El Negocio de la Negación del Cambio Climático

27 Diciembre 2006
Una corriente de científicos califican el cambio climático de ciencia basura. Pero sus artículos que niegan el calentamiento global son financiados por la petrolera Exxon y han logrado retrasar una década la acción para frenar la degradación.
Daniel Espinoza >
authenticated user Corresponsal
Acabo de leer un artículo que resume un libro de George Monbiot, periodista británico, quien acaba de publicar en Reino Unido Heat: How to Stop the Planet Burning (Allen Lane, Londres, 2006). En él se relata como una poderosa compañía petrolera, Exxon, financia millonarias campañas para evitar poner el tema del calentamiento global en la agenda mundial y local de cada país. En un estilo sospechosamente similar al que usa Phillip Morris para desprestigiar a la Agencia de Protección Ambiental de EEUU cuando en 1992 publica su informe \'Consecuencias para la respiración y la salud del tabaquismo en el fumador pasivo\' donde concluye que "… El contacto con el humo ambiental del tabaco (HAT) tiene un impacto grave e importante en la salud pública…”, Foreign Policy Edición Española, greenpeace.
Así es como una serie de connotados científicos y ecologistas, o ex-ecologistas, curiosamente defienden estudios que “niegan el calentamiento global y lo promueven sin descanso. Y siguen haciéndolo mucho después de que otras investigaciones lo contradigan”. Todos con una cosa en común: todos ellos están financiados por Exxon. A lo que el artículo agrega: “Pero eso no quiere decir que la resistencia política a dicha tarea sea culpa sólo de esta gente. El Gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, no necesita la ayuda de Exxon para sabotear las negociaciones internacionales sobre el clima. Una de las razones por las que estos profesionales de la negación del cambio climático han tenido tanto éxito a la hora de penetrar en los medios de comunicación es que dicen lo que la gente quiere oír”, Foreign Policy Edición Española.
Parece ser que nuestros problemas se generan de la búsqueda de propósitos, intelectualmente impuestos, a expensas del sentimiento. Estamos dispuestos a extinguir, aniquilar, destruir con tal de implantar nuestras ideas. Si concediéramos más libertad a nuestros sentimientos, retrocederíamos aterrados ante esos actos inhumanos.