VEA: 2012

VEA: 2012

18 Diciembre 2009
la trama principal es de cómo el mundo se hace añicos como se arruga una bola de papel. Y sí, es un espectáculo, pero...
Simón Ergas >
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Por La Pollera

Si bien Peliplay es mi sitio de cabecera cuando quiero no ir al cine, no tenía la película 2012 cuando la quise ver. Pero no me decepcionó, porque por la marca de agua en una de sus películas encontré el banner hacia unos genios del telescreener que les salió el audio horroroso. El sonido de los temblores, audio profundo, constante y gutural, se saturaba; y es una película del fin del mundo: ¡temblaba todo el tiempo!

Hay que investigar un poco y se entiende todo. El director se llama Roland Emmerich, quien dirigió grandes obras de arte que parten por El día de la independencia (en la que hasta fue escritor), siguen por Godzilla, El día después de mañana y 10.000 A.C. Es decir, un gringuerío recalcitrante que se inclina hacia la imagen de acción y una trama regularona: es puro hueveo todo el rato. Y aunque suene así, no quiero ser completamente despectivo: El día de la independencia marcó un precedente en la filmación de muertes masivas. 2012 es un espectáculo de película, tenía que verla en el cine y no lo hice.

Si la película se tratara del escritor cómo Curtis Jackson (John Cusack, que me dijeron que se parecía a Zalaquett), autor de “Adiós, Atalantis”, que descubre que el mundo va a ser destruído, que la elite mundial se construyó naves para escapar y debe picarla con su familia para no quedarse afuera. Si la película se tratara de Adam Hemsley, científico de la White House de Obama (interpretado por Danny Glover, el negro clásico de Arma Mortal), si se tratara de este científico que descubre que el mundo va a ser destruído y no sabe cómo detener el proceso. Quizás si la película se tratara de ellos, quizás… Pero la trama principal es de cómo el mundo se hace añicos como se arruga una bola de papel. Y sí, es un espectáculo.

2012b

Hay escritores que cuando hablan del fin del mundo, en general, cuentan una historia en la que el ser humano se destruye a sí mismo. Algunos augurian guerras atómicas (Ray Bradbury), otros la caída de un imperio galáctico donde se lleva el asunto más allá del planeta, el mundo como civilización (Isaac Asimov), o hasta la Biblia lo dice más bonito aunque se le crea menos que a los autores terrenales. La película 2012 no tiene absolutamente nada de esto. Nosotros, quienes por coincidencia estamos haciendo cagar al planeta, que también nos estamos haciendo cagar a nosotros mismos, ¡bah! no tenemos nada que ver. El fin del mundo pasó solito. No existe ninguna interpretación posible. De repente la película tiene una que otra ironía medio semiótica y el calendario maya es mencionado con el mismo énfasis con el que Butthead le decía a Beavis “pull my finger”.

La gracia de este tipo de películas es gráfica. Es como el sustito que causó en Valpo la simulación digital de maremoto. Hay que ver cómo el mundo se abre y se traga manzanas completas, hay que ver cómo el mar se come al Tibet y en segundo plano hay que ver la historia de esos personajes que secundan al protagonista naturaleza; o pensando lo gringo de este tipo de películas: God (con mayúscula). Además, lo bueno bueno llega como hasta la mitad, cuando ya no aparece el profeta loco interpretado por Woody Harrelson.

Dicen los sitios de internet que Roland Emmerich planea hacer la película de La Fundación. Ojalá no le quede igual, es un gran libro.


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