Opinión: El contrato político y el voto sustentable

18 Abril 2015

El voto responsable representa hoy en día una obligación ciudadana, para ejercer este derecho adquirido con conocimiento de causa, responsabilizándonos por lo que somos y por quienes nos representan; el poder de decisión está en los ciudadanos. 

Andrés Gillmore... >
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El contrato político es el resultado del pacto particular contraído entre los candidatos y los electores, es el compromiso adquirido por el que se le obliga a actuar en consideración con lo que prometió y desarrollo en su campaña, obligando moralmente al candidato una vez posicionado en su cargo, a trabajar por el bien de su país, distrito, municipalidad. Los elegidos deben servir a las ideas expuestas, desarrollarlas con compromiso de causa por el bien común de todos y no solo de aquellos que lo votaron.

Las obligaciones políticas se fundamentan bajo la base que los gobernados legitiman al gobernante por un contrato moral para desarrollar al estado cívico-social, legitimando de esa manera el poder político, garantizando la obediencia social, sobre la base que otorga el contrato político del consenso acordado. En definitiva el contrato político es lo que justifica la obediencia social hacia el poder político, pero si este contrato no se cumple como es debido, crea instantáneamente la falta de legitimidad, confianza y de representación, iniciándose el caos y eso es precisamente lo que ocurre en la actualidad en nuestra sociedad.

Si analizamos el estado actual de la política Chilena, veremos como el pacto político ha sido vulnerado, introduciéndonos en un denso proceso en busca de la confianza y la legitimidad perdida. El congreso en la actualidad está tomado por los grupos económicos, podríamos decir sin miedo a equivocarnos, que las bancadas políticas no existen, lo que hay lo podríamos denominar como los grupos de Angelini, Luksic, Matte, Von Appen, PENTA, SOQUIMICH, COPEC, ENEL, BARRIK GOLD y tantos otros intereses inmiscuidos en el hemiciclo. Los parlamentarios indiferentes de sus ideologías, olvidaron la función básica de su representación a la hora de legislar, que es proteger al más débil; desestimando de forma burda los principios más elementales de la defensa de los derechos humanos, olvidando totalmente los ciudadanos que decían representar.

La financiación de las campañas políticas por los grupos económicos por medio de PENTA y SQM, a decir verdad no es el problema de fondo, lo complicado y que rige el comportamiento son los fondos reservados a los que tienen derecho los parlamentarios, permitido estratégicamente con el único objetivo que los grupos económicos pudiesen financiar a los parlamentarios en forma indemostrable, controlando el congreso sin sospechas, apegados a la ley. Si pudiésemos transparentar los aportes reservados, entenderíamos la magnitud de la intervención en la que se encuentra el congreso y el mismo gobierno, de cómo los intereses de los grupos económicos y las transnacionales, han venido manipulado la forma en cómo se legisla y para quien se legisla.

La política actual carece de una democracia interna que permita entender el aspecto social de las decisiones tomadas en el congreso, carecemos en la actualidad de una funcionalidad operativa para cambiar la conciencia del proceso, nuestros parlamentarios están faltos de colectividad y de solidaridad social, son individualistas y lo que es peor, en el proceso han transformado los medios de comunicación en una forma de despolitizar la realidad en su punto de origen, quitando la proyección de la acción colectiva, perturbando los objetivos PAÍS con una impunidad tal, que ha permitido como nunca antes el enriquecimiento ilícito.

En pleno siglo XXI los economistas son sesudos profetas y gurús de nuestras vidas, sustentando un modelo simplista y poco práctico, haciéndonos confundir crecimiento; que es cuando las empresas se enriquecen con desarrollo, que es cuando los países crecen (realidades muy diferentes), con argucias de todo tipo para manejar la economía y usufructuar de ella en detrimento de la ciudadanía que los sustenta, más que de los supuestos verdaderos que nos entregan las ciencias sociales, que son la razón de ser y de vida de la economía, maximizando las ganancias y deteriorando objetivamente la justicia social y medio ambiental a la cual la ciudadanía tiene derecho.  

En la actualidad estamos en pleno proceso de lograr entender el pasado-presente y su irreverente realidad de desigualdad para proyectar el futuro. No será un proceso fácil bajo ningún punto de vista, ante las diversas implicaciones negativas de los diversos involucrados, al tener que enfrentar conciencias traslapadas con formatos poco éticos que tienen respuesta para todo, endosándonos una realidad en un verdadero reto PAÍS por salir adelante y lograr lo que se denomina en sociología la democracia económica y social; equiparando el valor del trabajo con el del capital, ante un trabajo que como tal y en todas sus formas está altamente depreciado, con trabajadores que no tienen el reconocimiento que se merecen y la libertad necesaria para luchar por sus derechos.

La única vía para lograr la paz social y enfrentar los grandes desafíos, es tener la capacidad de proyectar desde el mundo ciudadano la renovación de los conceptos, formatos e ideas de desarrollo. No se puede negar el avance en cierto modo en la lucha contra la pobreza, pero necesitamos índices éticos más elevados que los actuales para enfrentar la desigualdad, trabajando con sentido común, con una administración más certera de los recursos públicos del Estado y sobre todo con gente ética. Por el momento es indudable que solo vemos caos a nuestro alrededor, ante una falta de representación que por momentos puede entorpecer enormemente los objetivos que deseamos, pero es parte del proceso y no callarlo como muchos quieren por ahí es lo que debemos enfrentar.

Una de las mejores formas con la que podríamos aportar desde el mundo ciudadano a la tardía transición que vivimos en la actualidad para hacer un Chile mejor para todos y no solo para algunos, es comprometernos ciudadanamente con el proceso político, votando responsablemente en las próximas elecciones municipales del 2016 y en las posteriores para parlamentarios; no podemos seguir dejándonos llevar por falsos discursos e imágenes corporativas que no corresponden y que nunca corresponderán por mucho que insistamos, entendiendo la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo ético y lo irresponsable, de no ser así, la igualdad seguirá siendo iniquidad; la fraternidad seguirá siendo individualismo y la libertad seguirá siendo mercado; entendiendo que los árboles no pueden seguir tapando el bosque de oportunidades que tenemos si sabemos enfrentarlas.

El voto responsable representa hoy en día una obligación ciudadana, para ejercer este derecho adquirido con conocimiento de causa, responsabilizándonos por lo que somos y por quienes nos representan; el poder de decisión está en los ciudadanos y debemos tener el tiempo de evaluar una decisión fundamentada y concreta de lo que queremos y sobre todo como lo queremos.