Era 8 de noviembre, habíamos decidido cambiarnos de hogar, y el sector elegido era el centro rancagüino; específicamente la Plaza de los Héroes. Considerábamos que la cercanía con otros lugares esenciales de la ciudad era importante, además la seguridad de un departamento no se iguala a la de una casa.
Entre cajas, mesas dispersas y sillones, logramos asentarnos, construyendo lo que comúnmente se llama hogar. Cuando ya habían pasado algunas semanas del cambio, me detuve en una ventana, y por medio de ella obtuve la panorámica del sector en el que estaba inmerso; miré cada detalle, cada esquina y logré darme cuenta la trascendencia del lugar que estaba pisando.
La plaza de Rancagua no es una más. En ella se guardan un sin fin de historias y en muchas ocasiones se ha convertido en escenario de diversos actos, uno de los más recordados es el desastre de Rancagua, cuando en 1814 las fuerzas realistas y nacionales combatían por el mando de Chile. En aquella oportunidad el sector que hoy pertenece a los edificios en que vivo, se convirtió de seguro en campo de batalla y trincheras.
Con la llegada de la independencia, el sector céntrico, en especial la plaza, siguió con ese carácter oficial y político que guardaba durante la colonia. En el sector de las 4 entradas era y es posible encontrar lugares oficiales y solemnes como la Municipalidad, la Intendencia, la Gobernación; instancias que marcan la vida de un pueblo y que hacen funcionar, ojalá, lo mejor posible las actividades de una comunidad.
Si avanzamos en el tiempo y nos detenemos en 1990 recurro a la conversación y es en ella donde se llega a la conclusión que durante ese período no se realizaban muchas actividades en el sector de la plaza, utilizándola muchas veces como un mero paseo de gente.
Creo que la situación está cambiando, hoy en 2006 ésta es utilizada para más actividades de distinta índole, pasando por una protesta de trabajadores contratistas hasta una manifestación estudiantil, donde vemos a jóvenes de los más diferentes colegios luchando por un fin en común. Quizá la forma en que culminan estos actos no son las más adecuadas, pero da gusto saber que la plaza de nuestra ciudad aún sigue siendo centro de las más disímiles actividades. Como ya decía, desde una marcha de protesta hasta una pasiva y simple feria artesanal.
No es mucho el tiempo que llevo en este sector, pero sí he podido en este corto período, darme cuenta de varias cosas que ocurren en nuestra ciudad. La plaza sin duda REFLEJA diversas realidades, distintas agrupaciones y diferentes maneras de ver la relación en comunidad. Un ágora, como se llamaba en la antigua Grecia a una plaza, cumplía funciones fundamentales en la civilización; la plaza de Rancagua se está acercando nuevamente a esa función, y creo que en un corto plazo muchas de las decisiones fundamentales de la ciudad serán tomadas en ella.