Chávez, el peón de Rusia

27 Noviembre 2009
Hugo Chávez pretende que la presencia norteamericana en Colombia signifique una gran amenaza a la estabilidad y paz de la parte meridional del continente americano. Pero, ¿por qué no piensa lo mismo de los rusos?
Jorge Acuña >
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En 2008, Rusia aceptó una invitación extendida por Hugo Chávez para llevar a cabo los primeros ejercicios navales conjunto con Venezuela. En sus primeras maniobras fuera de aguas territoriales norteamericanas desde la Guerra Fría, Rusia envió un altamente armado crucero nuclear a las costas del Caribe.
El que el Caribe y el Golfo de México sean críticos para los intereses norteamericanos no es ampliamente conocido. Pero desde el momento en que el Congreso estadounidense prohibió toda perforación petrolera que no estuviera en el Golfo, la vulnerabilidad de Estados Unidos ha aumentado. Los últimos huracanes que se han hecho sentir en la zona lo han hecho patente, pero los enemigos de Estados Unidos también han tomado nota. La invitación que hizo Venezuela a Rusia es sólo el comienzo.
Lo que se conoce es que el país del norte es muy dependiente del petróleo extranjero. Durante el embargo petrolero árabe de 1973, los norteaamericanos importaban cerca del 25% de crudo. Desde 1990, cuando el Congreso norteamericano impuso una moratoria a nuevos proyectos petroleros, ese porcentaje subió a 58%. La mayoría de este petróleo es transportado por el mar.
Por lo tanto, son mucho más dependientes que nunca sobre la rutas de acceso regionales. Cerca de un 64% de las importaciones de energía hacia Estados Unidos debe pasar a través del Caribe para llegar a los puertos y refinería de la costa del Golfo, según lo que explica el Departamento de Energía de Estados Unidos. No sólo cargamentos desde Venezuela, que conforman el 10% de la importación de petróleo del país del norte, sino que desde todo el mundo.
Nueve de cada 14 barriles de petróleo importado por Estados Unidos, de vendedores como Angola, Nigeria, Arabia Saudita, Chad, Rusia, Kuwait y Ecuador, deben pasar a través de uno de los cuatro pasajes marinos en el Caribe para alcanzar las refinerías norteamericanas.
Gigantescos barcos tanque entregan cerca de 14 millones de barriles de petróleo a la semana en el Golfo a través del Windward Passage que se ubica entre Cuba y la isla Española, el Mona Passage entre la isla Española y Puerto Rico, el Estrecho de Florida al norte de Cuba y el Canal de Yucatán entre Cuba y México. No existe otro camino para que esos barcos puedan llegar a Estados Unidos, porque el Mar Caribe es muy peligroso para ese tipo de transporte.
Independiente de sus destinos, cerca de 2000 barcos tanque cruzaron el Canal de Panamá en 2007 con una tendencia al alza durante los últimos meses, según datos de la Autoridad del Canal Panamá. La mayoría iban hacia puertos estadounidenses. Esos tanques transportan petróleo desde lugares como Arabia Saudita a refinerías en lugares como Long Beach, California, convirtiendo al Canal en un cuello de botella crítico y vulnerable.
Incluso se sabe que algo del petróleo de Alaska ha cruzado el Canal de Panamá hacia el Caribe en su camino a la costa este de Estados Unidos. Hacia ambas direcciones, este y oeste, 31 millones de toneladas de petróleo y otros productos fueron transportados a Estados Unidos el año pasado. Con el ensanchamiento del Canal de Panamá para 2014, se espera que el tráfico supere esa cifra.
También cabe decir que los Estados Unidos han aumentado su dependencia de petróleo proveniente de fuentes dentro de la región. Más del 30% de las importaciones del país del norte provienen de países latinoamericanos y caribeños que usan los pasajes marítimos del Caribe mucho más que otros suministradores. Añada a Canadá, que envía parte de su petróleo a través de Panamá al Golfo y el porcentaje aumenta a más de 50%.
Estos datos hablan de vulnerabilidad y los depredadores están al acecho. Aquí entra Chávez, que vió cómo Rusia tomaba el control de cerca del 25% de los suministros energéticos de Europa con el ataque a su vecino país de Georgia en 2008. Los rusos no necesitaron volar el oleoducto que conecta a Rusia y Europa para obtener su control; sólo necesitaban acercarse lo suficiente.
Esa lección no fue olvidada por el regente venezolano, quien desde ese momento comenzó a seducir a Rusia para lograr una alianza estratégica en el Caribe. Chávez ha visitado Moscú en variadas ocasiones y en cada uno de sus encuentros con los líderes rusos ha logrado firmar sendos acuerdos sobre armas que superan los cinco mil millones de dólares. Pero nunca se ha escuchado a la comunidad latinoamericana (dígase OEA, MERCOSUR y UNASUR) decir una palabra sobre ello.
Algo se sabe sobre las compras de armas de Hugo, ya que ha dicho por ejemplo, que se han adquirido cuatro o cinco subamrinos rusos, intrumentos perfectos para perturbar las rutas marinas. Recordemos que durante la invasión rusa a Georgia, Chávez le ofreció a Moscú bases terrestres. Tampoco escuchamos reclamos sobre esta posibilidad dentro de los gobiernos latinos.
Si la región quiere verse libre de todo colonialismo, es mejor que se tomen decisiones sin hipocresía o sin medias tintas. De otra forma, mejor ahorrénse las reuniones multilaterales de cuerpos regionales cuya efectividad hace tiempo que está puesta en duda.

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