(Dibujo: Fernando Allende)

Con su métrica híbrida, llamada hemiola, entre seis octavos y tres cuartos, la cueca emerge como atestación de cultura e identidad a lo largo de toda nuestra geografía. Se trata de un baile de pareja suelta, en donde el hombre asedia a una coqueta pretendiente, que se vive y se palpa de formas diversas a lo largo de nuestro país. En rigor es una parodia del cortejo del gallo y la gallina, en donde los pañuelos simbolizan las crestas.

Mezcla de zamba peruana, zamacueca, la jota aragonesa y el fandango ostinato del barroco, surge del sincretismo y la diversidad, recogiendo influencias universales. A diferencia de la cueca boliviana o marinera (que tiene 2 partes iguales), la cueca chilensis consta de una sola parte que cambia su estructura (me refiero a lo que folklóricamente se le llama vuelta).

En el norte de Chile la cueca es más valseada, como aletargada y deshidratada. Se interpreta con instrumentos indígenas como la zampoña o la quena, además de bronces(trompetas, tubas y demás) y percusiones carnavalescas (caja).

Llegando al centro existe la cueca campesina, generalmente anónima e interpretada por mujeres a 2 voces y guitarras transpuestas (afinadas en acordes mayores por lo habitual), arpas y tormentos (instrumento de percusión que se asemeja a una caja). Además existe la cueca brava, de raíz urbana y nacida en Valparaíso. Esta cueca de origen porteño y gran riqueza tímbrica utiliza acordeón, piano, platos de café a modo de percusión y otros instrumentos de música popular.

Por último, acercándose al Chile austral nos encontramos con cuecas notablemente influenciadas por la música chilota, lo que las hace bien zapateadas, con zafarrancho y chamusquina. Aquí las cuecas pueden no tener cuarteta octosílaba, sino que seguidillas indeterminadas que alargan la cueca hasta donde dure la vela. Se cultiva en ocasiones rituales como mingas u otras fiestas.

Para terminar los dejo con una serie de tres cuecas (como se debe), que pertenecen a Los Chileneros, una banda nacional que pertenece al genero urbano. Son de Valparaíso, padres de la cueca brava y hasta el día de hoy se les puede ver canturreando en el Bar Cinzano, por allá por el puerto.

Malva Rosa:

Joaquín Murieta:

Yo vi a dos taitas pararse:

Los otros artículos de La Pollera DIECIOCHERA:

- Una pincelada histórica por el cine nacional

- Diálogos plumíferos: el pollo de La Pollera vs el pato del Bancoestado

- Crítica existencial: Chicha dieciochera 

- Condorito en las Buenas Peras de Gran Avenida 

- 11 de Septiembre: ni olvido, ni perdón, ni maneras. 

- ESCUCHE: Cueca, arme su propia fonda