Abrimos las recomendaciones de lectura con un autor que murió hace un cuarto de milenio, pero cuya obra sigue constituyendo una de las más frescas críticas a las costumbres humanas.
Reconocido por sus Viajes de Gulliver (en realidad Travels Into Several Remote Nations of the World, firmados con el heterónimo Gulliver, y en primera persona), este autor cuenta con una extensa lista de publicaciones -sin contar la supuesta quema de un gran número de escritos tempranos- en la que encontramos desarrollado tanto el ensayo y la novela, como el cuento y hasta la poesía.
Nos parece que el gran acierto de Swift consiste en poder ver todo lo ridículo y degradante del comportamiento humano, y no teorizar tanto al respecto, no buscar respuestas complejas para explicar lo inexplicable, sino más bien tomarlo como un hecho de la causa y comentarlo como uno más de estos humanos estúpidos, y, además, estando muy de acuerdo con todo lo que sucede. Se trata de críticas casi de perogrullo, críticas a las guerras y al orden legislativo, pero que al ser realizadas tan ridículamente adquieren otro color, más incisivo tal vez. Esa perspectiva irónica lo ubica como uno de los grandes satíricos de todos los tiempos y como uno de los precursores del anarquismo desde la literatura.
En este sentido, podemos citar dos pasajes de textos que nos llaman la atención. Uno, del cuarto viaje de Gulliver (es el cuarto viaje de Gulliver: llega a una isla donde los seres dominantes son una especie equina que ha desarrollado el lenguaje; en esa isla el ser humano ha involucionado hasta perder el lenguaje, siendo un animal de carga para los equinos; al ver que Gulliver es diferente al resto de los humanos de la isla –allá denominados Yahoos–, un equino decide adoptarlo y enseñarle a utilizar el lenguaje; en esas clases el equino le pide a Gulliver que le cuente cómo son las cosas en el lugar de donde él viene): “Es causa de guerra muy justificable invadir un país luego de que la gente ha sido consumida por la hambruna, devastada por la peste, o dividida por facciones internas. (...) Es una práctica de reyes, honorable y frecuente, que cuando un soberano le pide ayuda a otro para que lo proteja contra una invasión, el que ayuda, cuando ha expulsado al invasor, se apodere él mismo de los dominios, y mate, encarcele, o destierre al soberano que vino a socorrer.”
El segundo es de Una Modesta Proposición para impedir que los niños de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o su país, y hacerlos provechosos para la sociedad. Se trata de un ensayo prácticamente delirante, en el que el autor propone que un alto porcentaje de los niños de Iranda, al año de vida, sean matados y vendidos para la buena mesa. Con una técnica que recuerda a Sade por su argumentación intachable e inaceptabilidad moral, Swift va dando poco a poco razones por las cuales ésta idea debería ser implementada, detallando ventajas a nivel económico, demográfico, religioso, etc. “Un niño alcanza para dos platos cuando se reciben amigos y, cuando la familia come sola, el cuarto anterior o posterior constituyen un plato razonable, y, sazonado con un poco de pimienta o sal, quedará muy bien, hervido, a los cuatro días, especialmente en invierno.” Se trata de una crítica desgarradora a la razón humana. (Una traducción de esta Modesta Proposición se puede encontrar en www.ciudadseva.com/textos/otros/modesta.htm)
Así, Jonathan Swift es nuestro primer recomendado: un irlandés que nació sin padre, desterrado desde el principio (era de familia inglesa); de pocos amigos y ridiculizado por sus maestros en su juventud, y muy exigente con sus superiores en la adultez, casi infantil, tal vez ironizando, tal vez de pura contradicción.