Guillermo Blest Gana“¡Y Yo que pensaba haber amado tanto!"

Guillermo Blest Gana“¡Y Yo que pensaba haber amado tanto!"

30 Noviembre 2008
Esas palabras son el cierre de uno de los más bellos poemas escritos en Chile: “Mirada retrospectiva” pertenece a Guillermo Blest Gana, que nos da pie para especular sobre el amor. Por José Martínez Fernández
José Martínez F... >
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¿Cómo serían los años finales de don Guillermo Blest Gana? Hay una analogía interesante entre este bardo nuestro y el gran poeta francés Félix Arvers, autor del clásico poema “Hay en mi alma un misterio”.
A ambos poetas un solo texto los hizo célebres. Y ambos poemas están unidos por diversos puntos: presencia de una mujer, cercanía de la muerte, soledad marcada por la vejez (¡la vejez!: cruel código de la naturaleza)…En el amor, sin embargo, los aparta un hecho. Blest Gana ha vivido un amor correspondido. Arvers ha visto pasar el amor frente a sus ojos y ellos no han tocado más que su propio ente sentimental: la amada no ha sabido de ello. Este enorme poeta francés escribió para una mujer que nunca supo que los ojos que la miraban eran de un enamorado del amor y que, en ese universo, ella tenía un territorio enorme.
Me preguntaba Yolanda si el amor existía. Dulce en su interrogante -clara, bella y joven cómo es-, yo le decía que creía en el amor…Pero, ¿existirá él? La imagen concreta del amor no existe.
Una vez leí a un crítico literario u otro estudioso (no recuerdo a quien) señalar que el amor de Romeo y Julieta fue un AMOR VERDADERO, que no se quebró porque fue breve. Al morir ambos en el esplendor de sus vidas, no hubo tiempo para la desilusión. Si hubiesen llegado a viejos los personajes de Shakespeare no habrían terminado siendo una pareja de seres felices, decía el entendido.
Es tarea de la filosofía especular más sobre el tema.
Los poetas suelen ser seres muy “exagerados” en su amar, pero ese “amar” lo suelen quebrar muy de golpe…
Grandes poetas han amado y traicionado. Han vivido con “un amor” y han tenido otros “amores”. Muchos han “aventurado” y abandonado a la que decían “amar”.
Sin embargo lo que de ellos quedan son los poemas que hicieron a sus amadas. Esos viven. La poesía amorosa no se va con el fin de un amor. La poesía del amor es tangible, vivible, leíble. De eso dudas no hay.
Las musas de estos poetas fueron (son) reales.
Conocí el caso, a la inversa, de un hombre que debió amar mucho. No era un poeta. Era un suplementero. Sucedió en Iquique. Su esposa murió ya mayor. Tras ese hecho, pasados unos días de suma tristeza, se suicidó.
Y digo “debió amar mucho” por ese suceso; pero…¿No sería la soledad la que lo impulsó a quitarse la vida? Se puede especular más, mucho más.
Don Guillermo Blest fue un tipo honesto en su “Mirada retrospectiva”. Dijo:
“es mi quebranto,/ no haber amado más, ¡yo que creía,/ yo que pensaba haber amado tanto!”.
El “mea culpa” de Blest Gana es razonable.
¿Cuál es la medición del amor?
Y aquí hemos hablado únicamente del amor hombre-mujer. No hemos hablado del amor hombre-sociedad, amor hombre-justicia, y otras maneras de amar, si es que el amor existe.
Puede que sí…pero que, como la mayoría de las cosas, no sea eterno. Que tenga su período: que como la mejor rosa: nazca, crezca y muera...
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