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Las Fiestas Dieciocheras de Ayer y Hoy

20 Septiembre 2008

En la vida, todo cambia. Y como estamos en época de Fiestas Patrias, qué mejor que recordar los tiempos antiguos, y compararlos con lo que sucede hoy en nuestra ciudad de Rancagua y en todo Chile.

Silvia Angélica... >
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En la vida, todo cambia. Y como estamos en época de Fiestas Patrias, qué mejor que recordar los tiempos antiguos, y compararlos con lo que sucede hoy en nuestra ciudad de Rancagua… y en todo Chile..
Pasado vs Presente
En los tiempos pasados, la gente esperaba ansiosa la llegada de esa radiante fiesta chilena. Y, pongan atención en esta parte: un verdadero ejemplo que ahora no se ve. Los ciudadanos se preocupaban de pintar las fachadas de sus viviendas, ponían su bandera y arreglaban al máximo su casita. ¡Qué ejemplo! HOY, si no toda la gente, la mayoría de las personas, poco se preocupan de embellecer su residencia; los grafitis, propaganda política y “picasseos” son los adornos habituales de nuestra ciudad. Pero, bueno….
Antes, la gente se preocupaba de “amononarse”. Tenían su pinta para el 18, y eso era sagrado. Sin grandes lujos ni gastos, las grandes familias se vestían para la fecha; el pelo cortito en los varones, y las trencitas y moñitos en las pequeñas. Ahora, el jeans sale de la lavadora y es usado, muchas veces, sin planchado. Y, por último, si hay pinta nueva, es porque la tarjeta en las grandes tiendas entró tiritando… y salió en coma.
¿Cómo era antes?

Eso es, antes era un gran suceso. Los vecinos, muy unidos, se preparaban para ir a las tradicionales ramadas. Y eran los familiones los que se encaminaban a este lugar, sin temores, sin ninguna preocupación: No había peligro. Ahora, vamos a las Fondas y Ramadas, pero –primero- hay que ir con plata. Y con los valores que están cobrando por los productos criollos, mejor disponer de tiempo para dar vueltas y vueltas, sólo mirando y con toda la precaución de cuidar (de los amigos de lo ajeno) la billetera que acoge, en forma sagrada, un billetito de 5 lucas que se guarda, celosamente, por si los chiquillos insisten en comerse una empanada.

