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Pedro Pavlovic regresó para siempre a Caletones

23 Mayo 2008
Nuestra Corresponsal Ciudadana Silvia Miranda tuvo la oportunidad de asistir al esparcimiento de las cenizas dell destacado periodista, donde inclusive hizo uso de la palabra. Acá está su relato de aquel mágico día.
Silvia Angélica... >
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El encuentro y reencuentro de amigos y ganchos caletoninos, que acudían a la cita acordada, comenzó a las 9 de la mañana el sábado 17 de mayo de 2008, en la Iglesia de Pobl. El Manzanal; el motivo central era el significativo homenaje preparado por el Club de Amigos de Caletones, para el amigo incondicional, Pedrito Pavlovic: La Misa se inició recién a las 11 de la mañana, luego de la llegada al recinto, de su viuda Sra. Victoria Lazcano, sus hijos Natalia e Ivo, su hermano Eugenio, un número considerable de amigos cercanos, entre los que se encontraba el Director Musical Horacio Saavedra. No se contó con la asistencia de su hermano Santiago Pavlovic, debido a sus funciones profesionales fuera del país. Iniciada la Ceremonia religiosa y, a pedido del sacerdote que la presidía, hicieron uso de la palabra, entre otros, las siguientes personalidades:
Eduardo Soto (Concejal y Candidato a Alcalde por Rancagua): “Quiero contarles que soy un caletonino, como ustedes. En esta oportunidad quiero destacar lo que Pedro hizo por el Campamento y la ciudad de Rancagua.” Y agregó: “Como autoridad tendré muy presente crear un espacio especial donde poder perpetuar el nombre de esta gran persona, como lo fue Pedro Pavlovic…”
Pablo Hoffman I. ( Gerente General del Fútbol. Ohiggins S.A.D.P.) Él destacó :
“Pedro ha sido un verdadero ejemplo como persona. Un seguidor de O\'HIGGINS. En nombre de la Empresa que represento, les digo que, a partir del año 2009, en cada Aniversario de nuestro Club se entregará un premio Pedro Pavlovic, para destacar los principios y valores de los comunicadores, cualidades que hicieron destacable a este gran periodista deportivo.”
La bendición de las cenizas, contenidas en una ánfora del color del cobre, cuyo frente exponía una placa con su nombre, fue un momento de gran sensibilidad. En el momento de la paz, familiares de Pedro se mezclaban entre los asistentes, constituyendo un instante muy emotivo que se coronó, al final, con un sincero aplauso a quien fuera este gran hombre.
Acto seguido, a mediodía, 3 buses esperaban a la gran cantidad de personas que deseaban acompañar a Pedro a su último destino. A la llegada a Caletones, la familia dio una lección de gran sencillez, ya que -distinto a lo que se pensaba, que ascenderían en vehículos- todos comenzaron su extensa caminata . Ejemplificador fue ver que los primeros en iniciar ese peregrinaje, para ascender hacia el Campamento, fue Ivo (su hijo) y Horacio Saavedra. Yo apuré mi paso para solicitar al joven una fotografía para El Rancahuaso, a lo cual accedió gentilmente quien –luego de explicarle sobre la destrucción que presenciaría más adelante, él me comentó: “Yo creo que esta destrucción es exclusivamente debido a la contaminación, y es una lástima”.
Al llegar a lo que fue la Escuela Nº 65 de Hombres, donde se ubica la inmensa cruz, obra del Club de Amigos de Caletones, noté un cambio en toda el área: fueron renovados todos los asientos, se construyó una casita (para una animita), había flores, había a disposición de bebidas y agua mineral para todos los cansados presentes. Luego de averiguar sobre estas novedades, distintas a otros viajes, me indican al gestor de tales cambios. Gustosamente me dirijo a él; se trata de don Guido Duarte, Superintendente de Fundición de Caletones.
- Felicitaciones, don Guido. Soy Corresponsal de El Rancahuaso, un medio ciudadano que destaca, ante las autoridades, las falencias y necesidades… pero no dudamos en felicitar las buenas acciones.
- “Por mi cargo en este lugar, no puedo negarme a ser útil. Mandé a emparejar el largo camino con máquinas motoniveladoras, ordené renovar todos los asientos. Quise que todos tuvieran agua y bebidas para refrescarse… Todo lo hago porque tenemos el deseo de ser útiles”.
- Hace algunos meses, en un reportaje escrito a don Pedro Pavlovic –en vida- mencionamos una idea: “Ojalá exista un sector cubierto, para que brinde protección a los visitantes…”.
- “Sí, mi próxima orden es mandar a construir un área techada para que, cuando los caletoninos visiten el Campamento, puedan reunirse en este lugar, y se protejan tanto del sol como del agua. Además, tendrá las características de un quincho, lo que permitirá que compartan todos, a la manera antigua”.
