Conozcamos el Binominal IV Parte: Proporcionalidad

05 Julio 2008
Examinamos a continuación los niveles de sobre y sub representación (o desproporcionalidad) generados por el binominal.
Jorge Acuña >
authenticated user Corresponsal
Especial Sistema Binominal.
Examinamos a continuación los niveles de sobre y sub representación (o desproporcionalidad) generados por el binominal. Estos tienen múltiples implicancias y están en el centro de las disputas sobre las ventajas e inconvenientes del sistema binominal. La desproporcionalidad, según a quién afecte o beneficie, incide directamente en las posibilidades de los partidos o coaliciones pequeñas de obtener representantes en el Parlamento, y por lo tanto, en la representación de las mayorías y minorías, en el fraccionamiento del sistema de partidos, en la proporción de mujeres que ganan escaños, en los incentivos a los partidos para unirse a coaliciones y en la estabilidad de estas. Es posible notar que el sistema binominal ha favorecido a los dos pactos mayoritarios, es decir, a la Concertación y a la Alianza y a sus respectivos partidos, a la vez que ha perjudicado a otras alianzas y a los partidos no afiliados. En todas las elecciones ambos pactos mayoritarios han obtenido proporcionalmente más asientos que votos. En todas las elecciones, además, el pacto ganador en número de votos (Concertación) ha obtenido una mayoría absoluta de escaños, cuestión que no sucede siempre en todos los sistemas electorales mayoritarios . En la elección de 2001 la mayoría absoluta de escaños para la Concertación fue “fabricada” por el sistema binominal, pues con un 47,9 % de los votos obtuvo un 51,67% de los escaños. En tres de cuatro elecciones la Concertación fue la que porcentualmente más se benefició de la desproporcionalidad del sistema. Sólo en 1993 la ganancia del segundo pacto fue mayor a la del primero: la Concertación, con 55,4% de los votos, ganó el 58,3% de los escaños (+2,9 puntos), en tanto la Alianza , con el 36,7% de los votos logró el 41,7% de los escaños (+5 puntos). Esto no ha vuelto a suceder, aunque las ganancias de ambos pactos en la elección de 2001 fueron muy parecidas.
La capacidad que tienen los pactos pequeños para lograr escaños está limitada por el sistema binominal. Al respecto, es posible observar que de los 480 escaños en juego en estas cuatro elecciones, sólo en 8 ocasiones (1,6%) partidos fuera de los dos grandes pactos ganaron asientos. Sólo los independientes fuera de pacto tienen mayor posibilidad. Éstos lograron escaños en 1989, 1997 y 2001 con bajas votaciones nacionales. Esto se explica porque fueron capaces de lograr una alta votación en distritos determinados y así triunfar por sobre uno de los dos grandes pactos. En cambio, la llamada “Izquierda Extra-parlamentaria” ha obtenido entre 5% y 7,5% de los votos válidos y nada más ha alcanzado dos escaños. Esto sucedió sólo en 1989, porque fue en lista conjunta con parte de los socialistas. Aparte de eso, únicamente la Unión de Centro Centro, partido populista y personalista de derecha de Francisco Javier Errázuriz, fue capaz de concentrar su votación y lograr dos escaños en 1997 fuera de los grandes pactos, para luego desaparecer. En consecuencia, la capacidad de ganar escaños de los partidos o coaliciones pequeñas es muy baja.
Otra manera de analizar las implicancias que ha tenido el sistema binominal en cuanto a la calidad de la representación es por medio de los índices de proporcionalidad. Para esto se utilizan dos índices clásicos. El de John Loosemore y Víctor J. Hanby (L-H) que se extrae de la suma de las diferencias, en valores absolutos, entre el porcentaje de votos y de escaños obtenidos por cada partido, dividido por 2, por lo que la proporcionalidad absoluta es 0. Además, Michael Gallager propone el least-squares index (L-S) que se saca de la diferencia de los porcentajes de votos y de escaños por cada partido, este resultado se eleva al cuadrado y, luego, se suman los resultados de todos los partidos para dividirla por 2 y finalmente aplicarle la raíz cuadrada. En este caso también la proporcionalidad absoluta es 0. Este último índice nos parece mejor pues tiene la ventaja de que le entrega una mayor importancia a las diferencias más grandes que a muchas pequeñas. Para calcular ambos índices se toman en consideración todos los partidos políticos que han presentado candidaturas. En este caso se estudian los índices tanto por partidos como por pactos, y los comparamos con los resultados para el sistema proporcional chileno del período 1932-1973. Dichos cálculos se efectúan a nivel nacional y de distritos.
