InContext 50: Aguando los impactos del Cambio Climático

InContext 50: Aguando los impactos del Cambio Climático

22 Agosto 2014

Cuando se menciona la necesidad de adaptarse a los impactos del cambio climático, muchas veces se trata de estrategias para una efectiva gestión del agua que busca reducir la vulnerabilidad ante fenómenos hidro-climatológicos que generan riesgos por exceso o escasez de agua.

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El cambio climático es de particular importancia para el sector hídrico porque el agua es el principal medio por el cual se ven impactadas las poblaciones. Existe evidencia científica que revela cambios en precipitaciones y patrones de escurrimiento en la región y aumento en magnitud y frecuencia de eventos extremos como lo son las inundaciones y las sequías, entre otros. El número de catástrofes provocados por inundaciones en zonas del interior fue dos veces más elevado en la década de 1996-2005 que entre 1950-1980 y provocó cinco veces más pérdidas económicas. Estos cambios en el ciclo hidrológico se asocian al cambio climático y sus consecuencias afectan a sistemas de agua y saneamiento rurales y urbanos y a sistemas de riego.

En las próximas décadas, se estima que la capacidad de los sistemas de drenaje y de tratamiento de agua se podría ver sobrepasada por las intensas lluvias, el aumento del nivel del mar podría salinizar los acuíferos costeros, los sistemas hidroeléctricos se podrían ver impactados por los cambios en los caudales de los ríos y la demanda de riego podría aumentar a causa de menor precipitación en algunas zonas. A escala de cuenca, las altas precipitaciones podrían aumentar la erosión del suelo y ésto resultar en la sedimentación de los embalses o de ríos afectando incluso su navegación. Según el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),  el promedio anual de escurrimiento de aquí a 2050 aumentará en un 10-14% en zonas de altas latitudes, mientras que en algunas regiones secas de latitud media y semiáridas de baja latitud habrá disminuido en un 10-30%.

Los impactos del cambio climático son aún más graves cuando los sumamos al incremento que tiene la región latinoamericana en la demanda por el uso del agua a causa del crecimiento poblacional y económico, el cambio de hábitos de consumo de la población y la sobrexplotación y contaminación de las fuentes superficiales y subterráneas. Las extracciones de agua se han triplicado en los últimos 50 años y, según proyecciones, la población que vive en cuencas fluviales con demanda excesiva de agua aumentará de entre 4,3 y 6,9 miles de millones en 2050 (superando ampliamente el aumento de entre 1.400 y 1.600 millones que se dio en 1995).  Los datos también indican que más del 80% de las aguas residuales en países en desarrollo se descargan sin tratamiento alguno. Injustamente los impactos recaen de forma desproporcionada sobre aquellos países y grupos sociales que tienen menores capacidades para hacerles frente. Es decir, la vulnerabilidad de los fenómenos hidro-meteorológicos está directamente relacionada con los niveles de desarrollo y las condiciones de pobreza y marginalidad.

La adecuada gestión del riesgo debe estar enfocada en la prevención de desastres y en acciones que promuevan la seguridad hídrica de la región. El desarrollo debe darse acorde a los límites de la naturaleza y considerar aspectos como el ordenamiento ecológico-territorial y el caudal ecológico, la restauración de ecosistemas, entre otros. Esfuerzos de adaptación a las condiciones de cambio climático pueden responder a estrategias complejas y requerir de especialistas para su diseño e implementación o pueden ser sencillas y de fácil planificación y ejecución. Estas pueden ser impulsadas desde todos los sectores y a todos los niveles.  Más abajo presentamos algunos casos actuales en América Latina.

¿Como hacer frente al cambio climático en el sector hídrico?

La Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH) ”ofrece un mecanismo efectivo de gestión que considera, además de la cantidad y calidad del agua, su presencia como aguas superficiales y subterráneas, a todos los usuario y usos, vinculando las necesidades sociales y ambientales esenciales con las cantidades requeridas para la producción agrícola, la generación de energía y los usos industrial y doméstico”(Documento Estocolmo).

Es imperativo que los estados latinoamericanos trabajen en desarrollar las capacidades institucionales necesarias para lograr seguridad hídrica bajo condiciones de cambio climático.  Esto incluye la formación de más especialistas en el monitoreo y análisis de sistemas de información climatológicos e hidrológicos para ayudar a planificar medidas preventivas y adaptativas con respecto al cambio climático. Ante un fenómeno climático tan estudiado, como lo es El Niño, deberíamos poder elaborar estrategias de prevención, mitigación y adaptación usando pronósticos climáticos para reducir la vulnerabilidad y los impactos de dicho fenómeno.

