El cigarro: ¿Adicción en extinción?

El cigarro: ¿Adicción en extinción?

28 Enero 2007
A cinco meses desde que se impulsó la nueva ley.
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A partir del 14 de agosto del 2006, los medios de comunicación más importantes de nuestro país dijeron que “mejorará la calidad de vida de todos los chilenos”. Ese día fue aplicada la nueva ley antitabaco, que prohíbe fumar en lugares públicos que no estén al aire libre.
Estudios milenarios nos han informado durante nuestra vida lo nocivo que puede ser para nuestra salud el hábito de fumar, sin embargo, los índices de fumadores aumentan día a día.
Las estadísticas indican que la edad promedio en que se comienza a fumar en nuestro país es desde los 13 años y que en su mayoría son mujeres.
El cigarro no sólo es tentador como un vicio en sí, sino como un instrumento que nos brinda seguridad ante nuestros pares.
Es interesante como en estos últimos años se está tomando conciencia sobre los daños que produce el tabaco y éste ya es un tema en “boca de todos”. Sin ir más lejos, hasta no hace mucho tiempo, los chilenos mirábamos con una mezcla de extrañeza y horror, la “discriminación” ejercida sobre los fumadores en países como Estados Unidos. Considerábamos que era un atentado contra la libertad impedir que se fumara en recintos públicos como bares o restaurantes. Hoy nos parece natural y nos horrorizamos si no existen sectores delimitados y separados para aquellos que quieren mantener su hábito de fumar y aquellos que no.
Es indudable que con medidas como estas se busca evitar traspasar los efectos nocivos del cigarrillo a quienes no lo consumen, pero la polémica nace al preguntarnos si con este tipo de leyes, se está consiguiendo disminuir los índices de consumo del tabaco. Existen ejemplos en ambos sentidos. Más bien, pareciera que hacen falta caminos paralelos: uno que impida que atentemos contra la salud de otros y, en segundo lugar, el camino de la educación y la creación de conciencia de los riesgos que significa para la salud, el consumo del cigarro.
¿Con estas medidas se logra que la gente fume menos, o tenga más conciencia?
Me ha tocado estar en muchos lugares donde no se puede fumar y la única diferencia que existe ahora, es que la gente se para, va para afuera y se fuma su cigarro. Con esto voy a que la medida está muy bien puesta por el hecho de que los no fumadores no tienen que aguantar al humo del resto, pero creo que hay que incentivar campañas más duras si quieren bajar los índices de consumo. Un ejemplo es don Miguel, que fue totalmente tema de humoradas.
El famoso y controvertido don Miguel, ha formado parte de nuestra idiosincrasia desde hace cuatro meses. No sólo los adictos al cigarrillo han podido disfrutar de su rostro, sino que también los fumadores pasivos han sido participes de los innumerables conversaciones que surgen en torno a él. Dígame si no es común que en una mesa o en una conversación usted escuche decir ¿Pásame un miguelito?, o ¡Estoy chato de ver a este don Miguel!
Sin duda, gran parte de estás discusiones que han surgido en torno a este hombre, se ha debido al exceso y abuso de su persona, él cual sin ser consciente de esto ha recibido una serie de apodos y sobrenombres que van de los más vulgares hasta los más originales, como por ejemplos, “sáquenle el lunar”, o el “matacola”, entre otros. También ha sido víctima de una serie de imágenes que se divulgan por Internet que aparece disfrazado de Chapulín colorado, Darth Vader y don Ramón.
Uno como fumador, tiende quizás a ridiculizar todo lo que le provoque tomar conciencia de este vicio que cada día más chilenos son participes, pero creo que don Miguel ha sido un producto más de una campaña estancada, y poco creativa que se le ha dado a la ley antitabacos. El mirar el mismo rostro cada vez que se quiera prender un cigarro, ya no provoca el mismo efecto que se pudo tener la primera vez.
Puede ser que la falta se asombro en las personas lleven a que sea necesario bombardearlas con constantes estímulos, con el fin de despertar un poco la capacidad de admirarse o compartir de alguna manera el dolor que podría haber sentido este hombre. Como sea, don Miguel, por querer compartir un poco de su experiencia, ha sido víctima de una serie de altercados que él quizás nunca imaginó tener. Con el fin de ayudar a una buena causa, se ha visto insultado y agredido a su persona. ¿El degeneramiento de la imagen de don Miguel es causa de una mala campaña o de la falta de seriedad de los chilenos, o mejor dicho, de la buena creatividad de los chilenos?