(Corresponsal Ciudadano desde España) La imagen que proyecta España en Latinoamérica de un país homogeneo dista mucho de la que se puede percibir al vivir un tiempo en la península. Vascos, gallegos, catalanes o andaluces poseen su propia lengua, gastronomía, y costumbres. España está conformada por pequeños países con cultura propia que lo hacen un país plural. Pero durante los cuarenta años de dictadura franquista a estas regiones de la madre patria se les negó su identidad. Se les prohibía hablar en catalán, en euskera o gallego. Se les impuso la cultura “española castellana” y se reprimió cualquier asomo de “identidad” que nada tuviera que ver con la bandera española de toda la vida.
Pero tras la caída de Franco y la vuelta a la democracia afloraron estos sentimientos nacionalistas que tanto tiempo habían sido reprimidos. Por este motivo se intentó pactar una forma de estado que compensara estos agravios y que permitiera una convivencia sin problemas entre todos estos pueblos. Así entonces, se estableció un sistema de autonomías. Cada una de ellas tiene su propio gobierno, parlamento y funciona como un pequeño país que depende de un gobierno central y legislativo ubicado en Madrid.
Esto permitió que durante los primeros años tras la vuelta de la democracia la situación se mantuviera más o menos estable. Pero luego el sentimiento de independencia se ha ido generalizando tanto en el País Vasco como en Catalunya. Y todo esto producto de las primeras generaciones educadas bajo los nuevos planes de educación primaria -íntegramente en catalán- que enseñan básicamente la historia de “catalunya” por sobre la de España e intentan ir cargando de ideología nacionalista a las nuevas generaciones. Esto ha hecho que la gente joven tenga una identidad muy fuerte con su país y que sienta que es posible la independencia.
Pero el descontento también tiene un orígen económico. Los catalanes no quieren seguir pagando altos impuestos y no poder tomar decisiones sobre qué es lo que se hará con ellos. Por lo demás, un gran porcentaje de ese dinero no se invierte en Catalunya sino en otras regiones de España menos favorecidas.
En el caso catalán lo podemos ver en el aumento sostenido de los votos del partido Esquerra Republicana de Catalunya que le ha permitido gobernar junto al PSOE Catalán y a Convergencia y Unió.
Una de las primeras tareas de este gobierno tripartito catalán fue elaborar el nuevo Estatut o constitución catalana. Esta fue discutida intensamente en el parlamento catalán en puntos tan importantes como el financiamento o la definición de Catalunya como una nación.
En estos momentos, el nuevo estatuto catalán se encuentra en discusión en Madrid en la sede del congreso del Estado.
La presión de la derecha es muy fuerte. El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha dicho que “España se rompe a pedazos”, mientras que el presidente Zapatero señala que tiene varias fórmulas para dejar contentos a todos.
Para demostrar el sentimiento de los catalanes sobre este tema, el gobierno catalán, la Generalitat ha encargado un estudio de opinión que señala que el 75% de los catalanes creen que el Estatut supondrá una mejora para su vida.
Por otra parte, el 71% de las 1.000 personas entrevistadas en la encuesta encargada por la Generalitat afirman que Catalunya necesita una nueva carta estatutaria y más del 60% aseguran que es una nación
Respecto a los niveles de satisfacción, un 46,9% se muestran mucho o bastante satisfecho, mientras que sólo el 22,4% están poco o nada satisfecho con el texto estatutario pactado en el Parlament de Catalunya. El 46,3% de las 1.000 personas encuestadas aseguran que los contenidos del nuevo texto estatutario son los adecuados y un 70,4% afirman que supone un avance muy importante sobre el Estatut de 1979.
Sobre la financiación
Sobre la financiación sólo el 53% aseguran que la nueva propuesta de financiación autonómica es buena o muy buena, mientras que casi un 20% la califican de regular. En cambio, un 83% de las personas que han respondido a la encuesta han manifestado que Catalunya es mucho o bastante solidaria desde el punto de vista económico con el resto de España.
Otro de los puntos polémicos, si Catalunya es una nación, ha recibido el apoyo del 60,4% de los consultados, mientras que el 31,5% consideran que no es una nación, un resultado más frecuente en función de si aumenta la edad de las personas que han respondido al estudio.
Para Joan Saura, Conseller de Interior, "esta encuesta muestra que existe un amplio apoyo social al nuevo Estatut y que cuando se asevera que Catalunya no quiere un nuevo Estatut se está diciendo una mentira".
En este trabajo del Instituto Opina, el 41,2% de los encuestados aseguran la política les interesa bastante o mucho, si bien el 43,3% reconocen que está muy poco o nada interesado en este aspecto de la actualidad.
Saura ha señaló que no se ha preguntado por la virulenta reacción que el Estatut ha provocado en España aunque sí se ha inquirido a la gente de la calle sobre el grado de constitucionalidad de la propuesta catalana. A este respecto, el 49% ha respondido que la nueva propuesta se ajusta a la Constitución española, una opinión de la que disiente el 24% de los encuestados.
Saura ha asegurado hoy en la presentación de este trabajo que tras estos resultados "no se puede decir que el Estatut no interesa a la gente". Es significativo el amplio margen del porcentaje de encuestados que no sabe/no contesta y que en la mayoría de las preguntas oscila entre el 15% y el 20%.
La encuesta fue realizada el pasado 18 de octubre por el instituto Opina a una total de 1.000 entrevistados residentes en Catalunya.