La positividad tóxica en tiempos de pandemia: El optimismo excesivo

La positividad tóxica en tiempos de pandemia: El optimismo excesivo

06 Julio 2020

Las emociones son nuestra brújula interna, nos indican en varios casos que hay algo que debemos atender. Si existe dolor, rabia, tristeza o frustración, hay que permitirse sentirlo. No tenemos que obligarnos a sentir y demostrar que todo está bien.

Valentina Rivas >
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En este tiempo complejo marcado por la pandemia de enfermedad por Coronavirus, es natural que muchas personas busquen una luz de esperanza o ser confortados con mensajes positivos que les permitan avanzar a pesar de las dificultades. Es bueno que se estén creando redes de apoyo y que prime la solidaridad y el amor ante el egoísmo y la indiferencia. Sin embargo, he podido observar entre los mensajes que circulan en redes sociales como Instagram o Facebook, que existen ciertas publicaciones que transmiten un positivismo que puede ser dañino, o lo que se ha denominado positividad tóxica.

La positividad tóxica etiqueta de forma radical emociones y sentimientos como buenos o malos, e invita a las personas a experimentar la vida con una actitud de felicidad forzada. Todos como seres humanos podemos experimentar un abanico de emociones que son naturales y que no podemos encasillar tan fácilmente. La positividad tóxica se encarga de negar e invalidar las experiencias emocionales propias y de otras personas a través de frases como “solo sé feliz”, “solo buenas vibras” o “todo está bien. Esta forma de ver la vida lleva a las personas a bloquear y esconder lo que genuinamente sienten y de paso minimizan los sentimientos y emociones de otras personas. Esta situación puede derivar en sentir culpa o autocastigarse por experimentar emociones “negativas” cuando supuestamente se debería estar feliz.

Las emociones son nuestra brújula interna, nos indican en varios casos que hay algo que debemos atender, conectándonos con aspectos que debemos sanar o trabajar en nosotros mismos. Si existe dolor, rabia, tristeza o frustración, hay que permitirse sentir, identificar qué es lo que está sucediendo en nuestro mundo interno, aceptar la emoción y buscar las herramientas para experimentar lo que sentimos de forma saludable. Si necesitamos la ayuda de alguien existen las redes de apoyo y contención, y hay terapeutas y profesionales dedicados a acompañar en diversos procesos de sanación a nivel emocional, mental e incluso espiritual. De ahí la importancia de permitirnos sentir y validar cualquiera de nuestras emociones, o no sabríamos qué es lo que tenemos que trabajar para efectivamente sentirnos mejor, sin escudarnos tras esta positividad tóxica.

Sabemos que estamos en una época de mucha incertidumbre y que el sufrimiento y la pérdida son parte de nuestra realidad, y necesitamos apoyarnos de forma efectiva y empática. En mi opinión, invalidar o minimizar el dolor o la rabia de otros es un acto violento, pues nadie debe dictar cómo se deben sentir los demás. Esta positividad tóxica está siendo la tendencia, incluso en círculos de personas y terapeutas que creen que por decirles a los demás que sólo tienen que “vibrar alto” o “ser positivos” están contribuyendo a su proceso de sanación.

Mi llamado es a actuar con compasión y consciencia, que prime la validación de nuestros sentimientos y experiencias, y a no caer en el bypass emocional y espiritual que varios ilustran con imágenes y frases bonitas. Querer estar bien y ser felices no está mal, pero si en algún momento no te sientes súper positivo o feliz, está bien. Porque está bien no estar bien, y entre todos nos podemos apoyar.