A pesar de que su nombre en mapudungun diga que se trata de “Un sitio entre nieblas”, lo cierto es que el pueblo de Chimbarongo dio este fin de semana recién pasado una prueba de todo lo contrario: mucha luz, mucho sol y estirpe en torno a la tradicional festividad del Mimbre que se viene realizando desde hace varios años en la comuna.

Nobleza, es la palabra que nos queda después de vivir esta nueva versión de expo mimbre 2013. Y decimos noble por aquella mezcla de sinceridad y amabilidad de los artesanos de Chimbarongo que se expresó nítidamente a lo largo de todo el evento.

Esta nueva versión, bajo un marco de producción destacable reunió los trabajos que se realizan en esta comuna y que le dan identidad como capital del mimbre. Denominación no antojadiza ya que son las condiciones de suelo y clima las que permiten el crecimiento de las varillas, las cuales se pulen, hidratan y se tejen convirtiéndose en verdaderas bellezas en diferentes usos.

Si bien la personalidad de esta comuna es el trabajo cestero, también sobresale por ser una de las que tiene la arquitectura típica colonial de la región, donde las casas patronales aún están presentes, a veces sin mayor restauración, lo que le otorga un toque único a sus calles que nos permite al menos por un instante caminar mas pausado y más tranquilo, como si el visitante estuviera en otro tiempo.

Y si de gastronomía se trata aquí podríamos unir ambas cosas... es cosa de imaginar una bella mesa tejida o un funcional bar... todo accesorio es posible en este arte...

Y claro, porque Chimbarongo es tierra de cabrito al palo, muy sabroso y agradable, más suave que su pariente el cordero, ya que al tener menor porcentaje de grasa su carne se debe cocinar por menos tiempo y con mayor control de temperatura. Destacan, además sus anticuchos; generosos, sabrosos que junto al costillar a la parrilla  nos recuerdan que la carne de cerdo es también muy propia de estas zonas campestres.

Extrañamos eso si más presencia de la exquisita empanada. Esa del horno de barro la que no fue posible degustar y se convirtió en un gran error de la muestra ya que es y debe estar presente siempre... el sabor que entrega el horno de barro es única. No venderlas es de verdad un desacierto.

La tarde calurosa por cierto dio para pensar en la fuerte identidad de las comunas del país, no valoradas del todo por sus capitales, con personas, personajes, productos y recetas que se merecen mas visitas y mas apoyo del añorado ministerio del turismo que esperamos pronto se implemente en Chile.