El senador Guido Girardi y su chofer se dirigían por la Ruta 68 (Santiago-Valparaíso) cuando efectivos policiales los detuvieron registrando la velocidad de 136 KMH. El chofer, en ese momento, muestra la credencial del Congreso, a lo que el Carabinero hizo caso omiso, actitud que en nada agradó al parlamentario, sacando a relucir que iban muchos autos a esa velocidad, especialmente otros que viajaban en comitiva de gobierno ("mal de muchos...") habrá pensado. De nada sirvió su queja, la multa se cursó igual.
Pero el senador no llegó hasta ahí. Haciendo uso de sus altos contactos llamó nada más y nada menos que a la Subsecretaria de Carabineros, Javiera Blanco, para explicarle la situación y manifestarle que no le pareció adecuado el proceder de los uniformados, aduciendo "trato desigual".
No pasó nada de tiempo para que nos enteráramos que los dos carabineros involucrados en la infracción fueron amonestados dentro de la institución, con el castigo de arresto con servicios por dos días. Luego de enterarse de dicha medida, Girardi manifestó que la medida fue "fuerte" y que en ningún momento su intención pasó por lograr lo acaecido con los policías, sino simplemente dejar entrever una injusticia que se habría cometido para con su persona.
Este tipo de hechos develan que aún vivimos en un país donde el poderoso parece ser intocable. Aún cuando el senador no haya pedido sanción alguna e incluso haya pagado su parte, las instituciones se remecen cuando ello sucede. ¿Por qué Carabineros amonesta a los involucrados?, ¿cuándo dejó de ser delito exceder la velocidad permitida por ley?, ¿existen privilegios de velocidad para el Gobierno?
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