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Imagen de Gustavo Díaz-Muñoz Rojas.

Conocí a la viuda ejemplar

Conocí a la viuda ejemplar en un acto que tuve el honor de presidir , en Maipú, hace cerca ya de diez años, en que se inauguró la hermosa Villa "Oscar Castro".

Me impresionó su tesón de amor vigente e inmortal hacia el poeta y escritor o escritor y poeta.

En la inmensidad de la bibioteca del Internado Nac. Barros Arana viví la agonía bbrillante en la pobreza de la niñez del poeta en "La Vida Simplemente" y luego el duro y magistral "LLampo de Sangre", precozmente, los que "devoré" a los doce años. Ya mayor, lo recordé con los olvidados cantares de los Cuatro de Chile. Y la conocí a ella; un ejemplo viviente de amor doliente, sufrido con la pérdida que la acompañó como ser viviente desde el día de la resurrección de su muerte material .Y permaneció en la alegría de su memoria que la redivivió a cada paso de esta vida.

No puedo discernir, con la emoción que me embarga, cuál es más sublime ante la eternidad y ante nuestra mortalidad vana que teme el fin. ¡Qué templos y auras! .

La visité en su modesto pero digno hogar en Diagonal Paraguay cercano a la Biblioteca Nacional, en donde aún trabajaba. Al año siguiente me remitió alrededor de cincuenta ejemplares de su obra "Raíces de la Poesía y Prosa de Oscar Castro", de 1000 editados con la inauguración. Recuerdo que en el discurso de rigor le imploré al poeta que perdonara por los "tallos sin raíces de los postes eléctricos" que " (y) te clavan la entraña dolorosa y mordida" del Poema de la Tierra, que les hizo conocerse y fundirse en el crisol imperecedero, cincuentena y más de años atrás.

Ella quería ampliar la Fundación al alero maipucino, pero terminé pronto mis ocasionales funciones de ocho años municipales y seguí la ruta. Hoy soy abuelo múltiple y trato de inculcar a mis nietos la cultura y majestad de amor global de ambas existencias. Difícil tarea la de hoy en retrotraer, "en buena", el vértigo del "progreso" , que nos exige más y más, sin contemplaciones que humilla la tierra y la hierba campera que tanto amó el poeta, que proclamó su defensa con premonición magistral.

Al Gore debería leerlo si no, como anterior paladín que vivifique su fuerza y porfía vital en busca de justicia.

¡Que vigentes están Oscar e Isolda en la eterna sobrevivencia del espíritu así unidos!

Espero que siempre nos alienten con su espíritu y amor que en cruel contrasentido germinó en una pequeña que sólo alcanzó los once meses y que está con él, según ella lo narra con el alma aún desgarrada de su soledad vivificadora luego que el poeta lloró lacerado su partida, junto al estero y a la madre tierra y mujer destrozada.... ¡Qué agonía! ¡Qué auras tan renovadas e inmortales! ¡Qué eternidad les acompaña desde esa ya lejana unión terrenal!

Nota: Si aún pudiera conversar con ella, ruego remitirme sus datos: Fono o dirección. El canto de homenaje rústicamente improvisado si pueden ruego se lo envíen. Muchísimas gracias............ Un poeta que no fue.

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