Analizando los índices de proporcionalidad podemos ver que a nivel de partidos no existe una gran diferencia entre el actual sistema binominal y lo sucedido con el sistema proporcional que Chile utilizó hasta 1973. El índice de Losemore y Hanby es de10,9 con el antiguo sistema proporcional y 12,9 con el binominal. Estas diferencias disminuyen con el índice de Gallager, que arroja 6,0 para el antiguo sistema y 6,9 para el binominal . Dado que en muchas ocasiones en el sistema binominal las personas están obligadas a votar más por pactos que por partidos , es necesario examinar los índices por pactos. Aquí el índice de Loosemore y Hanby para el actual bonominal baja a 9,2, lo que lo pone un poco mejor que el sistema proporcional antiguo considerado a nivel de partidos (pues no existían coaliciones comparables a las que se han dado desde 1989). Mientras el índice de Gallager da un 6,7, muy parecido al 6,0 del sistema proporcional. Por lo tanto, a nivel nacional, la proporcionalidad del sistema binominal es a penas inferior a la del sistema proporcional antiguo. Si consideramos las coaliciones posteriores a 1989 como la unidad básica de análisis, la proporcionalidad del binominal es análoga o incluso algo mejor a la que nos daba el sistema proporcional antiguo.
Para tener una precisión mayor con los índices, se calcularon los mismos índices, distrito por distrito, tanto para el sistema proporcional vigente hasta 1973 como para el sistema binominal. Los resultados en el índice de Loosemore y Hanby son 24,9, para el sistema proporcional antiguo da y 37,9 para el binominal a nivel de partidos, pero por coaliciones o pactos la cifra baja a 17,1.
Por su parte, el índice de Gallager entrega un resultado por partidos de 16,1 en el proporcional y 26,2 en el binominal y, de 14,7 para este último considerado por coaliciones. Las cifras claramente indican que el sistema binominal es parecido en su proporcionalidad al antiguo sistema cuando consideramos las coaliciones, incluso es mejor en el índice de Loosemore y Hanby, pero peor si se calcula por partidos. Por lo tanto, es posible concluir que el sistema binominal es casi tan proporcional como el sistema utilizado hasta 1973. El punto es que, por su diseño electoral, el sistema binominal privilegia las coaliciones por sobre los partidos.
La proporcionalidad del actual sistema binominal, tomada nuevamente a nivel nacional, es significativamente menor a la de países proporcionales puros como Dinamarca y Noruega, que obtienen en las últimas cinco elecciones un promedio en el índice de Loosemore y Hanby de 2,8 y 5,8 respectivamente; y un least-squares index de 1,7 y 5,1. Pero es más proporcional que la de países con sistemas mayoritarios como Canadá y Australia, cuyos promedios en las últimas cinco elecciones en el índice de Loosemore y Hanby fue de 17,5 y 16, respectivamente; y un least-squares index de 17,9 y 14,1. Por lo tanto, podemos afirmar que la proporcionalidad del sistema binominal es similar a la de un sistema proporcional impuro , como el de España, que en las últimas cinco elecciones tiene un promedio en el índice de Loosemore y Hanby de 10,3 y en el de Gallager, un 9,4, o el de Portugal, que saca respectivamente 7,9 y 7,1.
Un sistema proporcional impuro busca dar representación a la mayoría de los partidos políticos que logren superar un cierto umbral determinado de porcentaje de votos, pero también permite que, en ciertas ocasiones, los partidos mayoritarios puedan obtener mayorías “fabricadas” de escaños para gobernar sin que tengan mayorías de votos , como sucedió en 2001. Pero, como vimos, la representación de los partidos que están fuera de las dos grandes alianzas ha sido muy escasa. En consecuencia, en relación a la representatividad, este sistema ha actuado en forma parecida a la de un sistema electoral proporcional impuro, aunque con mínima representatividad de las minorías que están fuera de los grandes pactos.
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Comentarios

Imagen de marcos

gracias por informarme estos

gracias por informarme estos articulos son muy inportantes de leerlo ya que es una gran ayuda para saber donde uno esta parado . bueno eso era gracias

Imagen de Salvador Trejos

Gracias Jorge, he seguido

Gracias Jorge, he seguido todas las partes del sistema binominal que nos has entregado y no lo he visto en ningun otra parte. Este tipo de cosas se agradece.

saludos,