Entre chanchos y la tecnología
En tiempos pasados, los chanchos hacían sus propias carreras. Había peleas de gallos, se tiraba la cuerda y se subía el palo encebado. Hoy, apuradito botamos gatos mal agestados, que esperan en paneles distantes que nosotros, por algunas monedas, les tiremos pelotas súper producidas: un montón de calcetines enrollados y cosidos, que asimilan un balón de poco costo. También existen los juegos tecnológicos en las ramadas, yson como un imán para niños y jóvenes
Estructura de Ramadas
En períodos anteriores, se llamaban fondas o chinganas, y se construían en terrenos abiertos. Su construcción se hacía de material natural: ramas… y eso despedía un olorcito a frescura y madera que daba un toque especial al estar en su interior. Se adornaban con hermosos copihues naturales y banderas. Hoy, las fondas y Ramadas son construidas con paneles inmensos, grandes techumbres, y adornadas con globos y productos tricolores.
La música
Antiguamente sólo se escuchaba música chilena. Los músicos se instalaban en carros techados y adornados con caña o paja, y tocaban sus instrumentos tardes y noches enteras para celebrar esta fiesta.
Era canto nativo de nuestro querido Chile, que se dejaba escuchar con sus arpas y guitarras. La voz de las cantoras, que –al parecer- nunca se cansaban de entonar cientos de tonadas picarescas incansables , no daba paso para incluir otro tipo de música. El canto chileno llenaba las ramadas de sabor a campo. El hombre bailaba con energía, siguiendo a la china, la miraba a los ojos en tono de dominio. Las payas, aplausos y zapateos, eran el fondo precioso de esta hermosa danza. Hoy, los pegajosos cumbiones y reggaetones se escuchan por todos los puntos cardinales, a través de inmensos parlantes, acompañados de luces multicolores, minimizando, de esa forma, al baile nacional, que se escucha y baila, claro… pero nunca como debiera suceder. Este tema produce un vicio que, ojalá no se transforme en acostumbramiento; porque hasta ahora, la situación musical moderna dieciochera ha opacado, un poco a la cueca, pero –de seguro- no podrá desterrarla, porque es algo genuino, que nos identifica y es hermosa. Se baila cueca, tal vez más producida, con competencia del vestido más cool, de la manta más cara y con el infaltable coro: “Voy a ella… voy a ella”. ( (Qué entretenido)
Los curaditos vs Policías en acción
En tiempos pasados, al parecer, el exceso de bebida y los borrachitos dejaban bastante que desear. Por ahí se originaban altercados, provocándose grandes peleas que echaban a perder las reuniones en las ramadas. Pero, de pronto aparecían los policías, vistiendo uniformes azules, distintos a los actuales y, usando pesados cascos. Aparecían para asustar a los borrachitos, desenfundando enormes sables. Y con su pitazo ensordecedor , llamaban la atención.
Los más escandalosos eran sacados y trasladados a la Comisaría, donde se les hacía la cordial invitación para dormir la mona por varios días. HOY, las ramadas y alrededores ofrecen este cuadro tradicional de infaltables curaditos, pero el sector está lleno de carabineros que visten de verde, ya no usan cascos, sino que se pasean entre el gentío, para marcar presencia y estar muy atentos a cualquier riña. El sable ya pasó a la historia, ahora usan armas… pero son utilizadas en casos extremadamente necesarios. Además, el pitazo de tiempos pasados, ya está siendo reemplazado por una alarma extremadamente exagerada, usada recientemente en algunos enfrentamientos de la capital.
Algunas tradiciones
El volantín era un compañero ideal de las Fiestas Patrias. Se confeccionaba la tradicional “cambucha” y también los “chonchos”, con el simple papel de diario. Existían lugares donde se fabricaban hermosos volantines, y a partir de ahí se realizaban competencias con premios a los ganadores. El palo encebado era infaltable en las entretenciones familiares: se enfrentaban vecinos que se empeñaban en subir un palo de, aproximadamente, 6 metros, pero era resbaloso debido a su encerado; muchos terminaban en el suelo, otros no alcanzaban a subir centímetros… y el que lograba llegar a la cima, ganaba algo valioso: alimentos para su familia.
HOY, la tradición del volantín se mantiene. Se confeccionan de todo tipo de material, con preciosos diseños. También se realizan competencias, pero se ha agregado un producto demasiado peligroso que es el hilo curado. Muchos accidentes se han provocado por la existencia de este tipo de agregado y, otros tantos, debido a las carreras de los niños por correr, sin rumbo, siguiendo un volantín cortado. En cuanto a la tradición del palo encebado, aún se mantiene, con la diferencia que el ganador no recibe alimentos como premio, sino que la destreza es premiada con dinero.
Juntas de vecinos
Se cuenta que en períodos pasados, y en tiempos de Fiestas Patrias, las Juntas de Vecinos se unían y se organizaban, de muy buena forma, para adornar sus pasajes y compartir los alimentos y preparaciones criollas. Confeccionaban florones y guirnaldas. Todos sacaban de sus casas adornos, para contribuir a un hermoso ornato. HOY, apurado se pone la bandera en el jardín, se comparte al interior de la casa; del patio sale el humeante olor a carne a la parrilla. Luego, la familia se arregla y se dispone a salir a las fondas. ¿Podemos considerar esto un excelente ejemplo de unión fraternal-vecinal?
¿La verdad?... Muchas costumbres hermosas ya no existen; sólo se guardan en los añosos libros de biblioteca. Es importante, eso sí, destacar que en los colegios, en el campo chileno, y en rincones que aún valoran lo criollo, aún se conservan tradiciones de nuestro país. Se mantienen en el tiempo las carreras en sacos, el palo encebado, el rodeo, la Parada Militar, el Circo, los volantines, el trompo, el emboque y, por supuesto, la cueca (que hay que cuidarla).
No podemos consentir que estas hermosas costumbres chilenas, desaparezcan; al contrario, deben estar presentes siempre en todas las fiestas de pueblo, para que tengamos el privilegio de divertirnos con situaciones tan simples, no sólo en período de fiestas, sino en todo tipo de reuniones. Estos hermosos hábitos criollos son admirados por extranjeros, entonces, valorémoslas. La riqueza de nuestra cultura se manifiesta en nuestro comportamiento como chilenos, en cuidar y salvar la maravilla que tenemos. Es, precisamente ese orgullo el que viaja por todo el mundo, mostrando a este pueblo defensor de sus raíces.
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