CRÍTICA EXISTENCIAL: ¡Felicidades! ¡Ten, es un engañito, no es nada!

CRÍTICA EXISTENCIAL: ¡Felicidades! ¡Ten, es un engañito, no es nada!

04 Noviembre 2007
Se celebra algo, se celebra a alguien, y, al parecer, esa persona celebrada es obligatoriamente evaluada por quienes lo rodean. ¿Será un mal de nuestros tiempos, o solo un síntoma de otro mal mayor?
Camilo Rojas >
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Una vez, hace harto tiempo, cuando la gente compraba discos compactos originales, para mi cumpleaños me regalaron uno que no traía música, sino que era válido por un disco de diez mil pesos o diez mil pesos en artículos de la tienda. Inmediatamente me pregunté qué es lo que estaban queriéndome regalar, pues suponía que la gracia de regalar un disco estriba más que nada en la música que se está regalando, la música que se está convidando. Hasta entonces me parecía que los regalos, en general, tenían algo que unía a quien regalaba con quien recibía, que eran, además de una muestra de afecto vacía, algo con un sentido que las dos personas compartían, un acuerdo que le aportaba sentido a su amistad –o su relación de respeto o de amor o de lo que sea–. Era el caso de un tío que me había regalado un microscopio, otro que me había regalado una versión ilustrada de las 20.000 leguas de viaje submarino o la pelota de fútbol que me había regalado un amigo. Pero ese disco vacío era como una muestra de afecto sin sentido, una muestra de afecto en la que quien regala asume que no conoce a esa persona a quien regala el objeto, que no quiere compartir algo de su gusto con ese a quien está haciéndole el regalo. Y luego pensé qué bien, excelente, esto a la larga puede ser mucho mejor, pues se me está dando la posibilidad de elegir y no se me está imponiendo nada; ahora yo podré ir y elegir el disco que yo quiera. Y así lo hice, y efectivamente fue lo mejor. No había ninguna posibilidad de que quien me hizo ese regalo vacío hubiese podido dar con el disco que yo elegí.

Me acuerdo de ese cumpleaños ahora, pues hace muy poco tuve que acompañar a un amigo a un mall a comprar un regalo para su prima, que se va a casar dentro de un par de semanas. Subimos al cuarto o quinto piso esquivando con dificultad las muchedumbres hipnotizadas, hasta que llegamos a la sección Novios. Todo ambientado en un blanco virginal, el blanco virginal que comparten las novias con las lavadoras o los refrigeradores nuevos: el blanco de la “línea blanca”, línea blanca que también nos recuerda a otros de los vicios de nuestra virginal sociedad. Dimos el nombre de la novia, que fue ágilmente rastreado por el vendedor en una pantalla plana, y luego mi amigo le dio un rango de precio: lo que estaba dispuesto a pagar por su prima. Cuando le preguntaron por el rango, mi amigo me miró y con el peculiar humor que lo caracteriza, seriamente dijo: a ver, cuánto quiero a mi prima; debería ser más fácil esto de cuantificar una relación con alguien, creo que pagaría unos veinte mil pesos por ella. Ya no quedan más regalos bajo treinta y cinco mil pesos, le respondió el vendedor con una sonrisa que se paseaba entre un insulto a mi amigo por amarrete y un gesto de pena complaciente por esa novia a quien la gente quería tan poco. ¿Y qué es lo más barato que le va quedando? Una silla de playa design performance de $35.999, respondió rápidamente el vendedor. Puta, yo no sé si quiero tanto a esta mina, me dijo mi amigo mirándome con cara de alcachofa. Ya pues, tendrá que ser, que si me arrepiento más tarde van a quedar puras cosas de ochenta lucas. ¿Se lo lleva usted, o se lo llevamos nosotros directamente a la casa de los novios?, preguntó el vendedor antes de cobrar.

Entonces nos fuimos conversando del sentido de los regalos de matrimonio. Había escuchado por ahí que en ese sistema los novios podían cambiar de opinión y elegir el objeto que quisieran con el dinero que depositaba la gente, cosa que inmediatamente traslada el interés del asunto a su precio, dejando olvidado al objeto y a su posible significado. Nos pareció de pronto que las demostraciones de afecto cada vez se volvían más cuantitativas y menos cualitativas, y que este fenómeno debía estar encarándonos con esa morbosa pregunta de la infancia: ¿a quién quieres más...? Una pregunta difícil y angustiante para algunos. No así para otros: los comerciantes de corazón parecen sobrellevarla y responderla cada vez sin titubear: pensemos en la cuna de los comerciantes, los del norte de áfrica que viajaban intercambiando cosas, los que cambian a sus mujeres por cantidades de camellos o kilos de tela. Sínicos cínicos sínicos

