Corría principios del siglo XX, el renacimiento se diluía entre el auge tecnológico y el pragmatismo, pero quedaban algunas expresiones exacerbadas y extremas que parecían ser los últimos estertores de una sensibilidad que agonizaba. Entre ellas, las sectas y el ocultismo, formas de expresión irracionales, pero no por eso menos verdaderas, que se empeñaban en oponerse al proyecto moderno que brotaba como paradigma.

Aquí aparece nuestro gran personaje de la semana, Edward Alexander “Aleister” Crowley, un brujo, mago, alquimista, ocultista, poeta, novelista y ensayista que mezclaba rituales milenarios con prácticas satánicas amenazando con vehemencia el proyecto ilustrado y rescatando el perfil del hombre genuino, voluntarioso, y sincronizado con las fuerzas supremas del universo. A veces se le tildó de mago negro ignorando, según el, su afanoso interés por la ciencia y por hacer de su trabajo algo sistemático alejado de caprichos y obsesiones. Como diría en su libro The confessions of A.C.: “Para practicar magia negra tienes que violar todo principio de la ciencia, decencia, e inteligencia. Debes estar obsesionado con una idea demente de la importancia del mezquino objeto de tus detestables y egoístas deseos. Se me ha acusado de ser "mago negro". No se ha hecho jamás afirmación más tonta sobre mí”. De hecho Crowley pretendía conjugar el método de la ciencia con el objetivo de la religión, en ese sincretismo, decía, está expresado todo.

Aleister nace en Gales un 12 de Octubre de 1875. Hijo de un millonario y después de quedar huérfano tempranamente recibe una herencia que luego le permitiría realizar sus excéntricas investigaciones. Crowley gozó de fama en los círculos esotéricos bajo el nombre de Baphomet, un símbolo (especie de chivo bicefálico) que alude a Lucifer y cuyo origen proviene de los Templarios, cuando éstos eran considerados herejes. Su influencia llegó a penetrar en los círculos políticos, de hecho fue Crowley quien sugirió a Winston Churchill el signo de la victoria (los dedos índice y corazón en forma de V), que éste último usaba tan a menudo, diciéndole que era un signo de poder que les haría ganar la Segunda Guerra Mundial. Más tarde se convirtió en un personaje de culto, un ícono que era frecuentado repetidamente por figuras del arte. De hecho, y por nombrar solo algunos, su rostro es uno de los que figuran en la portada del disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, de los Beatles. Además, en 1970, Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin (y sabido practicante del ocultismo), adquirió Boleskine House, una casa a orillas del lago Ness en la que había vivido el mago.

Crowley aseguraba haber recibido su obra cumbre, El Libro de la Ley, en estado de mediumnidad. Este libro proclama la ley de Thelema ("Voluntad" en griego) para el Nuevo Eón de Horus que comenzó en 1904, con la recepción del texto, y reemplazó al Eón de Osiris. En los textos de los thelemitas se cuenta como primer año el 1904, en vez del año de la Era Común, y se les añade las posiciones diarias del Sol y la Luna. Dos de las frases más conocidas de este libro son: "Haz lo que tú quieras será el todo de la Ley", y "Amor es la ley, amor bajo voluntad".

Supe por ahí de un amigo (satánico tambien por cierto) que Crowley elabora en uno de sus libros una bizarra teoría acerca de que después de el momento en que, para el grueso de la gente, morimos, mientras el cerebro se pudre, permanece una forma de conciencia incomunicada y aún no descubierta, un suspiro de vida, y que nuestro último registro antes del final es el de la putrefacción de nuestros sesos.

Su muerte se desencadenó luego de un severo ataque de asma, enfermedad que lo había aquejado desde siempre, y en su funeral se le incineró con un considerable marco de asistentes que entonaban el Himno a Pan. La enfermera que acompañaba a Crowley en el momento de su muerte dijo que sus últimas palabras fueron "A veces me odio a mí mismo".

Si quiere LEA, SIGA, o simplemente conozca a éste personaje. A continuación lo dejamos con un par de citas célebres del maestro:

"Toma mi sangre, mézclala, bébela y quémala, arde en la llama, pues sólo así podrás adorarme. Haz lo que digo porque esa es la ley. No me creas, experimenta. Bebe, pues no hay otro medio".

Esta semana en La Pollera:

-VEA: Vida acuática

-ESCUCHE: Vinicius de Moraes

-LEA: La Eneida

-CRÍTICA EXISTENCIAL: Cables

-LA RUTA DEL ROCK: Funkattack

-Televisión, educiación y muerte de los valores

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