalmente, que lo constatamos con innumerables fallas técnicas que dan origen a tremendos accidentes viales y muertes de los usuarios. Lo que paso con las salmoneras en el sur del país, que por falta de una fiscalización adecuada, tuvieron que cerrar por los altos índices de contaminación, que termino por acabar con los propios salmones. Los edificios colapsados por el terremoto de construcciones nuevas. El caso de Ferrocarriles del Estado que hoy no existe por malos manejos.

En fin los ejemplos saltan a la vista y nos tiene que hacer reflexionar profundamente. En los gobiernos de la concertación se cometían las atrocidades más grandes bajo el supuesto de dar trabajo y en ello se justificaba todo; hoy bajo el manto de los negocios se cometen los mismos errores, solo que bajo otro punto de vista. Las empresas transnacionales gustan de Chile, por que en nuestro país pueden hacer lo que no los dejan en sus países de origen, lo que ciertamente les deja mayores beneficios y grandes ganancias. Sin duda el desarrollo es un objetivo fundamental, pero este tiene que ser logrado bajo parámetros que permitan hacer del país y su proyección futura algo sustentable, que respete no solo al medio ambiente, como a las personas que lo habitan y para ello necesitamos hacer bien las cosas y hacernos respetar en los protocolos y procedimientos que se necesitan ante las transnacionales , que poco les importa si destruyen el medio, menos si no hay una legislación que los obligue se aplique y los fiscalice adecuadamente.