La sinfonía celeste todavía desafina

La sinfonía celeste todavía desafina

14 Marzo 2006
O’Higgins cayó en Rancagua merced de sus errores y del pragmatismo de la Universidad de Concepción
Miguel Vallejo >
authenticated user Corresponsal
El cuadro penquista aprovechó un grueso error del defensor Luis Mori para abrir el marcador.
Jorge Garcés debutaba como técnico de un equipo que había generado expectativas durante la semana debido al triunfo sobre Antofagasta, ya sin el cuestionado Óscar Meneses en el Banquillo.
Al llegar al estado “El Teniente” se respiraba optimismo, hinchas exultantes colmaban las boleterías para ver el estreno del popular “peineta”, uno de los entrenadores más destacados del concierto nacional.
Y en el primer tiempo el equipo mostró esbozos del fútbol que hizo conocido a Garcés. Garra, pressing y buen manejo del balón hacía que los hinchas sintieran que el gol venía en cualquier minuto.
Sin embargo no fue así. Y al finalizar la primera fracción se fueron al vestuario con muchas ganas, pero con nada más.
Hasta ese instante la Universidad de Concepción era un equipo ausente, con una defensa bien poblada y saliendo en contragolpe a través de Spiga, Viveros y Aguiar, cuyos intentos se diluían ante el buen trabajo que desarrollaban Guido, Acosta y Medina en el fondo celeste.
En el entretiempo, el entrenador nacional Nelson Acosta, invitado de honor del presidente del directorio de O’Higgins Ricardo Abumohor, hacía ver que el fútbol desplegado carecía del ritmo que mostraban otros conjuntos.
Lo encontró derechamente aburrido don Nelson, al igual que gran parte de los espectadores locales, que veían como ni Joel Soto, ni Marco Olea eran capaces de demostrar en cancha sus pergaminos. Menos mostró Messera que se vio como un huérfano pidiendo a gritos, y hace varios partidos, un acompañante que le ayude a hilvanar buen fútbol, del que el trasandino sabe de sobra. Un buen director de orquesta, pero con malos violinistas
La impotencia del segundo tiempo.
Mientras más avanza un partido, O’Higgins tiende a caer en la desesperación. Fútbol carente de ideas, mucho centro, mucha fuerza, pero poco finiquito.
Con todo, alcanzó a tener una opción clara antes de la debacle, la que fue abortada espectacularmente por un defensa penquista quien arriesgó todo para sacar el balón desde la línea de sentencia.
Luego el protagonista fue Luis Mori. Un error en la salida tras una devolución de un Fair Play, pilló mal parado al defensor celeste quien fue presionado por Spiga que le quitó el balón, lanzó al arco, por primera vez en el encuentro, y marcó ante un atónito Barra y un desencajado Garcés, que veía como el esplendoroso debut se convertía en un amargo continuismo de los mismos errores que reflejan los cuatro puntos del cuadro rancagüino en el torneo nacional.
No fue capaz de levantarlo O’Higgins, cayó en los mismos errores, y fue el mismo equipo sin reacción (una vez más), que no aprovechó la instancia para reencantar a su (fiel) público, que llegó en buena cantidad a El Teniente.
Nueve minutos más tarde otro error de Mori, esta vez al detener un cabezazo auriazul con la mano, bastó para que el uruguayo Aguiar pusiera el dos a cero mediante un penal bien cobrado. ¿Inmerecido?. Si esa palabra corriera en el fútbol… otra sería la historia de O’Higgins.
El resto del partido fue lo ya visto en el campeonato. Poca reacción, una monotonía de centros, la lesión facial del defensor uruguayo Acosta, que terminó jugando de centro delantero, y las mil y una maniobras, bicicletas y enganches para la foto, de Joel Soto, que se retrasó a buscar lo que pudiera encontrar en un conjunto que teniendo buenos exponentes, no hilvana buen juego.
Ahora los hinchas la tomaron con los jugadores, y Garcés tiene que levantar a los celestes. Para eso lo trajeron, y por él no se quedó Gerardo Silva a cargo de la banca; un técnico que entusiasma a la hinchada, pero no a la dirigencia que lo tiene a cargo de proyectos paralelos como la incursión del cuadro sanfernandino de Colchagua en la tercera división.
Por ahora paciencia en las huestes celestes. Más no se puede pedir, pero es de esperar que al menos Garcés le impregne algo de motivación para que la sintonía celeste alcance su máximo nivel. Su sonido perfecto. Exponentes le sobran. Al menos algunos.
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