Mientras yo lo fotografío, él me dice, muy amable: “Los caletoninos se la juegan por mantener la costumbre de visitar el Campamento, y yo debo ayudarlos en lo que esté a mi alcance para que mantengan su tradición del retorno a su tierra natal. Ya aquí no nace nadie más
Y yo me sumo a su frase:
- Tiene razón, don Guido, no nace nadie más… pero usted ya ve, Pedro Pavlovic ha regresado, y como él, pueden volver muchos más a este Campamento. (Él asiente con un movimiento de cabeza).
Culminamos nuestra conversación, porque ha llegado la hora del responso muy revelador, donde – nuevamente- se dio la bendición a la ánfora, que contenía las cenizas.
Hizo uso de la palabra don Hugo Ortega, Presidente del Club de Amigos de Caletones, quien destacó la gran importancia que tuvo y tendrá Pedro Pavlovic. Acto seguido, don Eugenio Pavlovic (hermano) manifestó: “Recuerdo , con nostalgia, mis paseos con amigos hacia la cumbre del cerro, frente al Campamento, donde instalamos una cruz que, actualmente, se puede apreciar”. Agregó: “Por mi trabajo, hace algunos años tuve que viajar a Caletones, y al ver tanta destrucción, prometí nunca más volver. Pero, en ese momento ignoraba que me tocaría regresar a dejar las cenizas de mi hermano”.“Más allá –indicando con su mano- se encuentran las cenizas de mi padre en la laguna de Mala Pasada”.
Para mí, que iba representando a El Rancahuaso, fue un honor dirigirme también a los presentes; oportunidad en la que expresé sobre mis orígenes. Luego, di lectura a un pequeño escrito, haciendo entrever lo que significaba para don Pedro Pavlovic, para la familia, caletoninos y el Club de Amigos, que sus cenizas quedaran donde él nació, donde vivió su infancia y juventud, para regresar a su destino final.
Y llegó el momento más especial, quizás el más penoso para la familia, pero el más esperado por don Pedro Pavlovic: esparcir sus cenizas que, en principio, se haría efectivo en lo que fuera su casa, ubicada debajo de la Cantina Modelo. Pero se decidió hacerlo en la Escuela Nº 65 de Hombres, que lo acogió. Se lanzarían en una especie de barranco, para lo cual la Prensa tuvo que ser rápida y así lograr captar este momento. Los periodistas, como varones, de un salto ya estaban ubicados en la parte baja del barranco, a lo que me sumé –yo no podía ser menos- con ayuda de Personal de Codelco. En unos segundos, ya estaba instalada guardando mis imágenes tan humanas, para los lectores de este Diario Ciudadano. De fondo, el Ave María era interpretado por un varón, desde la cumbre de un pequeño cerrito.

Las cenizas, preferentemente, fueron lanzadas por don Eugenio (hermano), Ivo (su hijo) y un gran amigo de Pedro. El día estaba muy frío y nublado, había ausencia de viento, por lo tanto, las cenizas fueron atraídas por la tierra del lugar elegido. Esas cenizas quedaron impregnadas, para establecerse, como para dar tranquilidad a su esposa, sus hijos, su familia… que eran testigos de ese momento; una combinación pura de sentimientos que se entrelazaban, pero que culminaban con el cumplimiento del deseo más férreo de Pedro Pavlovic: quedar en su amado Campamento de Caletones.
En Nombre de El Rancahuaso, hice entrega a la señora Victoria Lazcano, viuda de Pavlovic, de una sencilla piedra en tono verde, que recogí expresamente para ella desde los escombros de lo que había sido la casa de Pedro. Alguien muy cercano a ella, me confidenció: “Vicky estará feliz con este recuerdo, y lo pondrá precisamente en un lugar importante de su casa”. Hice entrega además, de un trabajo especial publicado por El Rancahuaso, en honor a su esposo. Ella estaba muy agradecida.
La chimenea, símbolo insuperable de su amado Caletones, aquella que aquel día se alzaba imponente, cual centinela, prestando atención, desde las alturas, a ese acontecimiento tan digno, pleno de respeto y sentimiento, hoy vigila sus cenizas, día a día, minuto a minuto, observando cómo esa tierra, absorbe ese polvillo blanco, blanco como el hermoso pensamiento de este hombre grandioso, de sonrisa plena y cálido sentir.
En el Campamento de Caletones ya nadie nace, ya nada se crea… pero Pedro Pavlovic es el pionero, el gran hombre, el centinela, el hombre pleno que nos insta a salvaguardar nuestra tierra amada.
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