Todo indica que estamos viviendo bajo una lógica comercial, comentaba mi amigo, y sí, eso estaba más que claro, pero qué pasa con eso, ¿es algo peor acaso? ¿Peor a qué? ¿Cuál es el sentido de que las relaciones sean cualitativas? ¿Por qué no cuantitativas, como son las del comerciante? Yo creo que la gente que vive muy como comerciante sufre más, me decía mi amigo mientras trataba de meter la silla de playa último modelo a la maleta del auto, yo creo que sufre más porque no sólo debe asumir la pregunta de cuánto vale el resto, sino que también debe sobrellevar la respuesta de cuánto lo quieren a él. Por no contar con una razón cualitativa, por no contar con ningún “acuerdo”, ninguna temática (como podría haber sido la música X con ese que me regaló el disco vacío hace años), ese que es querido 10 va a sufrir porque nadie lo quiere, el que es querido 100 va a pensar que se lo quiere, pero que no se le quiere tanto, y el que es querido 1000 va a dudar de las razones por las cuales es tan querido ¿Será porque tengo mucho dinero?, ¿sólo porque soy bella?, ¿será porque les interesa algo de mí? Y sí, al de espíritu comerciante le interesa algo de ti, tanto como él le interesa al resto por alguna razón cuantificable. Por otro lado, cualitativamente, si una persona es querida A, otra persona es querida B y otra C, entonces son todos cariños diferentes e incuantificables, cariños que pueden ubicarse en un millón de dimensiones significantes y que, además, pueden ser compartidas sin anularse mutuamente, como puede suceder con dos amigos comerciantes que se regalan diez mil pesos para sus respectivos cumpleaños.

¿Pero y cómo evitar ser de espíritu de comerciante en esta sociedad donde todo es comercio?, le pregunté acongojado a mi amigo. No sé, de hecho ese es el gran problema: la oferta resulta exageradamente atractiva, y uno no sabe bien qué es lo que desea realmente, pues ya estamos todos infectados de este mal humano. Yo no quiero tener corazón de comerciante, pero creo que cuando me case voy a contratar este sistema, pues es el método más eficaz para irse de la casa, ¿imagínate que dos amigos te regalen lavadores de platos? ¿Qué hacer ahí?, cacareaba con tono de nihilista mi amigo, mientras yo me acordaba del disco que elegí. El único modo de mantenerse en este sistema es sabiendo usarlo –seguía mi amigo–, saber convivir con él, pero a la vez intentar darle sentido a las cosas. ¿Y no podrías haber dado un paso consiguiendo un regalo más original y que tenga algo que ver con tu prima?, pregunté. Pues sí, yo creo que eso también es mil veces más consecuente con lo que pienso, pero sucede que no tengo tiempo, trabajo todo el día y lo poco que me queda lo paso con la Lili, que está empezando a hablar y que según una amiga de la Cordelia, que es psicóloga infantil, es muy importante que pase tiempo con la niña ahora. ¿Y qué sabe una psicóloga infantil de cómo debe ser criada tu hija?, eso no se sabe, eso es parte de la intuición y algunos conocimientos culturales básicos, dije. Mi amigo se quedó pensando para luego decir: Sabe, si eso estudió, y más encima tiene un magíster y un doctorado, y tanto sabe, que me anotó en una hoja cuántas horas al día debía pasar con mi hija.


Esta semana en La Pollera:

vea.jpg-VEA: Misery

escuche.jpg-ESCUCHE: Tierra de hoja

lea.jpg-LEA: Historia universal de la infamia

perso.jpg-GRANDES PERSONAJES: Stephen, el irlandés

blanza.jpg-¿A qué le damos valor?

mono.jpg-La jungla urbana del "Diario de Eva"

calend.jpg-DATOS LA POLLERA: Congreso y Eduardo Gatti con Nito Mestre

 

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Comentarios

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amigo amigo amigo.... mejor

amigo amigo amigo.... mejor comer pasto, que andar repartiendo mierda

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qué es toda esa queja

qué es toda esa queja contra la nueva sociedad? señor autor, déjese de lloriqueos y asuma que usted está igual que todos, y más que la mayoría, involucrado en esto: publicando artículos en internet no se aleja del problema. siga comiendo pasto nomás, a ver qué pasa

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Por qué irse de vacaciones a un crucero de 8 pisos, con mall, piscina y gimnasio?

Por qué hacer del paseo del domingo una caminata por un centro comercial?

Por qué levantar los celulares o limpiar parabrisas al bailar?

Porque es fácil dejarse llevar y más fácil no pensar.

pd: evaristo claramente se puede escapar, si no, que me maten

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evaristo, no creo que sea

evaristo, no creo que sea tan simple. te felicito porque tienes suerte de tener una familia menos formal y tener buenos amigos, pero no creo que con ese gesto soluciones todo el prblema porque l problema está en tu vida todos los dias, y tiene que ver con la deshumanización de las relaciones. En verdad creo que tu gesto es muy bueno y muy sano, pero no creo que sea salirse del problema, que es yo creo más estructural

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yo me voy a casar en el

yo me voy a casar en el campo y voy a hacer un asado con mis amigos, familiares y gente de mi futura esposa. la gente se ha puesto de acuerdo para que no se repitan los regalos, y todoha sido adquirido o sacado de diferentes lugares, y cada cosa que me van a regalar (ya estoy recibiendo los regalos en todo caso) queda llena de la persona que me la regaló.

Digo esto para que se den cuenta de que si se puede salir del problema...

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Completamente de acuerdo con

Completamente de acuerdo con el autor: es un asunto complejo y dificil de criticar porque a toda vista es un problema que nos está matando como humanos, pero a la vez en una sociedad individualista es casi una necesidad. Creo que la forma de abordar los porblemas que propone esta columna deja espacio a la complejidad y abre preguntas importantes.

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Buena crítica

Buena crítica

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la pregunta es ¿por qué la

la pregunta es ¿por qué la gente creerá que tiene que casarse así como en la tele?