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Algo en limpio tenemos que sacar de la Masacre de Virginia Tech

10 Mayo 2007
La conmoción que causó en todo EE.UU. el incidente del mes pasado, no puede quedarse sólo en lamentos.
Alla Abramov >
authenticated user Corresponsal
La tragedia que tuvo lugar en la Universidad Politécnica de Virgina el pasado 16 de abril será una de las más recordadas juntos a los incidentes de Columbine, los de la escuela de niñas amish en Pensilvania y otros incontables tiroteos sin sentido que han ocurrido en colegios y universidades en todo Estados Unidos.
Pero en muchos sentidos, el ocurrido en Virgina Tech es el más conmovedor porque es el peor tiroteo escolar en la historia. No estoy menospreciando las vidas perdidas en los otros casos, pero ésta es una narrativa atemorizante. El sólo darse cuenta de cuántas vidas pueden perderse cuando un asesino va a la deriva y no se toman las medidas apropiadas para deternerlo luego de ya haber asesinado a sus dos primeras víctimas. Las dos horas de diferencia entre los primeros tiros y la ráfaga que les siguió, es lo que hubiera permitido prevenir si se hubiese respondido más organizadamente.
Al final, mató a 32 estudiantes y profesores, además de suicidarse. Sólo imagínense lo siguiente:"33 personas es una sala de clases llena con tus compañeros. Son tus cursos completos del colegio y la universidad. Son los que fueron a tu fiesta de graduación, una fiesta que nunca tendrá lugar en Virgina Tech.
Una de las imágenes que Seung-Hui Cho envió a la NBC entre ambos tiroteos.

Ante cualquier tragedia como ésta, nos preguntamos "Y qué hubiera sido si...?" y nos recriminamos si algo pudo ser previsto.
En este caso, hubo varias señales que delataban a un individuo perturbado cuyas acciones eran claras señales de que él podía ser una amenaza para los demás y para él mismo. Su soledad y sus intentos por aislarse de sus pares. Sus intentos por acosar a dos jóvenes en el campus. Sus violentos escritos creativos que causaron alarma entre sus profesores. Su historial de inestabilidad mental, su tratamiento en una institución psiquiátrica hace dos años y la declaración judicial que establecía que estaba enfermo mentalmente. Y la compra de dos pistolas semi automáticas. Todas éstas, advertencias de que este joven estaba profundamente perturbado. Aunque nadie podría haber predicho que llevaría a la muerte de 33 personas, las señales estaban allí y era trabajo de la Universidad y de la institución psiquiátrica que lo trató haber actuado de un modo más proactivo.
En todo el país se celebraron vigilias recordando a las víctimas.

Así, el país entero quedó horrorizado al oír de un nuevo tiroteo en una escuela; quedó en schock al ver lo grave que fue. Igual que el 11 de septiembre de 2001 y cualquier otro incidente que deja tantas víctimas, la masacre en Virginia unió a todos los estadounidenses. Colegios y universidades en todo el país hicieron vigilias y servicios fúnebres. Banderas de Virginia Tech fueron cogadas de las ventanas y se hicieron cintas con los colores de la Universidad (granate y naranjo) en señal de recuerdo y condolencias. Hasta se crearon grupos en Facebook para tributar a los fallecidos.
Hoy, los estudiantes y profesores en Virginia Tech son celebrados como héroes, tanto los que sobrevivieron y pueden contar la historia, como los que no tuvieron tal suerte.
Un estudiante habló de cómo, con un compañero, hicieron una barricada con una mesa y la sostuvieron mientras Seung-Hui Cho empujaba y disparaba a través de la puerta intentando entrar a la sala. Finalmente, éste se rindió y el valiente esfuerzo de estos dos estudiantes salvó las vidas de sus compañeros.
Por otro lado, un profesor, que también cerró la puerta para permitir que sus estudiantes huyeran de la sala, él dio la vida para salvar la de otros. Lamentablemente, como un sobreviviente al Holocausto, este hombre vivió uno de los episodios más terroríficos de la historia, sólo para ser asesinado por un estudiante desquiciado. Son historias como éstas -las de los que tuvieron suerte y las de los que no- las que han resonado por el país y han llegado hasta el corazón y la cabeza del pueblo estadounidense.
Como cualquier otro evento de esta naturaleza, horrible y sin sentido, éste remeció los cimientos de nuestro sentido de seguridad. Por esto, podemos sacar algo en limpio. El control de armas en EE.UU. es un debate de nunca acabar, ahora será analizado con una visión más profunda. Por otro lado, las formas que las universidades tienen para responder apropiadamente ante los estudiantes que estimen puedan ser una amenaza, seguramente cambiarán, dándoles la posibilidad de tomar medidas para hacerse cargo de los problemas mucho antes de que se vuelvan una amenaza real. Además, la forma en que el poder judicial y los hospitales atienden a quienes son diagnósticados con alguna enfermedad mental (en cuando ésta pueda significar la amenaza de dañar a otros o a ellos mismos) necesita ser cambiada para que se haga el seguimiento de los tratamientos encomendados.
Lo que pasó en Virginia Tech será recordado siempre, y la respuesta que se dio a lo largo y ancho del país es un testimonio de la increíble habilidad del pueblo estadounidense para unirse en apoyo de algo o alguien. Somos una nación de 300 millones de personas a través de 6 usos horarios, pero cuando algo tan trágico ocurre, nos unimos con patriotismo: lo usual en la tradición inserta en el pueblo estadounidense.
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