Columna VIP: Las otras caras de la Reconstrucción

Hemos sido testigos, durante el último tiempo, de diversos documentales y reportajes que muestran situaciones dramáticas que se viven en las aldeas conformadas a raíz del terremoto. Por otra parte, ya sabemos que la reconstrucción no cuenta con una buena evaluación de la ciudadanía, hecho que ratifica la última encuesta CEP. Aunque a muchos pueda sorprenderles esto no es nuevo y, en general, todos los programas de reconstrucción se caracterizan por la mala evaluación de la ciudadanía mientras se desarrollan.

Una prueba de que esto no sólo sucede en Chile es la noticia acerca de la renuncia, a menos de un mes de asumir el cargo, del primer Agente Nacional de la Reconstrucción de Japón. Ha habido allí una oleada de críticas por la lentitud del programa de ayudas que comenzó hace 4 meses y que tiene a más 100.000 japoneses todavía viviendo en albergues. Sin embargo, la reconstrucción en nuestra región tiene muchos otros aspectos positivos y mi interés es exponer a los lectores algunos de ellos.

Comencemos por analizar la relación entre la reconstrucción y el empleo. Se estima que a la fecha se han creado más de 6.000 empleos directos distribuidos en todas las comunas de la región. Este número debería crecer aún más en los próximos meses y es una cifra importante, si se toma en cuenta que la tasa de desocupación regional bordea las 20.000 personas. Ciertamente, la reconstrucción le debe mucho a todos los obreros que aportan con su valioso trabajo, y se ha producido una muy emotiva relación entre ellos y las familias afectadas que deja entrever lo mejor de nuestra sociedad.

También resulta muy interesante lo que ha ido ocurriendo con las viviendas industrializadas. Silenciosamente se ha ido conformando una industria pequeña que está generando empleo y que constituye una real innovación en la vivienda social chilena. A pesar de la resistencia inicial, estos sistemas constructivos han conseguido convencer a muchos debido a sus ventajas evidentes cuando se requiere una solución rápida y segura.

Mi apuesta es a que se convertirán en una alternativa permanente para los programas de construcción en sitios propios, más aún cuando la vivienda social es por esencia una vivienda básica que se requiere con rapidez y que debe crecer con los aportes de las propias familias. Ante la oportunidad que generó el terremoto de poner a prueba estas tipologías y ver sus positivos resultados cabe la pregunta ¿Por qué no empujar a estas empresas chilenas, la mayoría de ellas PYMES, hacia los países de la región que son continuamente afectados por terremotos y huracanes? Creo firmemente que nuestro país no puede perderse la oportunidad de ser el líder regional en vivienda industrializada.

Lo mismo pienso acerca del potencial que tenemos para exportar nuestros nuevos conocimientos en servicios de emergencia, en ingeniería asísmica y en programas de vivienda. Pero también creo que si sólo vemos -o nos muestran - los aspectos negativos de la reconstrucción, nunca sacaremos provecho de nuestra propia experiencia. Y los países sólo se desarrollan cuando son capaces de construir una inteligencia colectiva que supera las divisiones y el pesimismo.