Sin miedo a que los más acérrimos defensores de este "deporte" se me lancen en picada, debo señalar que encuentro que esta actividad, retrógrada y anquilosada en nuestra pseudocultura, es una ofensa abierta y presente al respeto por los animales. Estos novillos sufren a cada momento, golpeados, magullados, con derrames internos, con patas rotas producto de contínuas caídas. Y siguen azotándolos, embistiéndolos con gran vehemencia, como si en ello demostraran su hombría de hombre ocasionalmente campesino, que tiene su criadero de caballos y su fundito y se entretiene aplastando criaturas. Y vemos cómo nuestra ciudad se llena, de pronto, de anchas camionetas 4x4 provenientes en su mayoría de Santiago, con gordos opulentos que desempolvan su chupalla y se la ponen queriendo demostrar que con eso "son chilenos". La fiesta del rodeo no es más que una alegoría a la arrogancia, al maltrato y a la prepotencia latifundista. Si me dieran a elegir (Dios no permita que jamás ocurra) entre las corridas de toros y el rodeo, sinceramente me quedaría con la sangrienta cazería española, porque por último, los animales dejan de sufrir al final de la corrida, no como esos pobres novillos, que continuan inmisericordemente con vida. Comprobado es, a pesar de lo que muchos puedan decir, que el animal NO TIENE puntos de su cuerpo donde no le duela (excepto las uñas, tal como nosotros), por lo que argumentar que los golpes "son bien dados" y "al animal no se le daña", es una gran mentira.
Sin miedo a que los más
Sin miedo a que los más acérrimos defensores de este "deporte" se me lancen en picada, debo señalar que encuentro que esta actividad, retrógrada y anquilosada en nuestra pseudocultura, es una ofensa abierta y presente al respeto por los animales. Estos novillos sufren a cada momento, golpeados, magullados, con derrames internos, con patas rotas producto de contínuas caídas. Y siguen azotándolos, embistiéndolos con gran vehemencia, como si en ello demostraran su hombría de hombre ocasionalmente campesino, que tiene su criadero de caballos y su fundito y se entretiene aplastando criaturas. Y vemos cómo nuestra ciudad se llena, de pronto, de anchas camionetas 4x4 provenientes en su mayoría de Santiago, con gordos opulentos que desempolvan su chupalla y se la ponen queriendo demostrar que con eso "son chilenos". La fiesta del rodeo no es más que una alegoría a la arrogancia, al maltrato y a la prepotencia latifundista. Si me dieran a elegir (Dios no permita que jamás ocurra) entre las corridas de toros y el rodeo, sinceramente me quedaría con la sangrienta cazería española, porque por último, los animales dejan de sufrir al final de la corrida, no como esos pobres novillos, que continuan inmisericordemente con vida. Comprobado es, a pesar de lo que muchos puedan decir, que el animal NO TIENE puntos de su cuerpo donde no le duela (excepto las uñas, tal como nosotros), por lo que argumentar que los golpes "son bien dados" y "al animal no se le daña", es una gran mentira.