También son necesarias las definiciones de políticas públicas adecuadas que institucionalicen la adaptación al cambio climático, que incorporen acciones de reducción de vulnerabilidad y riesgo y generación de estrategias de adaptación y fortalezcan los instrumentos de gestión ambiental para garantizar seguridad hídrica. Se recomienda la creación de instancias regionales y subregionales destinadas a la gestión integral del riesgo hidro-climático. Los gobiernos locales deberían estar involucrados en procesos de adaptación y para esto es necesario reforzar sus capacidades y establecer normativas y canalizar mayores inversiones locales. Finalmente, la política pública debería enfocarse en el fortalecimiento de operadores de agua potable y saneamiento en procesos de adaptación al cambio climático y en canalizar recursos para la adaptación de la infraestructura a las nuevas necesidades impuestas por el cambio climático. Por ejemplo, los sistemas de drenaje pluvial deben tener la capacidad para afrontar periodos de grandes lluvias.

Paradójicamente, en 2014 será Lima, una de las ciudades más amenazadas del mundo ante la escasez de agua por el cambio climático, quien aloje la negociación de cambio climático de Naciones Unidas (COP 20). Ahí se reunirán tomadores de decisión del mundo empresarial y financiero, de gobiernos, representantes de la sociedad civil  y de la academia.

Casos de adaptación

A continuación presentamos algunos casos de adaptación enmarcados en la Iniciativa + Agua, programa llevado adelante por una  alianza entre Coca Cola South Latin y Fundación Avina que apoya a diferentes proyectos vinculados a la optimización del acceso al agua por parte de la población y la conservación del equilibrio hidrológico en las cuencas hídricas superficiales y subterráneas:

  • El proyecto La Calera,  impulsado por la organización “El Cuenco”, desarrolla estrategias de conservación del bosque nativo de una reserva militar en  la provincia de Córdoba, Argentina, de aproximadamente 14.000 has, principalmente mediante actividades de prevención y lucha contra incendios, y otras tales como ordenamiento de usos, revegetación del bosque nativo, monitoreos ambientales, control de especies exóticas, entre otras. Este proyecto es el más relevante en torno a los aspectos cuantitativos de la estrategia de compensación de huella hídrica.
  • En la Provincia de Mendoza, Argentina, en el Sitio Ramsar Lagunas de Guanacache, la Fundación Humedales con el apoyo del gobierno y  la comunidad local, gran parte de origen Huarpe, están desde el año 2012 generando acciones de restauración del ecosistema, específicamente mediante la construcción de azudes que permiten captar agua y sedimentos y así  detener y compensar los fuertes procesos erosivos existentes. Esto permite además asegurar agua para bebida del ganado de comunidades.
  • Los proyectos en Chile han permitido la optimización de las condiciones de acceso y distribución en comunas de las regiones  Metropolitana y Coquimbo y el fortalecimiento de las capacidades de gestión y operación de las Asociaciones Comunitarias de Agua Rural (APR). Igualmente se han desarrollado en conjunto con las APR acciones de forestación con bosque nativo, control de procesos erosivos y otras que favorecen la infiltración de agua en zonas críticas en cuanto a disponibilidad del recurso.  Estos programas han sido liderados mayormente por la organización Chile Sustentable y las APR Locales. En la Puna Chilena en la región de Tarapacá, a través la organización Corporación Norte, se apoya a comunidades principalmente Aymara para la recuperación de prácticas tradicionales de manejo de humedales de altura denominados vegas o bofedales, ecosistemas esenciales para la actividad ganadera de camélidos.

Además de estos programas apoyados por la alianza, un paradigmático caso de adaptación en materia de gestión de agua es el "Programa Un Millón de Cisternas” (1PMC) de la Articulación del Semi Árido Brasilero (ASA) y su estrategia de recolección de agua de lluvia. ASA es un red nacional de organizaciones de la sociedad civil y el programa tiene como objetivo garantizar el derecho de las familias del semiárido brasileño al acceso al agua apta para el consumo humano a través de una tecnología social simple y de bajo costo para la captación de agua de lluvia como lo es la cisterna de placa. La concepción del proyecto nació en el marco de las negociaciones de cambio climático y hoy lleva 539.446 cisternas construidas en una región donde se prevén fuertes aumentos de la temperatura e incremento de sequías en las próximas décadas.

En la cuenca del Río San Carlos en Costa Rica existe otro interesante caso de pago por servicios ambientales que involucra al instituto Nectandra y a las Asociaciones Administradoras de Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Comunales (ASADAS). Nectandra ha estructurado el Fondo para Préstamos Ecológicos (FPE) como herramienta de conservación y restauración de ecosistemas  a través del cual las ASADAS sacan préstamos con 0% de interés para invertir en la compra de fincas con importancia hídrica y restaurar los servicios ambientales. En el 2008 llevaban aproximadamente $300.000 invertidos.

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